lunes, 20 de junio de 2011

Acampados ya no más: Puig.

Puig: “La ocupación de plaza de Catalunya no se puede permitir por más tiempo”
El consejero de Interior advierte que los acampados no se pueden “perpetuar” en el centro


“La ocupación de plaza de Catalunya no se puede permitir por más tiempo”. Así de contundente se ha mostrado esta mañana el consejero del Interior, Felip Puig, acerca de la estancia de los acampados que dura ya más de un mes. “Incluso las asambleas del movimiento 15M determinaron que se debería abandonar la ocupación”, ha defendido en una entrevista en Los desayunos de TVE. “No se puede perpetuar la ocupación del espacio público”, ha añadido poco después en rueda de prensa.

La cascada de manifestaciones de ayer en toda España ha demostrado “un descontento social por la marcha de la economía y por una situación social que no satisface a muchos ciudadanos de Cataluña y del resto de España”, según Puig. El consejero ha admitido que “la convocatoria desbordó todas las previsiones” en Barcelona, en la que se reunieron 98.000 personas, según cálculos de este diario.

“Sería bueno que ellos mismos decidieran irse”, se ha sumado el alcalde electo de Barcelona, Xavier Trias, sobre la necesidad de recuperar el uso público de la plaza. Respecto a las últimas actuaciones llevadas a cabo por el movimiento ‘Indignados’, el convergente ha subrayado que el pacifismo con el que produjeron las protestas “es un viraje que no debería haberse perdido nunca”, en referencia a los incidentes violentos ocurridos el pasado miércoles en la entrada de los diputados en el Parlament.

A pesar de las advertencias de la Generalitat y del Ayuntamiento, el sector disidente del movimiento 15-M no parece dispuesto a abandonar el lugar. “Después de las manifestaciones de ayer se nos ha unido mucha mas gente”, asegura Borja de 26 años, miembro de la comisión de limpieza de la plaza de Catalunya. Se refiere a los estudiantes que han terminado ya con sus clases, “nos dicen que no habían podido venir antes, pero que ahora contemos con ellos” añade, a pesar de que, según él, no ha aumentado el número de acampados.

La plaza, que sigue ocupada por unos pocos a pesar de la decisión de la asamblea de abandonarla, muestra una imagen muy distinta a la de los primeros días. Han desaparecido los toldos, las estructuras que dotaban de consistencia a la pequeña ciudad, y las comisiones que continúan aun en pie reciben menos visitas de todos aquellos que al principio se acercaban para debatir las acciones y los planteamientos de la plataforma.

“Esto ya es una pasada, una vergüenza”, sostiene enfadada Isabel de 67 años, ex trabajadora del metro, mientras señala las construcciones artesanales creadas en los árboles. “Yo entiendo que la gente quiera una vivienda digna, pero yo me he levantado a las cinco de la mañana toda mi vida para trabajar”, añade. Cerca de ella, un grupo de transeúntes se sorprende al ver escalar a uno de sus ocupantes por un pañuelo a modo de polea. “Esto ya es un campamento hippy, como los que se organizaban cuando la guerra de Vietnam”, se escucha.

Al amanecer, tres personas duermen entre cartones en el centro de la plaza rodeadas de palomas. “¿No crees que esto da mala imagen?”, le reclama un señor a uno de los acampados. “¡A mi qué me importa la imagen!”, le grita éste mientras se aleja. Las diferencias entre quienes se resisten a abandonar la el campamento y quienes defienden la extensión del mensaje se mantienen cada jornada.

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