viernes, 10 de junio de 2011

El amuleto/cuento corto.

EL AMULETO

Por Mary Bermúdez
Ese día comenzó como todos los demás, el calor le hacía sentir que se fundía en la cama, se puso a pensar como iniciar ese día, como lograr su objetivo; encontrar empleo. La mejor forma sería empezar ya mismo.


Después de darse un refrescante baño, busco a tientas en el ropero, su ropa de buscar trabajo, siempre había procurado mantener orden incluso en su ropa, así que designaba cada pieza para una función en particular, tenia ropa de estar en casa , de salir a la tienda, de trabajo, para fiestas de día o de noche y de dos meses a la fecha había creado la sección de ropa para buscar trabajo.

Bebió el último sorbo de café, tomó su amuleto, ¿cómo dejarlo?... así entonces se encamino a su búsqueda.

Bajando la escalera se topó con Susana, ese aroma de su cabello era inconfundible…
-Buenos días Susy.- dijo con voz clara- ¡Hoy sales más temprano..!
-Sí, debo pasar antes por unos documentos, ¡Que tengas suerte en tu búsqueda de trabajo Víctor!-dijo, siguiendo a paso veloz su camino.

Salió del edificio de dos pisos en el que vivía en calles aledañas al centro, el viento empujó la puerta tras él con tal fuerza que esta, se cerró violentamente tras su salida, haciendo mucho ruido.

Comenzó su peregrinar, de negocio en negocio, uno tras otro, la respuesta fue la misma:

-De momento no tenemos vacantes para usted, le llamaremos si algo surge.-¿quién no ha escuchado eso al menor una vez en la vida?. Pues Víctor, lo oía constantemente.

En su camino pudo oír miles comentarios respecto a su persona, a ninguno de ellos le dio importancia en confiaba que en algún momento su búsqueda rendiría frutos. Sumido en sus pensamientos, no se percato de donde caminaba, se había adentrado en la calle 16 de Septiembre, una de las más transitadas en el centro de la Ciudad de México, tropezó con un hombre corpulento, el impacto le hizo perder el equilibrio dando traspiés cayó por la acera, de su mano cayó también su amuleto. El sonido metálico de este le caló la mente y los oídos, como pudo lo volvió a tomar de entre los pies de la multitud.
Un hombre y una mujer le ayudaron a pararse.

-¡Gracias, que amables!-les dijo mientras con la mano libre sacudía su ropa y les sonrió.
-¿Estás bien? pregunto la mujer en tono preocupado.
-Sí, no se preocupe.-Dijo Víctor y nuevamente emprendió su camino.

Más adelante, entró a un pequeño restaurante. Tomó asiento en una de las primeras mesas, pidió un refresco a la mesera que aún no terminaba de acercarse, y puso su amuleto sobre la mesa.

Dirigiéndose a él comenzó a pensar… < Maldita suerte la mía, no encuentro trabajo y tu ni siquiera me ayudas, siempre te cuido, a donde voy, tu vas y has permitido que todo esto me pase, mira que para nada serviste, caí como costal a media calle. Valiente ayuda has resultado y yo de idiota confiándote mi vida...>

En eso estaba, cuando la mesera le puso el refresco frente a él, preguntándole si quería comer algo o si necesitaba algo mas, moría de hambre, el aroma del chorizo asado hacia que su estomago exigiera alimento, solo había tomado su café por la mañana ya eran las 2de la tarde, así que decidió pedir una torta de chorizo con queso, la especialidad de la Rambla, pagaría con su ultimo billete de doscientos pesos, no tendría más hasta dentro de 8 días, cuando el apoyo gubernamental le fuera depositado.

La Rambla estaba totalmente llena, era la hora en que todos los empleados de las oficinas cercanas, salían a comer. Decidió entonces darse prisa, las personas de pie esperaban la primera mesa disponible para comer, pagó y se puso de pie, no había dado más de tres pasos, cuando su cuerpo chocó con otro, un hombre de voz ronca le dijo
– ¡Fíjate estúpido, parece que no ves!
– ¡Disculpe…!
Llegando a la puerta, la mesera le alcanzó gritando con su amuleto en la mano
– ¡joven, estaba olvidando su bastón!!...

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