domingo, 19 de junio de 2011

El vestido blanco de Marilyn Monroe.

Durante años los atesoró como suyos. El vestido blanco por el que todos recordamos a Marilyn Moroe en La tentación vive arriba. El sombrero de Charlot. Ese otro con peluca rizada que utilizaba Harpo Marx o el traje que diseñó Cecil Beaton para una espectacular Audrey Hepburn en la escena de las carreras de My Fair Lady (1964).

Debbie Reynolds sabe de cine, de vestuarios y de lo que al público le gustaría ver en un museo del cine. Una lástima que nunca consiguió interesar a un museo en esta extensa colección de trajes de cine a la que ayer dijo adiós en una de las mayores subastas de la historia de Hollywood.

Según la casa de subasta Profiles in History (http://www.profilesinhistory.com/) la primera venta podría haber alcanzado entre los 2,8 y los 4 millones de euros. Y es que la colección que la estrella de Cantando bajo la lluvia sacaba a la venta era millonaria. Por poner algunos ejemplos, el nombrado gorro de Charlie Chaplin se vendió por 76 mil euros, mientras que el nuevo propietario del vestido de Hepburn en My Fair Lady tuvo que ofrecer 2,5 millones de euros para hacerse con la prenda.

En total Reynolds posee más de 5 mil piezas de las cuales ayer puso unas 600 a disposición del mejor postor y el próximo 3 de diciembre otro tanto destruyendo así una de las mayores colecciones del Hollywood dorado. "No hay otro modo. Necesitaba un descanso de la responsabilidad de intentar hacer algo que parece que nadie quiere hacer. Así cada uno disfrutará de su compra", declaró a la prensa la actriz de 79 años y frágil estado de salud.

Reynolds comenzó su colección con lo que pensó que era un crimen a la historia de Hollywood: la venta del atrezzo de los estudios MGM en 1970. "Nunca pensé que MGM pudiera desaparecer", recuerda todavía con descreimiento. Y tras esa compra inicial siguió aumentando su colección con las ventas de otros estudios como Fox o Paramount así como donaciones personales. De esa forma consiguió el tocado de Elizabeth Taylor en Cleopatra (del que se separó ayer por algo menos de 49 mil euros) o la toga de Richard Burton en esa misma película. También tiene los trajes de campesinos de la familia Von Trapp en Sonrisas y lágrimas o la guitarra (dedicada) de Julie Andrews. Siguiendo con los clásicos, la colección que Reynolds subasta también incluye el vestuario del Ben-Hur (1959) de Charlton Heston (la túnica de Judá Ben Hur se vendió por 223.000 euros) o el de El rey y yo (1956) de Yul Brynner.

De su propia filmografía la madre de Carrie Fisher incluye el vestuario de Molly Brown, siempre a flote (1964). Y no solo de vestidos vive esta colección que incluye muebles como los sofás del Mujercitas de Katherine Hepburn o incluso coches, como el Ford modelo T de 1918 usado en las películas de Laurel y Hardy, el Gordo y el Flaco, y vendido por algo más de 24 mil euros. La idea de Reynolds siempre fue exponer estas joyas en la medida de lo posible en su ambiente, comprando en ocasiones sets enteros para poder reproducir una escena. Llegó a contar con su propio museo en el casino que abrió en Las Vegas con su tercer marido, Richard Hamlett.

Pero tras el fracaso de aquella aventura llega el momento de mirar hacia adelante. "El traje de Marilyn ya no es tan blanco como era pero es el paso de los años", comentó con razón de una de las piezas más buscadas. Sea como sea, la menor blancura del vestido no pareció importarles mucho a los postores: su nuevo dueño pagó 3,2 millones de euros por él.

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