lunes, 27 de junio de 2011

En el espacio se añora la Tierra.

En el espacio siempre se añora la tierra natal"

Cielo, ahí voy!". Eso le dijo, a punto de arrancar el viaje, al desconocido que le esperaba: el espacio. La rusa Valentina Tereshkova fue la primera mujer que vio la Tierra desde el cielo. Hace 48 años de aquello, pero aún desea volver. Chaika (gaviota, el alias que tuvo en la misión) tiene 74 años que no aparenta y gestiona su pasado con la vista en el futuro.

La primera mujer astronauta tuvo que engañar a su madre para viajar al cosmos
"Me siento feliz de haber sido la primera mujer en haber ido al espacio y de representar la conquista que inició Yuri Gagarin. Trazamos el camino. Luego, nos siguieron los demás", responde en retahíla sobre su papel de pionera. Durante el desayuno, tan frugal que se limita a unos sorbos de agua embotellada, la cosmonauta -cuyo ruso traduce el intérprete- cita varias veces a aquel amigo, la primera persona que viajó al espacio.

Aquel que, poco antes de que se encendieran los motores de la nave de Tereshkova, Vostok 6, le recordó en broma el viejo dicho de los marinos: una mujer a bordo puede ser sinónimo de problemas.

No los hubo más allá de que, por un error de programación, la cosmonauta regresara a la Tierra -con un descenso en paracaídas de 7 mil metros- a varios miles de kilómetros del lugar previsto. Antes estuvo 71 horas girando en torno a la Tierra. Un tiempo del que Tereshkova habla con parquedad. "El vuelo es un trabajo muy intenso, pero resulta imposible dejar de impresionarse por las bellezas de la Tierra. Es brillante y azul clara. Por mucho tiempo que se pase en el cosmos siempre se añora la tierra natal, la Tierra es nuestro hogar".

Pero ella también añora el espacio. Quiere volver, aunque ese regreso no está en su mano, dice. ¿Y hacerlo como turista? "Soy cosmonauta profesional", responde con el halo de la general del Ejército que también es. Pero sí, el turismo espacial le parece bien, aunque solo esté al alcance de millonarios. "Es normal. También se pagan los billetes de avión".

Tereshkova ha celebrado en Madrid los 48 años de su vuelo, el 16 de junio de 1963, en plena guerra fría. Una visita enmarcada en el Año Dual España-Rusia -concebido para estrechar lazos entre los dos países- en la que ella remarca que "el espacio tiene que ser un escenario de paz y cooperación". Lejos queda la carrera ruso-americana a cara de perro.

Los cosmonautas ya no deben esconder su misión a su madre. Tereshkova hizo creer a la suya que estaba en un campeonato de paracaidismo -la especialidad que le abrió la puerta al espacio-. En la recepción oficial que le dispensó Nikita Jruschov, encontró a su madre junto al mandamás soviético.

"Me has engañado", se quejó la progenitora. Lo cuenta con una sonrisa, como recuerda también a la anciana que le ayudó a quitarse el traje espacial tras aterrizar cerca de un pueblo kazajo. "Me preguntó si había visto a Dios. Le dije que mi nave parecía haber seguido otra ruta y que quizá por eso no le encontré".

-¿Siente nostalgia del pasado?

-¿Cómo contestar? (pausa). Cada uno tiene una nostalgia del pasado, pero hay que vivir el presente y mirar hacia el futuro".

Tereshkova, destacada militante del partido comunista soviético (PCUS), es vicepresidenta del Parlamento de su región como independiente en las listas de Rusia Unida, la formación de Putin. Modelo de la mujer soviética, asegura que nunca se sintió como tal, pero, eso sí, siempre estuvo orgullosa de su patria. También ahora.

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