jueves, 16 de junio de 2011

Hablemos de las vacas.

Hablemos de las vacas

Margo Glantz


Por lo general, todos hablamos de las rosas, una rosa es una rosa y en Inglaterra las hay muy rojas, les llaman Ingrid Bergman”, acabo de admirarlas en un parque de Londres.

Pero yo hablo de las vacas, todos hablamos de las vacas, cuando hablamos de la India. En su libro El olor de la India, Pasolini lo hace:

“Bajo la luz descremada e impura de la luna… vacas por las calles que caminaban mezcladas con la multitud, que se acurrucaban entre los acurrucados, que deambulan con los deambulantes, que detenían su marcha entre los que se detenían, pobres vacas obscenamente flacas, algunas pequeñas como perros, devoradas por los ayunos, con la mirada eternamente atraída por objetos destinados a la desilusión. Era casi de noche y ellas se acurrucan en los cruces, junto a algún semáforo, ante los portales de algún edificio público, montones negros y grises de hambre y desconcierto,”

Ahora se han vuelto city people, pacen en los camellones de Calcuta.

“¿En Inglaterra se bebe la orina de las vacas? –le pregunta el maharajá del pueblo ficticio de Chhokropur al escritor inglés J.R. Ackerley, en 1928.”

La respuesta es obviamente negativa; su Alteza explica entonces que en su país a todos los hindúes les exigen consumir los cinco productos de la vaca: la orina, la bosta, la leche, la cuajada, la mantequilla...

¿Y con cuánta frecuencia deben tomarse esos productos?

“Todos los días y en pequeñas cantidades. Y el príncipe subraya: yo debo hacerlo”. Comienza a reírse cuando agrega: la bosta y la orina son muy sagradas.

Sagrada y medicinal es esta última. La mayoría de los medicamentos hindúes la contienen. El mararajah está de acuerdo, a él le gusta mucho y diariamente la bebe, como si fuese leche (Y actualmente se hace un tipo de coca cola con orina de este cuadrúpedo).

En Vacación hindú, el libro del cual cito, Ackerley formula por fin la pregunta que todos nos hacemos y difícilmente se contesta: “¿Por qué es reverenciada la vaca en la India por encima de los otros animales? Es la Madre Universal, replica el soberano, y junto con el león, el pavo real, la abeja negra, el pájaro secretario, el colibrí negro y el cuerpo perfecto del hombre y la mujer, era considerada como el Asiento de lo Desconocido. Sin embargo el príncipe es incapaz de explicar esa selección, como tampoco podría decir por qué el maíz, las cebollas, el apio y la espinaca no son sagrados, y por qué el gato lo es y el perro no...”


Tratando de encontrar la respuesta a la pregunta, en dos de sus libros más famosos Vacas, cerdos, guerras y brujas y Bueno para comer, el antropólogo y neodarwinista estadunidense Marvin Harris afirmaba el siglo pasado que los orígenes históricos del mito de la vaca sagrada están en las costumbres de los vedas, pueblo que dominó el sur de la India entre los siglos XIX y IX a C, y lo vincula con la creencia en la transmigración de almas.

Otra creencia es que los muertos deben atravesar a nado un río para llegar al otro mundo, y que al pagar en los templos las limosnas reglamentarias para la alimentación de las vacas, los deudos le compran al finado el derecho a ser ayudado por uno de estos animales a cruzar el río. Mito similar al de los griegos y romanos, quienes creían que los muertos debían, al cruzar el Estigia, ofrecer un óbolo al botero Caronte para llegar al Hades. Por esa misma razón, muchos hindúes solicitan en su lecho de muerte que se les permita aferrarse al rabo de una de ellas.

Pero su contribución principal para aclarar este problema es antropológico y no religioso. Harris sugiere que en la India hay pocos bueyes, animal que junto con el búfalo de agua es necesario para arar los campos y esa carencia los obliga a no sacrificarlos, además, las vacas cebú no están especializadas en la producción de leche como las occidentales, aunque la que producen ayuda al sustento de sus dueños.

Para el hinduismo, todo lo que proviene de una vaca es sagrado: su cuerpo contiene unos trescientos treinta millones de dioses y diosas…

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