viernes, 3 de junio de 2011

La Brujita de la Costa Dorada.

La brujita de la Costa Dorada
Loli Ruiz Moreno vende lotería vestida de hechicera en el área de servicio de Mèdol

Las áreas de servicio de las autopistas, por su naturaleza de lugar de paso, son un territorio de relaciones rápidas y anónimas, en las que clientes y camareros son conscientes de que muy probablemente no vuelvan a verse nunca. Sin embargo, en el trasiego frenético del área de El Mèdol, junto a Tarragona, una presencia se sale de la uniformidad imperante y consigue captar la atención.

Es Loli Ruiz Moreno, la brujita de la Costa Dorada. Esta señora, de 59 años, disfrazada de hechicera con todos sus atributos -no le falta ni la escoba ni el sombrero puntiagudo- se gana la vida desde hace cuatro años vendiendo lotería en El Mèdol y en otros lugares a lo largo de la AP-7. Esta es su historia.


Loli, cuya tarjeta de visita reza "técnica especialista en reparto de suerte", se peleó con una de sus hermanas, que le daba trabajo como limpiadora en un restaurante de Reus. Divorciada, sin trabajo, sin currículum y con una edad que suele espantar a los empleadores, veía cómo el banco estaba a punto de embargarle la casa. Sin embargo, en noviembre de 2007, a Loli se le ocurrió la idea que iba a sacarla de los apuros.

La mujer, madre de cuatro hijos ya mayores, compró 200 euros de lotería a la administración La Pastoreta de Reus y comenzó a venderla por los alrededores. En febrero del año siguiente decidió disfrazarse de bruja, y Óscar, el dueño de la administración, viendo que vestida de esa guisa Loli atraía clientes, decidió pagar su cotización de la Seguridad Social.

Hace cuatro años, Loli se sacó el carné de conducir -"el teórico lo saqué en 13 días y el práctico a la segunda", se enorgullece- y con un pequeño utilitario azul comenzó a recorrer la AP-7. Los viernes, sábados y domingos trabaja en El Mèdol, y el resto de la semana acude a diferentes localidades, como Salou, Cambrils o L'Ametlla.

En su bolso, además de los décimos, lleva caramelos para los niños, y cuando le preguntan si a sus años no teme hacer el ridículo con su disfraz, tiene la respuesta a punto: "Peor sería no tener qué comer". Más que al ridículo, Loli teme sufrir un atraco en un área de descanso: "Una vez unos me dijeron que mi coche perdía aceite. Creo que querían que parara para robarme. Les dije que los que perdían aceite eran ellos y seguí sin parar".

Hace dos años, la brujita de la Costa Dorada dio un cuarto premio en el Gordo de Navidad.

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