lunes, 13 de junio de 2011

Las mujeres americanas.

Una mujer americana

Por Rosa Regás.


Las reflexiones sobre el caso de Dominique Strauss-Kahn, ex director del FMI, son múltiples, desde la famosa trampa que podrían haberle tendido conociendo su escasa resistencia a las tentaciones de la libido, hasta qué difícil es comprender a quien se conoce y conoce a sus enemigos y no se le ocurre que van a por él. Y muchas más.

Pero me detengo a todas horas en la mujer que presuntamente fue acosada con intento de violación. La veo entrar en la habitación. ¿A una llamada del magnate, o simplemente para ordenar la cama o retirar el desayuno? No sabemos a qué horas ocurrieron los hechos, o tal vez yo no lo he leído. La veo tal como ella ha dicho que ocurrió, intentando zafarse de los embates de esa irresistible pasión de Strauss-Kahn y salir lo suficientemente airosa como para irse directamente a la policía mientras él empacaba sus cosas y se iba al aeropuerto.

Y me deja muy sorprendida, porque no tenía idea de lo bien protegidas que está la mujer en los Estados Unidos donde sólo hace falta que denuncie una de esas brutalidades tan habituales en todas partes para que acto seguido vaya la policía al avión que iba a despegar rumbo a París, espose al pretendido violador, aunque con tanta rapidez, no parece que haya habido tiempo de reunir más pruebas en su contra que la acusación de la camarera, y se lo lleve preso.

No dudo que Strauss-Kahn lo merezca ni desconfío de las palabras de la camarera, simplemente me sorprende gratamente que con una simple denuncia, sin acusación ni cargos, a un hombre se lo pueda esposar, exhibir ante fotógrafos del mundo entero y mandar a prisión sin haber sido imputado. Suerte tienen las mujeres americanas. Entre nosotros esto sería impensable.

Entre nosotros, la víctima se las ve y se las desea para que la crean y le hagan cierto caso por más morados que muestre, y tiene que esconderse en una casa de acogida para que no la atrape de nuevo el incontenible y supuesto violador que no irá a la cárcel hasta después del juicio o cuando la pericia de la policía halle pruebas contundentes para imputarlo, esposarlo y encarcelarlo. Y aun así.

Será que en los Estados Unidos la Justicia funciona de distinta manera. Será. Porque si bien se mira entre nosotros tampoco se puede matar a un culpable por más culpable que sea si no ha sido juzgado y condenado a muerte en el supuesto que ocurra en un país donde existe la pena de muerte.

Los medios no nos dieron información sobre cómo ocurrieron los hechos que han permitido a las autoridades someter a la vergüenza pública a un hombre todavía no imputado. Y no es que yo crea que no lo merece, merece mucho más que esto, claro está, pero tenía entendido que lo que yo crea o no crea poco cuenta, que lo único que cuenta es la voz de la Justicia que se fundamenta en unas pruebas y una presunción de inocencia que yo no he visto.

Tal vez no he sabido leer entre líneas ni mirar la TV con atención. Todo puede ser. En cualquier caso, ¡qué fácil lo tienen las mujeres en los Estados Unidos! ¡Qué envidia!

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