lunes, 20 de junio de 2011

Me gusta un escritor con historia

Prefiero a los escritores que tienen una historia y no una idea"


Un cierto realismo mágico que desdibuja en ocasiones las fronteras entre la novela y la fábula impregna la última obra traducida al español del escritor israelí Meir Shalev, El chico de las palomas (Ático de los Libros), un retrato del Israel moderno, donde "creencias y símbolos antiguos dan la mano a la vida actual". Pero con vocación universal: la del deseo de regresar al hogar y la búsqueda del amor, con la tragedia de la guerra como fondo.

El autor publica la novela 'El chico de las palomas', retrato del Israel moderno
Ganador del Premio Benner, el galardón literario más prestigioso de Israel, el novelista es hijo del poeta Itzhak Shalev, su entusiasmo por la literatura, procede, sin embargo, de su familia materna, "granjeros, personas sencillas, pero grandes contadores de historias creativas, como la del anciano que corría sobre un conejo en mitad de la noche".

Quizás por ello también escribe para los niños -sus cuentos infantiles son superventas en su país-. "Son los lectores más honestos, cuando voy a publicar un libro infantil voy a una guardería y se lo leo. Si se levantan en la mitad o empiezan a jugar sé que tengo que cambiar algo", ríe el escritor. Los adultos, en cambio, hacen "comentarios calculados, pues quieren ser simpáticos o antipáticos contigo".

Shalev ha heredado el entusiasmo familiar por los buenos relatos. "Cuando escribo novelas no intento promover ideas políticas como Saramago, prefiero a los escritores que tienen una historia que contar y no una idea con la que te quieren educar", asegura el autor. Para las ideas, según Shalev, conviene escribir un artículo en el periódico. Y así lo hace cada semana en el diario Yediot Aharonot, donde publica una columna de temática "ilimitada" en la que critica las peligrosas novatadas en el Ejército israelí y la disminución de la calidad de la enseñanza, así como narra el suplicio de los topos que estropean las flores de su jardín.

Pero es sobre todo un contador de historias. Y El chico de las palomas "es una historia que podría haber ocurrido en cualquier lugar, durante la Guerra Civil española, por ejemplo, y en cualquier tiempo", afirma el escritor. Sucede en Jerusalén. Cuando las palomas mensajeras aún enviaban órdenes desde el campo de batalla, un joven soldado con una herida mortal, durante la Guerra de la Independencia de Israel en 1948, logra mandar la última carta a su amada -"no desveles su contenido, es un secreto", pide Shalev-. 30 años después, un guía israelí que acompaña a turistas interesados en el avistamiento de pájaros conoce a un militar veterano que compartió trinchera con aquel soldado. El viejo militar le contará la historia de los dos amantes, enigmáticamente ligada al presente del guía.

"La paloma es el animal simbólico de la paz, pero también de nuestro deseo de regresar al hogar", explica el escritor. El suyo está en Jerusalén, "a 200 metros de donde sucedió la batalla" del libro. Conoce cada detalle del lugar, como la campana del monasterio descrita en la primera página y en la que pudieron rebotar las balas perdidas.

"Entrevisté a un hombre de 82 años que fue el comandante en esa batalla, y cuando leyó el libro me preguntó si me había hablado de las balas que golpeaban en la campana, porque era el único sonido que no olvidaría en la vida", recuerda Shalev, emocionado. "No me lo había contado, pero conozco el lugar. Sé que la campana está en una pequeña torre, y que los sonidos de la guerra son horribles y puede que prefieras recordar el de una campana", añade.

Parte de la vida de Shalev transpira por las páginas del libro. El año de su nacimiento, 1948, es el mismo de la creación de Israel. También estuvo en combate y resultó herido por fuego amigo. "Los sentimientos del chico son parecidos a los que experimenté. Además, él recibió tres balas y yo cuatro, pero yo tuve un helicóptero para sacarme de allí y él solo una paloma".

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