domingo, 26 de junio de 2011

México: causas perdidas de Monsiváis.

A un año de su partida


Guadalupe Loaeza


Recuerdo que hace justo un año, las negras nubes que se deslizaban sobre el cielo del Distrito Federal no nada más nublaban el cielo sino nuestros pensamientos. Desde entonces, estoy segura de que algo se quedó para siempre nublado en nuestro ánimos. Muchas veces me encuentro buscando en alguna revista la colaboración de Carlos Monsiváis para tratar de entender lo que pasa en México. Cuando Carlos escribía: “o ya no entiendo lo que está pasando o ya pasó lo que estaba yo entendiendo”, me sentía muy segura de tampoco entender nada.

Cuando se le hizo el homenaje en el Palacio de Bellas Artes, Elena Poniatowska se hizo la pregunta que todos los mexicanos nos hacíamos mentalmente: “¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi?” Estoy segura que Monsi tendría preparadas algunas de sus geniales frases. Sí, sin duda tenía frases magníficas, quizás no servían para tranquilizar a nadie, pero ciertamente eran útiles para sobrellevar las catástrofes.

Acerca de nuestra época, seguramente nos diría: “La época que vivimos es muy difícil, pero nos queda el consuelo de que lo que viene es peor. Nos queda el recuerdo del pasado en donde todo fue mejor puesto que ya no existe”. Cada una de sus frases eran casi aforismos, por lo que pienso que la persona que hubiera querido hacer una recopilación de sus mejores frases lo hubiera tenido que seguir con una libretita, anotando cada una de sus palabras.

Dicen que en una ocasión en que llegó tardísimo a su conferencia, dijo: “Llego tarde porque pensé que ustedes eran impuntuales”. En otra ocasión, cuando terminó una de sus concurridísimas conferencias, dijo: “Ahora voy a contestar cinco preguntas: tres coherentes y dos incoherentes”.

No creo equivocarme si digo que lo que más le gustaba a Monsi era llegar a su casa, pues estoy segura que todo el día se la había pasado preocupado por sus gatos, por saber si les habían dado de comer, si habían tomado sus vitaminas o si alguien de la casa les había leído un cuento para que no se aburrieran. Sus gatos estaban entre los libreros, sobre los grabados de José Guadalupe Posada, debajo de las mesas, sobre las macetas y adentro de los armarios.

Los quería tanto, y para demostrarles su afecto los bautizó con nombres inolvidables: Voto de Castidad, Carmelita Romero Rubio de Díaz, Recóndita Armonía, Ansia de Militancia, Pos Moderna, Eva Sion, Nananina Ricci, Monja Beligerante, Miss Oginia, Catzinger, Fetiche de Peluche, Monja Desmecatada, Zulema Moraima (que es el nombre de la vidente que le predijo la muerte a López Velarde), Peligro para México, Caso Omiso, Miss Antropía, Fray Gatolomé de las Bardas, Cat Astrofe, Copelas-o-Maúllas, Chocorrol, Rosa Luz Emburgo, Miau Tse Tung y Ale Vosía.

Aunque Monsi se quejaba de que sus gatos no le hacían el menor caso, se habría conmovido de saber que su gato favorito, Mito Genial, se murió tres días antes que él. Sí, estoy segura que Monsi hizo su camino al cielo mientras acariciaba a Mito Genial.

Monsi nos hizo hablar de la tolerancia, pues se comprometió con el movimiento gay, con las feministas y contra el maltrato a los animales. Recordemos que su última batalla fue a favor de las víctimas del incendio de la guardería ABC. Monsi era un archivo viviente que tenía muy claro las prioridades de México. Es cierto que le gustaba bromear acerca de que las causas que había apoyado nunca habían triunfado, pero en realidad, él contribuyó al reconocimiento de muchos movimientos.

Sus gatos estaban entre los libreros, sobre los grabados de José Guadalupe Posada, debajo de las mesas, sobre las macetas y adentro de los armarios. Los quería tanto.

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