sábado, 4 de junio de 2011

México, de policías y universitarios.

Policías, soldados, universitarios y fracasos. Seguimos atorados


Carlos Puig


La iniciativa de mando único policial no es más que una manera de crear policías similares a la federal en cada estado. Los legisladores tienen sólo unos meses para aprobarla. La elección hará imposible que se apruebe el siguiente año. Si no se hace, el próximo presidente, el país, seguirá enfrentando al crimen organizado con las mal pagadas y muy corruptas policías de hoy en día.

Es decir, según confiesan los propios mexicanos, cuatro de cada diez mexicanos violan la ley con alguna regularidad.

Los mexicanos, por cierto, la inmensa mayoría está de acuerdo con los postulados básicos de estrategia del gobierno en la lucha contra el narcotráfico: siete de cada diez mexicanos creen que se necesitan más soldados en las calles, que no de se debe pactar ni negociar con el crimen organizado y que no se deben despenalizar las drogas.

Los datos son de la encuesta que Roy Campos, de consulta, hizo para México Unido contra la Delincuencia.

Me parece que cada vez que discutamos sobre seguridad habría que tener en cuenta ese tipo de datos que luego, cuando pontificamos desde quién sabe dónde, olvidamos. Por cierto, hablando de los mismos, en la encuesta de Campos, la mayor parte de mexicanos que sí quieren que el Ejército salga de las calles y se vaya a los cuarteles es de la Ciudad de México… sí. Ahí donde el Ejército no está en las calles.

* * *

Con un énfasis y convencimiento que no tenían cuando estaban en el poder, un grupo de ex presidentes, expertos, escritores y otros notables refrendó en un nuevo documento su convencimiento de que hay que revisar por completo la estrategia del mundo frente a las drogas. Reproduzco el párrafo medular:

“La guerra mundial a las drogas ha fracasado. Cuando la Convención Única de Estupefacientes de Naciones Unidas nació hace 50 años, y cuando el presidente Nixon lanzara la guerra a las drogas del gobierno norteamericano hace 40 años, los políticos creían que las acciones severas para el cumplimiento de la ley contra los que estaban involucrados en la producción de drogas, su distribución y su uso, conducirían a una constante disminución del mercado de drogas controladas como la heroína, la cocaína, el cannabis, y al eventual logro de un ‘mundo sin drogas’.

En la práctica, la escala global de los mercados de drogas ilegales —ampliamente controlados por el crimen organizado— ha crecido de modo espectacular en este periodo. Mientras que no están disponibles estimaciones exactas del consumo global en el periodo completo de 50 años, un análisis solamente de los últimos 10 años muestra un extenso y creciente mercado”.

La declaración se llevó las primeras planas, todo mundo quiso llevar agua a su particular molino. Pero entre más leo el documento, menos relevante me parece para el particular problema mexicano contemporáneo. Esta comisión global, surgida e inspirada de la Comisión Latinoamericana que publicara un reporte sobre la región hace tiempo, analiza sobre todo el fenómeno del consumo y la respuesta de los países contra los consumidores.

La mayoría de sus recomendaciones tiene que ver con esto. Sus ejemplos, muy lejos —y no sólo geográficamente— de la circunstancia mexicana de vivir a lado del mayor consumidor del mundo.

Es más, dice el reporte en alguna parte: “Los países que continúan invirtiendo mayormente en un enfoque de aplicación de la ley (a pesar de la evidencia) deberían enfocar sus acciones represivas en el crimen organizado y los traficantes de drogas violentos, para reducir los daños asociados con el mercado de drogas ilícitas”.

Me parece lo más interesante el llamado a utilizar los nuevos estudios científicos para reanalizar y debatir la peligrosidad de cada una de las sustancias que el mundo considera peligrosas socialmente. La ciencia parece estar alcanzando consensos en el sentido de que, por ejemplo, el alcohol y el tabaco son más dañinos a la sociedad en general que la mariguana o el éxtasis.

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Trepado en este absurdo debate de si los universitarios deben o no ser policías, un legislador priista de apellido Escobar calificó de trágico que un universitario tuviera como expectativa ser policía. Entiendo que los priistas siempre han preferido el modelo Durazo para la policía, entiendo también que las formas y los modos de Genaro García Luna lo han convertido en una figura ideal para el golpeteo político, pero tanta irresponsabilidad resulta —esa sí— trágica para el país.

A juzgar por la asistencia al evento del Día de la Policía, pareciera que hay coincidencia en que la Policía Federal ha resultado una buena construcción institucional. Lo sucedido en el último año en Ciudad Juárez, por ejemplo, habla bien de su eficiencia. Pero son pocos para las necesidades.

La iniciativa de mando único policial no es más que una manera de crear policías similares a la federal en cada estado. Los legisladores tienen unos meses para aprobar la iniciativa. La elección hará imposible que se apruebe el próximo año. Si no se hace, el próximo presidente de México, el país, seguirá enfrentando al crimen organizado con las patéticas, mal pagadas, muy corruptas policías municipales de hoy en día.

El priista Escobar quedará contento. Los criminales también. El modelo Durazo habrá triunfado.

Seguimos atorados.

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