viernes, 3 de junio de 2011

México: Homenaje al Rock.

Rinden homenaje al rock and roll en México
El Teatro de la Ciudad fue el recinto sede, donde tocaron Johnny Laboriel, Los locos del ritmo, entre otros


México, DF. En el Teatro de la Ciudad, Los Teen Tops participaron en el concierto homenaje por los cincuenta años del Rock and Roll en Mexico. Francisco Olvera / La Jornada

A las once y media de la noche del pasado jueves, el Teatro de la Ciudad semejaba un café-cantante de los años sesenta y al ritmo del Bule-bule los sesenteros, damas y caballeros, giraban entre los pasillos o en su lugar, haciendo hacia atrás la butaca, para tener más espacio. Bule-bule, bule-bule.

El motivo: rendir un homenaje al rock and roll en México, justo ahí, donde hace medio siglo los jóvenes mexicanos se identificaban con una música que sus papás no podían comprender. Los rockanroleros aztecas eran los primeros chavos de onda y quizá más rebeldes que sus sucesores, de los que habla Alex Lora, porque el autoritarismo se disfrazaba de respeto.

Hace cinco décadas, en el Teatro de la Ciudad se presentaba Johnny Laboriel y ya mostraba sus habilidades que después lo convertirían en el Hombre espectáculo, mote con el que se le conoce en el medio de la farándula.

Otras voces, otros ámbitos, a lo Truman Capote. Distancia de años, los otrora jóvenes abarrotaron el foro de la calle Donceles, que como pocas veces lució lleno, hasta los balcones, esos espacios en los que uno siente que la gravedad jala.

El programa estaba de lujo y no podían fallar esos rockanroleros forever young, como dijera Rod Stewart.

Algunos iban con sus hijos, nada más para que se dieran un quemón de la música que a ellos los prendió y marcó en el alma y en la piel. Unos padres llevaron a sus hijas, ya grandecitas, para esperar el momento adecuado y soltarse al dancing.

Muchas canas, muchas panzotas, los cuerpos ya con signos de cansancio... Es cierto, pero nadie se va a quedar de muestra y, como reza el refrán: como te ves me vi y como me ves te verás. Al tiempo.

A las siete en punto se abrió el telón y comenzaron a tocar Los Locos del Ritmo, los pioneros del género, el primer grupo de rock and roll que se formo en México y que destacara por sus covers y sus temas originales. Se escucharon los nombres de algunos de los integrantes, entre ellos varios fallecidos: Antonio de la Villa, José Negrete, Alberto Figueroa, José del Río, Alvaro González, Jesús González y Rafael Acosta. Este último es el autor de Tus ojos,. considerada una de las máximas aportaciones del rock mexicano de todos los tiempos.

Fueron iniciadores de tocar y hacer coreografías; es decir, daban brinquitos de manera coordinada y eso lo copiaron otros de sus contemporáneos. Hasta en eso fueron pioneros.

Elegantes, Los Locos interpretaron sus famosas, que hicieron insoportable quedarse sentado. A bailar se ha dicho. Lo que se mueve está vivo. En ese viaje al pasado se escuchó “Yo no soy un rebelde”, con las guitarras potentes y los requintos sempiternos. “¡Que se suelten las melenas, vengan abajo los copetes, que se quiten las corbatas, que se pongan las chamarras...”, lo cual era seguido por el grito de batalla “¡uh!”

Aviéntensen todos, que después, años después, cantara Kenny. Vino una rolota con 54 años de historia: Tus ojos, de la que dijo es una cumbre del romanticismo y un afrodisiaco que hizo que nacieran muchos de los presentes.

La chica alborotada, para bailar, aunque se vean los calzones. Un cover de un temazo de Ray Charles. “Pólvora” fue una explosión de felicidad.

Arribaron Los hermanos Carrión, fundados en 1958 por Ricardo El Güero y Eduardo Federico Lalo Carrión, que a la fecha siguen y hacen mofa propia de su ser añejo. Luego de un intro más bien grueso y nada fresa, con el que demostraron que no se han dormido en sus laureles, se reventaron las híper clásicas “Arriba Lalo”... “sí, que vuelva, ella se fue, ella se fue, no sé por qué, pero se fue.” Esta fue seguida, sin piedad, por “Triste y solitario”, “Rosas rojas”, “Cuando apenas era un jovencito”, versión de la famosa Campos de algodón, de los Cridens.

El consejo es: busca amor y no la busques muy bonita, porque eso al paso del tiempo se le quita. Lanza tus penas al viento, que demostró que aún la chiflan. El ambiente yeyé estaba a todo lo que daba. Se sacaba juventud del pasado.

Creo estar soñando no se coreó, sino que se desgañitó. ¡Ay, dolor, ya me volviste a dar, y en el mismo lugar!

Aparecieron Los Teen Tops, una de la cimas del rock mexicano. Algunos asistenets llevaban sus discos de acetato para que se los firmaran. Fueron ídolos y traspasaron fronteras con su vocalista Enrique Guzmán. Su música no es historia, sino esencia viva, sentimiento a flor de piel. En los balconcitos las parejas bailaron a como dios les dio permiso. Buen rock esta noche... Los Teen Tops llenaron el Teatro de la Ciudad, hace 50 años, 30 días seguidos, de lunes a domingo, dos funciones diarias. Irrepetible.

Lo anterior con creaciones como “Tutti frutti, Lucila” (“¡Lucila, vuelve a casa, por favor!”) Se vale poner el nombre que uno quiera en lugar de Lucila.

No faltaron “Presumida”, “dedicada a todas la damitas”, y las sentimentales “Tu voz”, “Quiero ser libre” y “Pensaba en ti”. Varias parejas bailaron cuerpo con cuerpo. Ella con la cabeza en el hombro. Que ya se iban, pero el público no los dejó irse sin tocar la pieza más tocada de esos años y lustros posteriores: “Popotitos”. En la risa compartida: el himno del rock mexicano: “La plaga”.

El teatro era una pista de baile y lo fue más con Johnny Laboriel, el negro de Los Rebeldes del Rock, grupo creado en 1958. Tiene unos 50 éxitos y no por ser el último del programa iba a dejar que decayera el ánimo. Ese sitio le trae recuerdos. En el Teatro de la Ciudad compitió en el Festival OTI con Señora corazón, compuesta por Felipe Gil.

Ya con el cuerpo suelto, los presentes bailaron con “Siluetas”, “Rock del angelito”, “Hiedra venenosa”, “Recuerdo cuando”, “Muévanse todos”, “Melodía de amor”, “Tonterías” y muchas más.

Ya el reloj se acercaba a las doce de la noche y Johnny no se detenía. El go-go prendía al respetable con pasitos a lo egipsio.

Como en “El rock de la cárcel”, de Los Teen Tops, “tú haz lo que quieras, pero yo no voy. Yo lo que quiero es bailar el rock.”

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