sábado, 11 de junio de 2011

México, los corazones incendiados.

El fin de la justicia, los corazones incendiados y los días después de la caravana
Historias del más acá

Carlos Puig


Extraña y fascinante resulta la Caravana del Consuelo. Llena de discursos alejados de la prisa, de la inmediatez a la que la política mexicana nos tiene acostumbrados. “Rehacer la nación” no es cosa de días, advierte, ni de meses, es cosa de años. En tanto, el movimiento nos ha devuelto las lágrimas y ha cumplido con su objetivo: poner a las víctimas en el centro de la discusión.

1. Un fin de semana, un gobernador priista arresta a un ex candidato panista. Al siguiente fin de semana el Ejército arresta a un ex alcalde priista, unos días después un priista convertido a aliancista arresta a un ex gobernador aliancista.

En medio de este lío sólo una cosa queda clara: el sistema de justicia mexicano está destrozado. Un guiñapo listo para ser utilizado por el político en turno. Por si quedara duda, la procuradora general de la República, Marisela Morales, lo confirma unos días después del arresto de Hank en Tijuana cuando dice que no se pedirá el arraigo para el excéntrico hijo del legendario Profesor porque, según explica, “no es sano para las instituciones ni para el propio país que se manejen estas versiones de que es un asunto de fin político, y el arraigo lo único que haría sería precisamente aumentar este tipo de especulaciones”.

¡¿?! El arraigo, cosa tan querida por este gobierno, por esta procuraduría, por esta procuradora cuando estuvo al frente de la SIEDO, ahora resulta que no lo usa por razones políticas. Así es. La procuradora confiesa no sólo su absoluta discrecionalidad para utilizar un instrumento que las organizaciones internacionales consideran aberrante y violatorio del debido proceso, sino que se utilizan criterios políticos para su utilización.

Lección aprendida, si te arrestan, crea un poco de ruido, politízalo y puede ser que te ahorres el arraigo que se aplica al resto.

(Por cierto, la señora procuradora anunció el viernes que propondrá ampliar el arraigo en el fuero común.)

El viernes nos enteramos de que al ex gobernador de Chiapas lo van a acusar no sólo de peculado, sino de probable responsabilidad en la muerte de 30 niños… El sistema de justicia como instrumento de venganza.

2. Julián Le Baron ha resultado una sensación. En algún momento de la caravana a Ciudad Juárez, cuentan en Animal Político, Javier Sicilia dijo que si bien él ha renunciado a la poesía, Julián lo ha relevado. De lo mucho que esta semana escuché de Le Baron en la radio y la televisión, me quedo con una expresión que creo que al menos comienza a describir —mejor que ninguna— el inaudito movimiento: respondiendo a aquellos que pedían cosas prácticas, acciones políticas… dice sin dudarlo: lo que estamos haciendo es “incendiar corazones”.

Extraña y fascinante caravana. Llena de discursos alejados de la prisa, de la inmediatez a la que la política mexicana nos tiene acostumbrados. “Rehacer la nación” no es cosa de días, advierten, ni de meses. Es cosa de años.

Por lo pronto, la caravana y el movimiento han sido un recorrido por el dolor. Materia de la que solemos huir en lo personal y en lo colectivo, y que con dignidad a partir del sufrimiento propio Sicilia ha reivindicado como dolor colectivo. Nos ha devuelto las lágrimas y ha cumplido con su objetivo: poner a las víctimas en el centro de la discusión.

No tengo idea de cómo es que los corazones incendiados se van a convertir en acciones. Habrá que tener paciencia, calma, la de las palabras del poeta Sicilia.

Dice el primer punto del Pacto Nacional por un México en paz con justicia y dignidad: Exigimos esclarecer asesinatos y desapariciones y nombrar a las víctimas. Proponemos a la sociedad y planteamos la exigencia y mandato a las autoridades acciones de corto y mediano plazo que inicien un nuevo camino de paz con justicia y dignidad.

Se deben esclarecer y resolver los asesinatos, las desapariciones, los secuestros, las fosas clandestinas, la trata de personas y el conjunto de delitos que han agraviado a la sociedad. Determinar la identidad de todas las víctimas de homicidio es un requisito indispensable para generar confianza.

3. Mientras el movimiento que encabeza Sicilia sigue su camino, el gobierno federal parece confundido. Por un lado hay signos claros de que en Los Pinos están dispuestos a comenzar ahora, después de la visita a Ciudad Juárez, un proceso de diálogo.

Por el otro, cada lunes Alejandro Poiré, vocero federal en materia de seguridad, sale a derrumbar un supuesto mito. Hasta el momento van dos entregas, en la primera se afirmó que la estrategia existe y que no sólo es de armas y balas, sino integral. En la segunda nos dijo que la guerra contra el narcotráfico no está militarizada, que los elementos del Ejército y la Marina están entrenados y capacitados para operar con estándares de derechos humanos, y minimizó el número de quejas por violaciones de éstos contra las fuerzas armadas. Razonamientos que chocan con lo que escucho en la caravana.

4. ¿Cómo ponemos todo junto? Los discursos de Marisela Morales, la discrecionalidad política en el uso de la justicia, las palabras y argumentos de Poiré y las exigencias de Sicilia y quienes con él marcharon?

¿Quién reconoce un error? ¿Quién acepta el argumento del otro?

Uno espera sean suficientes los corazones incendiados de los que habla Julián Le Baron.

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