domingo, 12 de junio de 2011

Mujer campana ignora su talla.

La mujer campana ignora su talla
Cuatro años después del análisis antropomórfico de las españolas que realizó el Gobierno, el sector textil sigue sin tener patrones comunes


Cuatro años después del anuncio del Ministerio de Sanidad de que se iban a homogeneizar las tallas de ropa de mujer, comprar una prenda sin probar sigue siendo una maniobra arriesgada. La 36 de una prenda se convierte en la 40 en otra. Un simple paseo por decenas de tiendas de ropa y unas cuantas visitas al probador sirven para comprobar que el caos en el tallaje no ha desaparecido.

Los patrones tampoco se han adaptado al cuerpo de las españolas, definido por el publicitado perfil antropométrico -que midió a 10.415 mujeres de 12 a 70 años- como cilindro, diábolo o campana. Más de dos años después de que el famoso análisis retratase a la ciudadana media como una mujer de 1,62 y 57 kilos, los expertos de Sanidad y Consumo siguen trabajando en adaptar los resultados.

"Nunca hubo intención de unificar el tallaje", dice ahora Sanidad
Las promesas de Elena Salgado, primero, y de Bernat Soria, después, para luchar contra un patrón femenino de extrema delgadez que fomenta la anorexia, languidecen. En 2007, Salgado, al frente del Ministerio de Sanidad, llegó a un acuerdo con las asociaciones y empresas de moda, por el que estas se comprometían a trabajar para lograr "la homogeneización efectiva de las tallas". Promesa que se tradujo en un convenio autorregulador que Soria, al heredar la cartera, habló incluso de hacer obligatorio.

Entidades como la Asociación de Creadores de Moda de España, la Federación Española de Empresas de la Confección, El Corte Inglés o Inditex se comprometieron a desterrar de sus escaparates los maniquíes de la talla 38 y a que la 46 no se considerase una "talla especial". También a dar al consumidor una información lo más homogénea posible sobre tallas y patrones, para terminar así con el desorden de medidas que las asociaciones de consumidores llevaban años denunciando.

El siguiente capítulo, la homogeneización y la adaptación de esas tallas al cuerpo de la española media parece haberse quedado por el camino -como ha ocurrido con la intención de medir también a los hombres y a los niños-. De hecho, un portavoz de Sanidad asegura ahora que nunca hubo la intención de establecer tal unificación. "Lo que se hizo fue acordar que las empresas firmantes trabajen en ofrecer a los consumidores información adicional sobre el tallaje que refleje mejor las medidas corporales. La unificación no es posible sin un acuerdo europeo", explica.

Sin embargo, el presidente de la Federación Española de Empresas de la Confección (Fadecon), Ángel Asensio, sostiene que actualmente las tallas están bastante unificadas, y que las medidas estándar que usa la industria se actualizaron tras el estudio antropométrico de hace cuatro años. Con todo, la decisión de seguir estos patrones es voluntaria, por lo que Asensio admite que hay marcas que a la medida equivalente a una talla 44 le pueden poner una etiqueta de la S (talla pequeña) para que la clienta crea que en esa tienda la ropa le sienta bien, y por eso tiene menos talla.

Asensio coincide con Sanidad en entender que para la unificación de tallas de ropa "habría que buscar un acuerdo europeo", como se hizo hace unos años con los zapatos. Y lo mismo opinan desde Inditex, con marcas como Zara, Bershka o Pull & Bear. El gigante español de la industria textil tiene tiendas en 78 países, por lo que cuando fabrica una prenda no sabe en qué punto del mundo se va a vender. A pesar de esto, un portavoz de la compañía asegura que el tallaje de sus ocho marcas está hecho según las mismas tablas de medidas, que son, además, las que se usan tradicionalmente en la industria española desde 1972.

Según este planteamiento, un pantalón vaquero de la talla 36 de Bershka (de estilo joven) responde a las mismas medidas de mujer que uno de la talla 36 de Massimo Dutti (especializado en colecciones más clásicas). Pero en la práctica, no es tan fácil, ni siquiera en una misma tienda. Una persona se probó para este reportaje tres pantalones de la talla 34 y hechuras y tejidos parecidos en Bershka. Uno le quedaba perfecto, otro grande (la 32 iba bien) y otro demasiado justo.

Un caso para el que el portavoz de Inditex tiene explicación. La complejidad, asegura, surge porque los tejidos o el diseño hacen que la talla que a una persona le queda bien en un modelo no le sirva en otro. "Si había tantos problemas de aplicación, Sanidad tendría que haberlo pensado antes de publicitar el acuerdo y el estudio antropométrico", critica Ruben Sánchez, portavoz de la asociación de consumidores Facua.

De la misma opinión es el parlamentario de CiU Carles Campuzano. "Es evidente que lo de las tallas no es tan fácil, no dudo de que existan problemas concretos para que se ponga en marcha un sistema de patronaje homogéneo y adaptado a las medidas reales de la población, pero en 2007 se asumió ese compromiso y hay que darle contenido", afirma. Su partido ha sacado adelante una proposición no de ley para reactivar el asunto y volver a poner sobre la mesa el problema de la anorexia y la bulimia, trastornos que sufren alrededor del 6% de la población española, sobre todo mujeres.

"Los millones que ha costado ese estudio, pagado con dinero de todos los españoles, solo han servido para que la industria sepa cómo es el perfil de la ciudadana y pueda usarlo en sus diseños, pero a cambio no ponen nada de su parte. Los trabajos del estudio están paralizados", asegura Sánchez, que forma parte de la comisión de seguimiento del convenio, creada por Sanidad.

Además, independientemente de la polémica unificación de tallas, otros puntos más claros del convenio tampoco se cumplen, a pesar de que tanto Sanidad como la industria aseguran que sí. Localizar una talla 46 no es tarea fácil. En el Corte Inglés o en las de las marcas de Inditex se encuentran algunas, pero pocas. Y es que, las diferencias de diseño y el público al que, en principio, va dirigida una prenda son las que determinan el rango de tallas.

Para los modelos más básicos, el rango suele ser el mayor: de la 34 (incluso 32) a la 44. Para un vestido de corte clásico pensado para una mujer de mediana edad, se suele prescindir de las tallas más pequeñas. Y para los diseños juveniles, puede no haber tallas 44.

Por no hablar de que los maniquíes de medidas extremas no han desaparecido de todas las tiendas. Algunos hay de la talla 38, pero escasos. La mayoría de los reclamos son figurines vestidos con prendas de la 36, y ajustadas con alfileres.

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