viernes, 24 de junio de 2011

Pensar como ganadero de Texas.

La importancia de pensar como un ganadero de Texas
El investigador Wackernagel explica en Santiago su idea de "huella ecológica"


Lo que denuncia Mathis Wackernagel (Zurich, 1962) podría resumirse en una premisa muy simple: la toma de decisiones de los países sobre su consumo de recursos naturales tiene poco que ver con el cálculo que hace un ganadero de Texas para saber cuántas vacas puede alimentar en su finca.

En otras palabras, el mundo consume sin pararse a pensar si el nivel de gasto compromete a generaciones futuras o arruina la capacidad de la naturaleza para regenerar lo usado. En la Escola Técnica Superior de Enxeñería de Santiago, el investigador que acuñó el término de "huella ecológica" -un indicador del impacto de la actividad humana sobre el medioambiente- explicó las bases de su exitosa tesis frente a profesores y alumnos de una universidad, la de Santiago, que tiene en marcha desde 2007 un plan de desarrollo sostenible inspirado en sus investigaciones.

La Universidade de Santiago lleva la cuenta desde entonces de su consumo eléctrico, de papel o emisiones de dióxido de carbono ligados a su actividad. Así, ha descubierto que, por ejemplo, la Facultade de Ciencias Económicas necesitaría unas 344 veces la superficie de bosque para poder asimilar sus emisiones de CO2..

"Deberíamos haber sentido miedo por el crecimiento de la construcción"
Según Warcknagel, para un desarrollo sostenible cada habitante del planeta debería contar con 1,80 hectáreas productivas al año para saciar sus necesidades. En la práctica, el reparto tiene poco de equitativo y exige del medio ambiente más de lo que este puede dar: Galicia, que posee una biocapacidad de poco más de cuatro hectáreas por persona, tiene una demanda de seis para mantener su nivel de consumo.

"Cada vez hay más países que no son haciendas reales", reconoce el Wackernagel, un ingeniero mecánico que acabó dedicándose a estudiar el equilibrio medioambiental durante su época de doctorando en Vancouver. Hoy preside desde Oakland, California, la Global Footprint Network, una entidad sin ánimo de lucro dedicada a medir la sobreexplotación de los recursos de la Tierra. Habla español con un marcado acento mexicano porque durante seis años, entre 1995 y 2001, fue director del Centro de Estudios de Sustentabilidad de la Universidad Anáhuac de Xalapa, en Veracruz, y acaba de recibir un premio por su trabajo en los Emiratos Árabes.

El galardón va más allá de la anécdota, porque los países del Golfo Pérsico encabezan, junto a Estados Unidos, la lista de los estados con mayor huella ecológica del mundo: son los que más recursos gastan y los que más ponen en peligro su propia riqueza y el futuro de terceros.

"Lo que ustedes están ejerciendo es el derecho al colapso, pero no al desarrollo", responde Wackernagel cuando alguien plantea su lucha por la sostenibilidad como una batalla desigual entre países ricos y pobres. "Si no cambiamos esas cifras todo desarrollo será paliativo, no curativo", anuncia. Ecuador, uno de los países con más biodiversidad del planeta, empezó a desarrollar medidas para frenar su déficit ecológico -precisa más tierra productiva de la que dispone para satisfacer sus necesidades- antes de que se lo recomendara ninguna cumbre sobre el clima. "Según Copenhague no tendrían que hacer nada. ¡Copenhague les pedía que no pensaran en su propio interés!", recuerda.

Para Wackernagel, "un agnóstico del PIB y del crecimiento", la situación financiera confirma sus predicciones de que el modelo actual no solo no es compatible con la continua deforestación o las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, sino que "tampoco funciona económicamente". "Deberíamos haber sentido miedo ante el crecimiento del sector de la construcción, pero nos dijeron que todo iba bien, porque el PIB iba para arriba. Hemos creado un sistema que depende exclusivamente del crecimiento y eso es fatal.

Un restaurante no tiene por qué servir cada año más comidas. Cuando compramos una casa, ¿estamos invirtiendo en una trampa? Es lógico invertir en producir pan pero, ¿lo es producir cada vez más casas?", razona el investigador. Se queja de que al Ministerio de Medio Ambiente de España "no le interesa" el informe que su fundación ha elaborado sobre la situación de España porque "ni siquiera lo han editado en papel", aunque junto a Grecia y Portugal es uno de los países en los que más ha aumentado el défícit ecológico en las últimas décadas.

"En España, la huella ecológica es 2,6 veces mayor que la biocapacidad, es decir, se necesitan tres Españas para mantener el nivel de vida y población actuales", recoge el informe. En 15 años, el déficit ecológico del país ha aumentado un 50%, porque se importan más recursos de los que se exportan para cubrir la demanda de la población.

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