miércoles, 22 de junio de 2011

Por qué no leen los periódicos.

Por qué no leen periódicos


Por Cristina Fallarás.

Yo soy un periodista muy listo. Fui el primero en darme cuenta de que lo acampados de la puerta del Sol iban a cambiar el curso de la campaña electoral española, y así lo conté. En seguida vi en ellos un movimiento espontáneo muy de nuestro tiempo, redes sociales y tal, ¿no? Un movimiento sin líderes, con las ideas muy claras, joven frente a los viejunos líderes políticos, un movimiento llamado a definir los nuevos parámetros de la política del XXI.

Aunque también tardé poco en darme cuenta de que esos perroflautas no podían eternizarse en nuestras plazas, coño, que el espacio público es de todos, ¿no?, y uno no puede ocuparlo como si estuviera de cámping, que además eso perjudica la imagen de España en el exterior, y sobre todo el turismo, y el turismo es la base de nuestra economía y sólo falta que vengan estos rastafaris de mierda a jodérnoslo.

Ya lo decía yo y me llamaban facha y tal, hasta que por fin pasó lo que tenía que pasar y esos okupas descerebrados, porque eso es lo que son, una panda de indigentes con mallas, agredieron a los diputados catalanes, los DIPUTADOS, mujeres y hombres elegidos por el pueblo soberano, representantes de usted mismo sin ir más lejos, y de su madre, pilar y argamasa de una democracia que tanto nos ha costado conseguir. Que mira que tiene puertas el parque de la Ciudadela, y van los indignados y eligen la única por la que iban a pasar los políticos. Y entonces sí, ¿no?, cuando vieron eso hasta los de Público vinieron a las mías y entendieron que la cosa ya pasaba de castaño oscuro y que habían cruzado la línea roja.

Pero ya digo que fui el primero en darse cuenta de que los indignados estaban llamados a definir los nuevos parámetros de la política del XXI, y sólo hay que fijarse en las manifestaciones del pasado fin de semana, cómo consiguieron lo que ni los sindicatos, movilizar a toda España en paz y con ambiente festivo, dejando claro que ellos no tienen nada que ver con los violentos del Barcelona, que seguramente lo que pasó es que el consejero de Interior igual que había dado leña cuando estaban todos en paz, se dedicó a esconder a los polis cuando la cosa se puso peluda.

Ya digo, muy listo.

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