jueves, 2 de junio de 2011

Saramago sigue vigente hoy.

Saramago cuestiona la democracia y el Dios de la Biblia en dos polémicas novelas
La colección de obras del Premio Nobel continúa este viernes con 'Ensayo sobre la lucidez' (2004) y 'Caín' (2009).- La primera se distribuirá con EL PAÍS en Madrid, Andalucía y Valencia y la segunda en el resto de España.


En Ensayo sobre la lucidez, Saramago cuestiona el poder político y describe la reacción ciudadana ante una democracia decadente e ineficaz. Una ciudad (cuyo nombre no se menciona), unas elecciones municipales, más del 80% de votos en blanco y un gobierno dispuesto a recurrir a medidas represivas para volver a encontrar la estabilidad, son los cimientos de esta crítica a las democracias occidentales. El autor plantea el voto en blanco como única señal de protesta, como reacción ante la impotencia que provoca saber que con nuestros votos "podemos quitar a un gobierno y poner a otro, pero no podemos cambiar el poder", en palabras del propio Saramago.

Su texto anticipaba ya por aquel entonces el sentir de muchos jóvenes que acampan hoy en Sol. Y es que, la elocuencia de sus palabras, despertaría hoy el grito del más pasivo. Su obra invita a la reflexión, enseña a escoger las palabras, sopesarlas, meditarlas. Rafael Conte, a propósito de la publicación de Ensayo sobre la lucidez escribió para Babelia: "Es una novela abstracta, tan cuidadosa que carece de nombres propios, una novela teórica donde no se pone en tela de juicio la democracia en sí misma, sino sus formas".

Dios, la humanidad y el hermano fraticida de Abel, comparten protagonismo en Caín, novela que volvió a enfrentar al único premio Nobel en lengua portuguesa con la Iglesia Católica. Se trata de una crítica e irónica parodia de la historia narrada en el Antiguo Testamento y que, para Saramago, no debería ofender a los católicos "porque no tiene nada que ver con ellos. El libro habla del Antiguo Testamento y me parece que los católicos no leen la Biblia ni el Antiguo Testamento. Tienen el Nuevo Testamento, que es un texto simpático con parábolas bonitas". Para el escritor, el Dios de la Biblia es cruel porque lo hemos creado a nuestra imagen y semejanza y "habiendo inventado a Dios, inmediatamente nos esclavizamos a él".

Su espíritu de denuncia le valió el rechazo de muchos sectores del poder pero, para la crítica y el público, José Saramago fue uno de los novelistas más importantes de la literatura contemporánea por su análisis crítico de la realidad y por su compromiso ético, siempre por encima de convicciones políticas o religiosas; cualidades que se asoman, una vez más, en estas dos novelas.

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