lunes, 6 de junio de 2011

Un cuarto de siglo sin Borges.

25 años sin Borges

El próximo 14 de junio se celebra su aniversario. Teniéndolo presente, distintos especialistas reflexionan en torno a la vida y obra del gran escritor argentino.

Un autor que parecía ser para poca gente, se convirtió en uno de los más leídos del siglo XX. Foto: Especial

Hace un cuarto de siglo que Jorge Luis Borges murió en Ginebra, Suiza, una de sus “patrias”, como solía decir. Sus restos se encuentran en el cementerio Plainpalais, construido desde la Edad Media. “Borges era agnóstico. Esa actitud la complementó al decir, en varias entrevistas que le hicieron durante sus últimos años, que él podía ver la muerte como una especie de curiosidad, porque iba a ser una nueva experiencia y, ante la posibilidad o promesa de vidas reiteradas ya sea de modo cíclico o con la idea de cielo e infierno, le parecía un horror, prefería que la vida concluyera. Por lo tanto no había en él ninguna creencia en algo trascendental”, comenta Rafael Olea Franco, investigador literario del Colegio de México, autor de El otro Borges, el primer Borges y de Los dones literarios de Borges.

Así reflexionaba el narrador que profundizaba en la naturaleza del tiempo, el infinito, los espejos, los laberintos y en los distintos rostros de la identidad, entre otros asuntos. Sobre el carácter de la página borgesiana, el poeta Eugenio Montale (citado por Domínguez Michael), reconoce: “El universo cabe para Borges en una caja de cerillos”. Por su parte, Alfonso Reyes descubrió que Borges era un mago de las ideas porque “transforma todos los motivos que toca y los lleva a otro registro mental”.

Fernando Sorrentino, narrador bonaerense, autor de Siete conversaciones con Borges y El forajido sentimental. Incursión por los escritos de Jorge Luis Borges, comparte la visión de de Olea Franco. “Efectivamente, la idea que él tenía de la muerte es de aniquilación total, un fenómeno que va más allá del alma inmortal que prometen tantas religiones”.

El crítico literario Christopher Domínguez Michael, autor de Para entender a Jorge Luis Borges, evalúa si Borges es un escritor para “pocos pero doctos lectores”: “Hace rato que dejó de ser para escasos lectores, del universo de las personas en el planeta que les interesa la literatura es uno de los autores capitales. La paradoja de la experiencia de Borges es que un autor que parecía ser para poca gente, se convierte en uno de los escritores más leídos del siglo XX”. Puntualiza Olea Franco, quien participará en el coloquio Borges Lector, próximo a realizarse en Buenos Aires: “Lo cierto es que no todos sus textos son para cualquier lector”.

Desde la óptica de Sorrentino existe un texto de Borges que, en cierta forma, no se ha leído con atención. “Hay un artículo que es un canto a la sabiduría literaria: ‘La supersticiosa ética del lector’ y forma parte del volumen Discusión (1932). Lo veo así porque coincide con el concepto del todo hedónico que tengo de la literatura. Agradezco que un escritor como él haya puesto claramente por escrito lo que yo sentía de modo confuso”.

Visionario de internet

Por la publicación de “El Aleph”, Olea Franco considera que el escritor argentino se adelantó a su tiempo: “Podría decirse que ‘El Aleph’ es una intención o aviso del internet. En dicho relato tenemos un ojo mágico que proporciona absolutamente todas las imágenes del universo. En ese sentido, Borges es un narrador muy moderno del siglo XX, que llevó a los extremos algunas propuestas literarias como el eje de quién narra, quién cuenta la historia y colocar todas esas piezas de manera ambigua”.

Creen los tres escritores que se han acercado a la obra de Borges que es necesario hacer mejores ediciones críticas, porque curiosamente una de las más acertadas es la publicada por La Pléiade, en francés.

La aportación de Bioy Casares

Tanto Domínguez Michael como Sorrentino coinciden en que el voluminoso libro de Bioy Casares sobre Borges es una gran contribución y tiene su encanto. “Quizá no se descubre nada nuevo del Borges-literario, pero sí del Borges-hombre de todos los días que conversa con su amigo sin temor a miradas u oídos indiscretos: se le ve socarrón, malhumorado, cómico, irónico, indignado”, indica el escritor argentino. Para el ensayista mexicano la cantidad de información que da sobre Borges es asombrosamente rica en todos los aspectos.

“Aunque no sabemos exactamente cómo lo hizo Bioy. Desde luego no creo que lo haya inventado; sin embargo, hay un pequeño misterio de cómo se manufacturó este libro. Después de este libro, la imagen que yo tenía de Borges no se derrumbó, al contrario, se volvió más rica, más completa, más humana. No se puede hacer una historia de Borges en el siglo XXI sin tomar en cuenta este gran libro que hizo Bioy”.

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