miércoles, 21 de septiembre de 2011

Despedida sin 'guante blanco'.

Ha sido el último enfrentamiento entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy en el Pleno del Congreso, después de casi ocho años de choques casi semanales. Pero en la despedida tampoco se ha producido acercamiento, el guante blanco no ha existido con casi cinco millones de parados, y quien esperara un gesto de cortesía mutua se habrá sentido decepcionado. Ha sido un rifirrafe áspero, aunque con un mínimo espacio sólo para los buenos deseos personales.

Zapatero ha llegado a primera hora con semblante relajado. Parece otro, como si le hubieran quitado un peso de encima. La presión cae ahora sobre el candidato Alfredo Pérez Rubalcaba, que se sienta dos escaños más arriba, y a quien puede verse solitario por algunos pasillos de la Cámara, con la mirada baja y preocupada, aunque, eso sí, siempre tiene un saludo para todo el mundo.

En el hemiciclo, Zapatero sonríe amable a todo el que se acerca, si un gesto duro, sin una muestra de soberbia ni orgullo. La pérdida de poder, inminente, le ha puesto los pies en la tierra y parece un diputado más. Ni siquiera atrae tantas fotos como antes.

El turno de la última pregunta...
La primera en preguntar a Zapatero esta mañana ha sido Uxue Barkos, la portavoz de Nafarroa Bai, que se ha interesado por la negativa del Gobierno a convocar un referéndum sobre la reforma constitucional.

Zapatero, con calma, muy tranquilo, le ha explicado que se ha respetado escrupulosamente el procedimiento constitucional, y ha defendido la urgencia porque vivimos la crisis más grave de los últimos 80 años, un argumento que ha repetido varias veces esta mañana. Es su escudo, su principal arma para tratar de explicar la situación dramática que deja en España.

El segundo portavoz que se ha dirigido a Zapatero ha sido el portavoz del PNV, Josu Erkoreka, preocupado por el futuro del Estado de las Autonomías. Otro de los temas preferidos del presidente del Gobierno, quien ha recordado los éxitos de este modelo territorial en los últimos 30 años. Zapatero, que tendría en la memoria todavía las palabras de Azaña y Suárez que se rememoraron ayer, subrayó que, en todo caso, el futuro está en manos de todos los españoles, de forma pacífica y libre. Será lo que ellos decidan.

José Bono ha dado la palabra a Mariano Rajoy para "la última pregunta" del presidente del Gobierno. Rajoy, serio, ha querido saber el balance que deja Zapatero, con casi cinco millones de parados. Y ahí es donde Zapatero ha insistido en la crisis mundial, "la más grave de los últimos 80 años", y luego ha barrido para casa: "El Gobierno ha afrontado su responsabilidad para acometer reformas estructurales y para preservar al máximo la cohesión social".

La «confianza» del presidente saliente
Pero Rajoy ha ido directo al grano: "Deja una herencia envenenada". En el Congreso no hay lugar para el lagrimeo de las despedidas, ni para cortesías que muchos ciudadanos no entenderían a estas alturas. No en esta situación. El presidente del PP ha repasado las siete lecciones que deja el zapaterismo a su paso por el Gobierno de la Nación, y luego ha lanzado su mensaje optimista: "España es un gran país y va a superar esta crisis". Los diputados del PP han aplaudido a su presidente, mientras algunos socialistas movían la cabeza, tras esperar en vano que Rajoy reconociera algo a Zapatero, aunque fuera personal.

"Le agradezco la cortesía que ha tenido el señor Rajoy", ha contestado con ironía Zapatero, que también ha mostrado su "confianza" en el país.

Muy tranquilo, sin demasiadas ganas de pelea, le ha dedicado también una pullita a Rajoy, al decir que los españoles necesitan líderes que ofrezcan algo más que ataques al adversario. "No sólo ataque".

Ha sido terminar Zapatero y los diputados socialistas, todos a una, se han levantado como un resorte para aplaudir al presidente del Gobierno, que no ha querido quedarse ni un segundo de más en su escaño. Inmediatamente, siempre con la sonrisa puesta, ha salido del hemiciclo acompañado por Alfredo Pérez Rubalcaba y sin mirar atrás ni una sola vez. Así ha sido la última intervención de Zapatero en el Congreso.

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