viernes, 2 de septiembre de 2011

Guatemala. la madeja de Otto Pérez.

La madeja de Otto Pérez .


No solamente Otto Pérez ha respondido mal o no ha respondido los cuestionamientos iniciales, sino que cada vez se enreda más en la madeja de sus acciones pasadas y presentes. Las preguntas a Pérez eran: a) ¿qué papel jugó en la “guerra sucia” del Estado?; b) ¿qué puede decir en su descargo con relación al asesinato del obispo Gerardi?; c) ¿qué papel jugó en la desaparición forzada y ejecución del comandante Everardo de la URNG?; y d) ¿qué relación tiene o ha tenido con el crimen organizado?

Leímos con asombro la entrevista en que Pérez no niega su participación en las masacres de Quiché, sino que las defiende, utilizando como justificación el enfrentamiento contra el EGP. Dice que la población civil que fue masacrada era parte del EGP y que el Ejército nunca explicó su estrategia a la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH). El entrevistador se pregunta, y nosotros también, cómo los ancianos, las mujeres no combatientes, las niñas y niños, los bebés y hasta los fetos podían ser integrantes del EGP. Eso no tiene sentido, aparte de que se olvidó Pérez que en la Escuela de las Américas le enseñaron los Convenios de Ginebra, que no solamente establecen que la población civil es intocable, sino que aún a los combatientes enemigos se les debe respetar la vida.

Con relación al asesinato de Gerardi, no hay ninguna aclaración de Pérez, pese a que el libro del autor guatemalteco Francisco Goldman lo involucra y, más directamente, éste lo hace en una entrevista reciente. Jennifer Harbury, quien movió cielo y tierra para tratar de rescatar con vida a su esposo, Everardo, ha reunido una gran cantidad de información que comprueba que por más de un año desde su captura, durante el tiempo que Pérez fue jefe de Inteligencia, Everardo fue sometido a constante tortura en Santa Ana Berlín. Según esa información, Pérez insistió ante el Alto Mando que no se podía hacer reaparecer a Everardo, sino que había que eliminarlo sin dejar trazas, como finalmente ocurrió.

Personas que investigan el crimen organizado ubican a Pérez como parte del Sindicato, banda de militares que ha desarrollado actividades de narcotráfico, secuestros, extorsión y mucho más, en disputa con otra banda, La Cofradía, y en relaciones de amor-odio con Los Zetas en México. Esto saldrá eventualmente a luz. Por ahora es sintomático que Pérez se niegue a informar sobre los financistas de su campaña, con el argumento de que ellos pidieron el anonimato. ¿Está la privacidad de los financistas por encima del derecho de la población a saber? Los periodistas también investigan la posibilidad de que Pérez haya sido empleado de la CIA, como ocurrió con Contreras, el temido jefe de la DINA chilena. De comprobarse este hecho, se vendría al suelo su pretendido “nacionalismo”.

El pasado enreda cada vez más a Pérez; pero más las preguntas actuales. No tiene planes concretos y se negó a participar en el Foro de Presidenciables sobre Migración. No sabe qué hacer de cara al 1.5 millones de personas guatemaltecas en el extranjero. Lo único que sigue ofreciendo, basado en el incremento de crímenes en estos días (¿por casualidad?) es “mano dura”, lo cual genera muchas más preguntas: ¿Contra quién? ¿Será otra guerra irresponsable como la de Calderón en México, que ha sembrado luto y muerte en ese país? ¡No a la locura!


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