viernes, 23 de septiembre de 2011

Israel en estado de alerta máxima.

Israel, en estado de alerta ante el discurso de Abbas en la Asamblea General de la ONU
El presidente palestino solicitará esta tarde el reconocimiento como Estado con plenos derechos.- El primer ministro israelí también tomará la palabra ante la Asamblea General
A mediodía, la situación es tranquila en Jerusalén oriental y Cisjordania. No vale hablar siquiera de la tópica "calma tensa", porque la calma impera ahora y la tensión, posiblemente, lo hará dentro de unas horas, después del rezo en las mezquitas. Israel ha desplegado 22.000 soldados y policías en las zonas más conflictivas, en especial allí donde palestinos y colonos están muy cerca (y eso son cientos de lugares), aunque nadie espera grandes llamaradas de violencia. Sólo la enorme decepción palestina con Barack Obama podría descontrolar la jornada de protesta.

La Ciudad Vieja de Jerusalén y sobre todo la explanada de las mezquitas han sido cerradas a los palestinos varones menores de 50 años y a las mujeres menores de 40. Controles militares israelíes controlan las puertas del recinto amurallado y ocupan prácticamente cada esquina en el interior. Una veintena de jóvenes encapuchados irrumpió en los alrededores del paso fronterizo de Kalandia, que separa Jerusalén de Ramala, tirando piedras y cócteles molotov. Las fuerzas de seguridad israelíes respondieron disparando gases lacrimógenos y cerrando temporalmente el paso, informa Ana Garralda.

Menos previsibles son las manifestaciones convocadas a partir de las seis de la tarde (cinco, hora peninsular española), coincidiendo con el discurso del presidente palestino Mahmud Abbas ante la asamblea general de la ONU. La petición de reconocimiento de un Estado palestino dentro, de forma aproximada, de las fronteras previas al 4 de junio de 1967 no inflama los ánimos ni despierta grandes esperanzas; la gente sabe que nada cambiará de un día para otro.

Discurso en la ONU

Se percibe, sin embargo, una irritación sin precedentes contra el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, cuyo discurso ante la ONU ha decepcionado a los palestinos. Prometió mucho al inicio de su mandato, siguió prometiendo hace justo un año, y a la hora de la verdad ha hecho lo que otros inquilinos de la Casa Blanca, con las excepciones de George Bush padre y Bill Clinton en algún breve momento: alinearse con las posiciones israelíes.

Eso, el definitivo chasco con Obama, unido a la sensación de que con el primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, no hay negociación posible porque en realidad no quiere ceder más que algún rinconcillo irrelevante de los territorios ocupados (el propio Bill Clinton opina lo mismo), constituye el mayor elemento de incertidumbre.

Hamás, que se opone a las negociaciones, a la petición a la ONU y a la existencia de Israel, ha convocado un "viernes de la ira". Lo ha hecho, sin embargo, en Cisjordania, donde su influencia es reducida y donde la policía palestina, controlada por sus rivales de la OLP, acogota a los islamistas en cuanto salen de casa. En su feudo de Gaza, Hamás sólo ha permitido manifestarse a las mujeres y a los niños, para no arriesgarse a que las protestas se vuelvan en su contra.

Los colonos israelíes en los territorios ocupados se declaran dispuestos a todo. En Sheik Jarrah, uno de los barrios más conflictivos de Jerusalén oriental, los colonos han anunciado que en cuanto un grupo de palestinos se acerque a sus casas dispararán a las piernas; si se sienten amenazados, amenazan, dispararán a matar.

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