jueves, 22 de septiembre de 2011

Juego de manos/Ensayo

JUEGO DE MANOS… ES DE VILLANOS

POR MARY BERMUDEZ

Hace unos días, mi hermana comentaba acerca de un pleito entre dos mujeres, que frente a la escuela de sus hijos se comenzaron a agredir primero con lenguaje corporal y sin más ni más, pasaron a los gritos y golpes. Esta violencia no es nueva pero, tampoco por ello debemos acostumbrarnos.

Mi primera reacción al oír eso fue decir - ¡Si hacen eso en la calle… imagina como viven en casa!, Y podremos culpar a la vida, al gobierno o a quien sea, pero en definitiva la violencia comienza en casa y no hablo solo del ambiente familiar, hablo de uno mismo.


La violencia que nos auto infringimos es diaria, incluso puede no parecer violencia, por ejemplo cuando recogemos la mesa y se nos cae la salsa lo primero que nos decimos es algo como - ¡Que bestia!, o bien al mirarnos al espejo hacemos mueca de desaprobación y pensamos que estamos ya sea gordos, viejos, aguados, flacos, en fin cualquier calificativo que sea lo suficiente denigrante para dejarnos “conformes”.


Por todo lo anterior es que también permitimos a veces que nuestras parejas, hijos o seres queridos, nos violente de la misma forma y lo “aguantamos”, así entre comillas pues a la larga también nosotros los violentáremos en algún momento, de esta forma tan “natural”. Propiciando así una espiral de violencia que sale a las calles, ataca y retorna de nuevo a casa, cada vez con mas furia
Dentro de uno debiera haber confianza y respeto, mismo que generará hacia afuera lo mismo, que adicionando comunicación dará como resultado aceptación hacia los demás y máxime, cuando son distintos a nosotros.


Quizá si ejercitáramos, resaltado lo positivo de las persona, de forma que lo negativo (que en todos se encuentra), vaya perdiendo terreno, podríamos ir dejando de lado ese vicio absurdo de la violencia. Debemos aprender a valorarnos, a aplicar la crítica constructiva, a no quedarnos callados, pero que cuando hablemos seamos amables, bondadosos con nosotros y los demás. Dejar de quejarnos por todo también es excelente, pues esa queja constante, mis queridísimos amigos, también es violencia. Aprensamos a amarnos, a captar lo que no podemos cambiar y si podemos cambiar o mejor dicho mejorar algo , ¡hagámoslo!

Regalémonos un tiempo para tener un dialogo interno, libre de reproches y juicios denigrantes, llenemos ese tiempo, de nosotros mismos, evitando vacios afectivos, centremos nuestra fuerza interior en nosotros para que como reflejo lo irradiemos a nuestro alrededor, amarnos propiciara que nos amen y que podamos amar, ya que en caso contrario, al no amarnos, exigimos a los demás nos den amor, ese amor que nos falta y generamos violencia digamos “amorosa”.

Critiquemos menos y actuemos más. La discriminación la descortesía y la soberbia son también generadoras de violencia.
Reconozcamos cada una de nuestras virtudes y también las de los demás. Activemos esto para acabar con la violencia generadora de VIOLENCIA.

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