viernes, 30 de septiembre de 2011

La leyenda de 'La Pulga'

Pulga y leyenda
A los 24 años, a Leo Messi no se le adivina el techo tras alcanzar los 194 goles de Kubala, el mítico futbolista húngaro que justificó la construcción del Camp Nou


Leo Messi llegó a Minsk siendo muy consciente de que si marcaba dos goles contra el Bate Borisov igualaría los registros de Ladislao Kubala. Y eso hizo: marcó uno de cabeza, aprovechándose de las enjabonadas manoplas del portero rival, y otro con un zurdazo espectacular, a pase de Alves, el futbolista del Barcelona que más asistencias le ha dado.

Dos goles para sumar 194 y subirse al segundo cajón del podio donde hasta ahora vivía solo Kubala, el húngaro que cambió la historia del Barcelona, ese que obligó a construir un estadio nuevo, el Camp Nou, porque dejó pequeño Les Corts con sus goles; ese que marcó a toda una generación de culés; ese que la paraba con la cabeza, la bajaba con el pecho y la dormía con la izquierda, leyenda pura del barcelonismo que pervive, en bronce, inmortalizado en forma de estatua a los pies del coliseo blaugrana.


"Cuando no le quede ningún récord que romper, se superará a sí mismo", dijo Villa

A la misma edad, solo Raúl, que marcó 29 tantos más, resiste la comparación

Cuando llegó al primer equipo hubo quien pensó que era un buen regate y poco más

"Sus caminos al gol son muy variados", sostiene Pep sobre sus cambios de puesto
Messi ha logrado en 279 partidos lo que Kubala alcanzó en 256. El húngaro exiliado que huyó de la invasión soviética de 1957 necesitó 11 temporadas para firmar su registro goleador, inalcanzable hasta ahora. Al argentino que se fue de Rosario en busca de un porvenir que en Barcelona le garantizaban, básicamente, las atenciones médicas, y su talento, le ha bastado con siete temporadas y el principio del octavo curso para adquirir estatus de mito. "Es un placer alcanzar a Kubala", se limitó a admitir en Bielorrusia, después del partido contra el Bate.

A los 24 años, Messi ha marcado tantos goles con la zamarra azulgrana como el húngaro a los 33: de sus 194 dianas, sumó 32 con el pie derecho; 152 con el izquierdo; ocho con la cabeza y dos con el resto del cuerpo. Con 24 años , solo Raúl, entre los grandes goleadores de la Liga, llevaba más tantos que él: 29. Visto como ha empezado el curso -lleva 14 tantos en 10 partidos-, para cuando Messi cumpla 25 el próximo junio, es probable que haya alcanzado ya los 41 goles que le separan de César, el mayor artillero de la historia del Barcelona. "Solo hay una manera de que no lo consiga", pronosticó Guardiola: "Que deje el Barcelona". No parece que esté por la labor el rosarino de cambiar de aires y tampoco parece obsesionado con el tema: "Ya llegará, no es que me fije. Sería bonito, pero no es algo que ahora me preocupe", admite en referencia a los números de aquel delantero leonés al que llamaban El Pelucas, por su precoz alopecia.

"Romperá todos los récords y cuando no le quede ninguno que batir, nada ni nadie a quien superar, se superará a sí mismo", admitió en Minsk su compañero Villa. "Será lo que él quiera ser", pronosticó un día Frank Rijkaard, el hombre que le dio la alternativa en el primer equipo. De momento, lo que quiere ser es algo bastante sencillo: futbolista del Barcelona, donde ha logrado 169 tantos dentro del área, 25 desde fuera, 16 de penalti y cuatro de falta directa. El argentino no tiene manías reconocidas, más allá de que le guste jugar con botas viejas, muy usadas en los entrenamientos.

Aunque le guste salir a toda pastilla de la ciudad deportiva, pisando fuerte el acelerador, no es caprichoso con los coches y aunque tiene un par, casi siempre usa el que le regaló su padre hace cuatro años. Leo, que ahora vive en Castelldefels, con su novia, es, por decirlo por boca de un compañero, "el futbolista menos divo" del vestuario. "Hasta en la mesa es muy normal", cuentan, porque no es de los más comilones.

"Básicamente, es un buen tío, con mucha personalidad, mucho orgullo y bastante tímido", aseguran en el vestuario, donde se intuye si tiene mal día porque baja la cabeza y fija la mirada en el suelo. "Entonces intuyes que le pasa algo, pero tampoco es de justificar sus prontos.

El enfado viene y va sin mayores explicaciones", explican los mismos que le reconocen como un tipo muy cariñoso. Leo solo soporta cómodo un marcaje, el que le dedican Cristian o Robles, los miembros de seguridad del club que le protegen en los desplazamientos oficiales. Para ellos no hay fintas ni regates. Ni más ni menos, lo mismo que sucede con sus compañeros dentro del campo. Se equivocó quien pensaba al verle llegar al primer equipo que era un futbolista de buen regate y poco más, porque no solo tiene todo el gol del mundo -"básicamente, es un goleador, lo que pasa es que sus caminos al gol son de lo más variado", sostiene Guardiola-, sino que también es un pasador.

"Espero que todo siga así", dice Leo. "Así" es marcando goles para hacer más grande una leyenda precoz como pocas. La Pulga ya es un mito porque nadie ha hecho lo que él.

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