miércoles, 14 de septiembre de 2011

Las elecciones danesas.

Las elecciones danesas miden el tirón de los ultras tras la matanza de Oslo
El avance del centro-izquierda relega al partido de derecha más influyente de la UE


Si la demoscopia no se equivoca, los daneses darán hoy al traste con la influencia del partido de derecha populista más poderoso de Europa, el Partido Popular Danés (DF). Se trata de los primeros comicios legislativos en Escandinavia desde la matanza cometida por el ultraderechista Anders Breivik en Oslo y en la isla noruega de Utoya a finales de julio.

Los sondeos dan por finalizada una década de poder de los conservadores
Los sucesivos Gobiernos minoritarios del bloque de centro-derecha dirigido por los liberales del partido Venstre se han apoyado en los votos del DF. Aunque no participaba en las coaliciones de conservadores y liberales que han gobernado Dinamarca desde 2001, el DF ha sido decisivo en el endurecimiento de las leyes migratorias danesas, que cuentan entre las más restrictivas de Europa. En mayo, el Gobierno danés dinamitó la libre circulación que consagra Schengen al recuperar los controles fronterizos.

Las encuestas de intención de voto dan al centro-izquierda una ventaja de más de dos puntos sobre el bloque de los conservadores. A diferencia de lo que le ha ocurrido a los partidos integrados en la coalición conservadora, expuestos a la erosión lógica de 10 años de gobierno activo, el DF ha seguido sumando apoyos. El actual Gobierno de Lars Lökke Rasmussen (Venstre) ha cedido una y otra vez ante las presiones del DF. Una de las más evidentes fue el polémico restablecimiento de los controles fronterizos entre Dinamarca y Alemania.

El DF ha sabido promover en Dinamarca su ideario antimusulmán y nacionalista. En un país de 5,5 millones de habitantes con una población musulmana de 200.000 personas, los populistas han agitado el espantajo de la islamización. En 1998 tenían 13 representantes en el Parlamento. Ahora tienen 25.

La sociedad del pequeño país escandinavo pasaba hasta hace 10 años por una de las más abiertas y liberales del mundo. En 2001, 13.000 personas buscaron asilo en Dinamarca. La cifra ha caído por debajo de la mitad estos últimos años. La enorme influencia de los populistas en los Gobiernos de centro-derecha durante una década entera han escorado la cultura política de Dinamarca hacia el euroescepticismo y el nacionalismo.

Las encuestas más recientes prevén para hoy una victoria del centro-izquierda, capitaneado por la socialdemócrata Helle Thorning-Schmidt, de 44 años. La recuperación de la izquierda no se debe al partido socialdemócrata, que podría obtener hoy unos pésimos resultados, sino al auge de los pequeños partidos de izquierda con los que se coaligarán los de Thorning-Schmidt. Pero los socialdemócratas, que llevan diez años en la oposición, serán, según las encuestas, los más votados del bloque de centro-izquierda y podrían poner por primera vez a una mujer al frente del Gobierno danés.

Para unas elecciones que se celebran solo dos meses después de los atentados de Oslo y Utoya, el rechazo a la inmigración y a la religión musulmana ha quedado relegado en esta campaña. En las elecciones de 2007 fue uno de los temas centrales del debate electoral. Ahora priman las preocupaciones por la economía.

El enfriamiento económico y la multiplicación por tres de la tasa de paro en tres años -ahora es del 6%- han hundido la popularidad del primer ministro, el liberal Lars Lokke Rasmussen. No han ayudado las polémicas protagonizadas por su Ejecutivo para contentar al DF y asegurarse su apoyo en el Parlamento. Si bien se espera que la derecha salga del Gobierno, el DF solo perderá unos pocos parlamentarios. Su estrella podría cambiar, aun así, cuando desaparezca su crucial ascendente político. La socialdemócrata Thorning-Schmidt ha tenido problemas para afianzar su liderazgo. La han apodado Gucci-Helle por sus gustos caros y su extracción social privilegiada. Los tabloides daneses han explotado estos dos aspectos, lo mismo que los partidos de centro-derecha. Ella se esfuerza en representar su cercanía con los votantes. La socialdemócrata ha visto cómo se recortaban sus apoyos en los sondeos de intención de voto. Su ventaja, mucho mayor hace un par de meses, ha caído hasta hacer de la carrera un duelo cada vez más ajustado.

Una victoria de Thorning-Schmidt supondría un balón de oxígeno para la socialdemocracia europea, de capa caída en todo el continente. El único síntoma de recuperación es, por ahora, la victoria de los laboristas noruegos en las elecciones municipales del lunes pasado.

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