domingo, 11 de septiembre de 2011

México, Las memorias de los buenos.

Se lanzó la biografía del pintor De vacaciones por la vida...

“Sólo las malas personas no dejan sus memorias”: Pedro Friedeberg
Merry MacMasters


Sibarita y epicúreo, más que indignado y rabioso, para el artista visual Pedro Friedeberg hay que gozar la vida con sus “maravillosos” siete pecados capitales, “más bien vicios”, incluso, “virtudes”.

De allí el título De vacaciones por la vida: memorias no autorizadas del pintor Pedro Friedeberg (Trilce Ediciones, CNCA, Universidad Autónoma de Nuevo León), relatadas a José Miguel Cervantes, que se presentó el jueves pasado.

Según el pintor de corte surrealista, “sólo las malas personas no quieren dejar sus memorias. Los buenos, como yo, quieren que todo mundo sepa lo buenos que fueron”. Incluso, Friedeberg se permite hablar de todo: “Digo cosas que no serán muy agradables para muchas personas. Quizás pierda muchos amigos, (pero) ese es uno de mis propósitos. Tengo demasiados amigos y ya no quiero tantos, ya estoy cansado; entonces, no me importa. Estoy acostumbrado a perder amigos, ya se han muerto muchos”.

Hace unas dos décadas el artista conoció al exbanquero y coleccionista Cervantes, quien entonces entrevistaba a Juan Soriano, pero sugirió que al mismo tiempo entrevistara a Friedeberg: “Venía a mi casa una o dos veces al mes y por un hora platicábamos de mi pasado, mi presente, mi futuro, de chismes, de otras personas. Me pidió que hablara de mi niñez, preferí hablar de mi adolescencia, de mi madurez, a la que todavía no he llegado. Nadie llega a su madurez, porque cuando está maduro, ya está listo para el panteón.

“Así hubo una secuencia; luego nos íbamos por unas tangentes, porque uno se acuerda de una cosa que le hace recordarse de otra cosa o persona. (Cervantes) pasó las conversaciones en limpio y quitó algunas cosas que le parecieron indecentes. Fue censor. Es una persona bastante cuadrada, pero no importa, estuvo bien que quitara algunas cosas, porque si no, sería un libro como Trópico de cáncer, de Henry Miller. Le decía cosas y se shockeaba mucho.

A veces tenía razón, porque algunas personas todavía vivían y sus familiares podrían demandar. Seguramente aquí me van a demandar dos o tres, por eso el título dice ‘no autorizadas’. Si me quieren demandar, les diré que no autoricé que se pusiera que tu mamá era la peor cocinera de México”.
Mientras el entrevistado encuentra “aburrido” el libro biográfico de Bertram Wolfe sobre Diego Rivera –“se escribió en una época muy mojigata y Diego es como un ángel perfecto de izquierda”–, califica Ulises criollo, de José Vasconcelos, como “la mejor autobiografía escrita en México”, incluso, dice, la ha leído dos o tres veces. Leonora Carrington también le parece “una escritora maravillosa”.

Respecto de quién podría interesarse en leer sus “memorias no autorizadas”, asegura: “todos los que creen salir adentro, que no son tantos como deberían, pero no sabía que le iban a cortar. A lo mejor muchos amigos míos no son tan excéntricos u originales. A otros les he dicho ‘dale gracias a Dios que no sales, porque si no, hablaría mal de ti’. Les digo que es un honor no salir

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