domingo, 18 de septiembre de 2011

REPORTAJE
Michael Moore entra en campaña
El documentalista publica una autobiografía que recibe el beneplácito unánime de la crítica y se involucra en el proceso de reelección de Obama


Si un hombre visiblemente obeso, con una camiseta vulgar y mal planchada, unos vaqueros caídos, una gorra sin marca y un rostro no especialmente fascinante tratara de entrar en el exclusivo bar de la terraza del hotel Empire en plena semana de la moda de Nueva York (los desfiles se celebran enfrente), lo más probable sería que los tres gigantes con pinganillo en la oreja que custodian la puerta no le hubieran permitido el paso. El racismo estético es lo que prima durante esa semana en la ciudad.

Pero si detrás de ese aspecto tan poco fabuloso se esconde el oscarizado director Michael Moore, la cosa cambia. El pasado miércoles, embarcado en la promoción de unas memorias tituladas Stories of my life. Here comes trouble, Moore fue el insólito protagonista de una velada en las alturas del skyline neoyorquino en la que además de vender un puñado de libros (a 25 euros cada uno) el cineasta entró oficialmente en campaña.

Fue invitado a un acto de recaudación de fondos para los demócratas

"Meta en la cárcel a algunos banqueros, eso le ayudará",
Cuando aún quedan 14 meses para las próximas elecciones presidenciales estadounidenses, Moore, cuya influencia cultural está inextricablemente unida a su visión y compromiso político, era el invitado de honor de un evento organizado para recaudar fondos para la organización demócrata DL21C, dedicada a buscar nuevos líderes entre los jóvenes neoyorquinos. Sin duda el escenario era insólito para un mitin: rubias de larga melena subidas sobre enormes tacones engullendo copas al ritmo de un dj junto a hombres trajeados recién salidos del trabajo ajenos a la fiesta demócrata se mezclaban con incondicionales del cineasta sorprendidos de verle hablar en semejante contexto.

Pero Moore, convertido en látigo popular y populista de los republicanos a golpe de documentales como Bowling for Columbine o Fahrenheit 9/11 y libros superventas como Dude, where is my country?, no necesita de una audiencia entregada para capturar la atención de las masas. En el fondo, como él mismo cuenta en su nuevo libro, sabe bien cómo hablar en público.

Con apenas 18 años, "cuando era un jipi de pelo largo" fue elegido miembro del comité de educación de su ciudad natal, Flint (Michigan) y allí trató de aportar su grano de arena a la política activa, hasta que acabó encontrando otros caminos para ejercer influencia: primero a través de la prensa, fundando un periódico local con el que durante años machacó a General Motors, la empresa que daba y quitaba trabajo a toda su ciudad, y más tarde, y con mucho más éxito, a través del documental militante y de la literatura de no ficción.

El miércoles además volvió a demostrar con un encendido discurso que sigue siendo uno de los mejores portavoces que tienen las bases del partido de Barack Obama, aunque a los miembros más selectos de ese partido les asuste que se les asocie con alguien que al recoger el Oscar en 2003, y ante una audiencia de millones de personas, fue capaz de decir: "Vivimos en una época de elecciones ficticias cuyo resultado es la elección de presidentes ficticios. Avergüéncese, mister Bush, estamos en contra de su guerra", entre otras perlas.

Aquella frase le convirtió en uno de los hombres más odiados de su país y le llevó a sufrir serias amenazas de muerte, como cuenta con detalle en el primer capítulo de sus memorias. Ahora, en cambio, ofrece su receta para que Obama vuelva a ganar las elecciones, se lo dijo en Nueva York: "Meta en la cárcel a unos cuantos banqueros, eso le ayudará".

Aplaudido en la industria del cine por su talento para subrayar el potencial de entretenimiento del género y, sobre todo, por haber conseguido ganar dinero con él (tres de sus documentales figuran entre los más taquilleros de la historia), Moore, autor también de siete libros de ensayos, apenas había recibido aplausos entre los críticos literarios. Sin embargo, el octavo, Here comes trouble, ha obtenido la aprobación casi unánime de los especialistas, aunque con algunos peros. The Hollywood Reporter afirma que "aunque ocasionalmente no es equilibrado, las mejores partes del libro son fabulosas".

The New York Times, pese a subrayar que sigue siendo mejor cineasta que escritor, admite: "Decir que este es el mejor libro de Michael Moore no es un halago extravagante. Hay cosas que podrían ser insufribles pero no lo son porque el libro es bastante divertido y evita el egocentrismo".

A sus 57 años, Moore repasa a través de múltiples anécdotas sus primeros 35 años de vida, desde su infancia hasta su primer documental, Roger & Me. Y efectivamente, muchas veces renuncia a hablar de sí mismo para hablar de personajes que han marcado su vida, como el escritor Kurt Vonnegut, con quien intimó tras ganar el Oscar y quien le suplicó que entrara en política como candidato, o su admiración por Bobby Kennedy, uno de sus héroes de juventud.

Desde sus recuerdos infantiles hasta su traumática experiencia frente al aborto ilegal de una amiga, el libro navega a través de la existencia apasionante de un hombre indudablemente inteligente, siempre entregado a la polémica, que con la excusa de sus memorias ha vuelto a entrar en campaña y que, al margen de odios o simpatías, ocupa un lugar único en la historia de la cultura estadounidense.

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