miércoles, 15 de febrero de 2012

El 'soul' se vuelve noticia otra vez.

Cuando el soul vuelve a ser noticia por Whitney Houston
Por: Fernando Navarro
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La muerte de Whitney Houston volvió a traer a los titulares de los periódicos la palabra soul. No suele ser corriente encontrarse con este género musical, genuino de la comunidad negra en Norteamérica, en las primeras de los diarios españoles. Pero la pregunta saltaba irremediablemente: ¿era la protagonista de El guardaespaldas una representante del soul?
.Seguramente, muchos amantes de este estilo musical que impulsaron Otis Redding o Aretha Franklin nunca incluirían a Houston como una de sus figuras. No solo por su éxito mundial, de un género sobre el que siempre ha latido un sentimiento comunitario, sino también por su condición de estrella del pop que desarrollaba su obra bajo premisas distintas a las que configuran el soul.

La industria siempre ha tenido una obsesión particular por etiquetar sus productos musicales para poder venderlos de la forma más fácilmente posible, compartimentados en las estanterías y en la cabeza del consumidor, acudiendo siempre a nombres concisos y reconocibles: rock, pop, soul, jazz… Y esto también ha sido fomentado por los medios especializados en música para organizar sus reseñas y facilitar el acceso al lector a los discos bajo jerarquías estilísticas. Pero siempre ha sido una cuestión complicada. La música es música y como tal puede exponerse tomando muchas referencias, configurándose como un todo donde no hay barreras de género y se cruzan estilos diversos.

De hecho, desde las mismas raíces de la música norteamericana siempre fue difícil cualquier diferenciación pues, así, desde primeros años del siglo XX, no había distinciones para referirse al blues o el jazz (¿Ma Rainey o Bessie Smith eran cantantes de blues o de jazz?, se preguntaría más de uno). Se entendían lo mismo dentro de las expresiones artísticas de la música popular estadounidense. Incluso el country y el blues podían entenderse parte de lo mismo: música rural y folklórica que se desarrollaba en el sur de Estados Unidos, y que se diferenciaba en buena parte de lo que se hacía en urbes como Nueva York, Chicago o San Luis al amparo de los editores blancos del Tin Pan Alley. Base de todo esto se puede hallar en el libro The Country Blues, escrito por Samuel B. Charters, y también en el fascinante trabajo de documentación y recuperación de Alan Lomax, que recorrió el país entero como un “etnomusicólogo entusiasta”, tal y como hace poco contaba Iker Seisdedos al referirse a su glorioso archivo ahora colgado en Internet.



Entonces, ¿qué fue y es soul? Básicamente, el soul nació a principios de los sesenta en Estados Unidos en tanto en cuanto una serie de artistas empezaron a referirse a sus canciones con este nombre, aunque muchos dirán que soul ya se hacía en los cincuenta cuando se trata de hablar del R&B afroamericano (volvemos a los problemas de las etiquetas y esta guerra será de nunca acabar y ponerse de acuerdo).

Con todo, sin una fecha determinada ni un acontecimiento concreto, dentro de esta evolución humana que es la música popular norteamericana, el soul significó, básicamente, el paso de los artistas negros que hacían gospel a la música profana, dejando atrás las ataduras líricas de un estilo fundamental de la comunidad afroamericana que se desarrollaba en el interior de las iglesias y se comercializó como un género en sí mismo en la música de raza (póngase la palabra negra) en la segregacionista industria del disco de antaño. Los músicos que acostumbraban a cantar casi recitando, como en las iglesias, y con unos determinados arreglos, pasaron a usar este método pero deshaciéndose de la temática religiosa.

Tal vez, los dos grandes momentos en este sentido, claves para muchos musicólogos, fueron los pasos que dieron dos maestros del R&B y el gospel como Ray Charles y Solomon Burke. El primero con la publicación en 1961 de Modern Sounds In Country And Western Music, aunque algunos van hasta su I Got A Woman de 1954, y el segundo con la canción Just Out Of Reach (Of My Two Open Arms) también de 1961 y Cry to Me, un año después. Es conocido el enfado de Jerry Wexler, productor de Atlantic Records, con Solomon Burke al respecto al hacer esta fenomenal y trascendental transición. Burke recitaba el último verso de Just Out Of Reach (Of My Two Open Arms) como si estuviese en el púlpito de una parroquia y Wexler, al otro lado de la cabina, dijo gritando: “¡Esto es R&B, hijo, no gospel!”. A lo que Ahmet Ertegun, fundador y presidente de la compañía, cuyo instinto musical funcionaba como un reloj suizo, replicó al instante, dándose cuenta del potencial de ese novedoso material: “¿Cuál es la diferencia? ¡Déjale que lo haga a su manera!”. La música popular ganó el soul, que seguía siendo música espiritual pero sin connotaciones religiosas en la boca de Otis Redding, Wilson Pickett, Eddie Floyd, James Brown, Marvin Gaye o Stevie Wonder.



¿Se puede incluir a Whitney Houston dentro de esta tradición? A decir verdad, sí porque tenía una educación en el gospel-soul, impulsada por una voz exquisita, que le permitió dar el salto desde un primer momento a la música pop, entendida como una industria de alcance mundial con una determinada forma de trabajar y comercializar su producto. Transformó el modelo de diva soul para convertirse, ciertamente, en un icono pop. Houston formaba parte de la misma evolución que llevó al soul a girar hacia el funk y la música disco. A pesar de los francotiradores que buscaban en una segunda y tercera fila mantener las esencias en las producciones, la cantante de Nueva Jersey quedó marcada por los ochenta, donde los sintetizadores o las bases electrónicas se imponían. Fue la manera en que la música negra conquistó el pop. Fue la forma en la que Houston, una voz soul que mejor se dejaba sentir en las baladas, se hizo una superestrella del pop comercial. Lo mismo se pudo decir de Michael Jackson.




Ambos fueron dos gigantes de alcance mundial, partiendo de la base para exponerse finalmente en el lenguaje del pop. Asumieron sus códigos (mensaje más simple, aceptación de la moda sonora y abandono a cualquier prejuicio estilístico) y se mostraron como una consecuencia millonaria y extravagante de la evolución artística de la música negra norteamericana, tradicionalmente reducida a círculos minoritarios o de relativo impacto comercial. Todo terminó degenerando en calificar de R&B o soul cosas que simplemente ya se movían por patrones del pop, cuyo propósito era el público juvenil del pop, y nada que ver con los pilares sonoros, líricos y sociales que originaron y desarrollaron los más auténticos R&B y soul.






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