miércoles, 8 de febrero de 2012

La vejez y la contaminación.

La edad a la que más CO2 se emite en EEUU: los 60 años
Por: Clemente Álvarez.
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A lo largo de la vida de un estadounidense medio sus emisiones de CO2 van creciendo hasta llegar a un punto máximo a los 60 años, momento en el que empiezan entonces a reducirse. Esta es la conclusión de un estudio, realizado por Emilio Zagheni, del Instituto Max Planck de Investigación Demográfica, en Rostock (Alemania), del que se hacía eco de forma reciente The Economist. El resultado no solo tiene que ver con la evolución de los ingresos económicos de una persona, sino también con cambios en los patrones de consumo por edades. Aunque este trabajo se ha efectuado con datos de EEUU, según Zagheni, resulta previsible que en los países europeos se reproduzca una curva de emisiones de CO2 similar en la vida de una persona. ¿Para qué sirven estos estudios? Hoy en día cuando se analiza el impacto ambiental de la población se suele ignorar la estructura por edades. Sin embargo, esta variable puede modificar algunas previsiones sobre emisiones de CO2.
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La llamada ecuación IPAT fue propuesta al comienzo de los años 70 y se expresa de la siguiente forma: I = P x A x T. Plantea que el impacto ambiental (I) es el producto de tres variables distintas: el tamaño de la población (P); la riqueza (A, de affluence), medida a partir del consumo per cápita; y la tecnología (T), medida a partir del impacto ambiental por unidad producida. La ecuación muestra la complejidad para reducir la huella humana: no basta solo con mejorar la tecnología para ser más eficientes en la producción, pues esto puede quedar anulado por el aumentando de la población o del consumo per cápita. Son muchos los estudios que investigan el diferente peso de cada una de las letras de la ecuación IPAT. El trabajo de este demógrafo del Max Planck profundiza en la cuestión de la población y el cambio climático introduciendo otra variable: la edad.

El impacto ambiental está muy relacionado con el consumo y parece claro que el consumo está a su vez muy vinculado con los ingresos de cada persona. ¿Las edades que más consumen son las que más ingresos tienen? En parte sí. Sin embargo, también influyen otros factores, como el ahorro, la educación, los hábitos, los condicionantes de cada edad… En su estudio, Zagheni analiza en detalle el gasto de los estadounidenses para distintos productos teniendo en cuenta las edades. Utilizando diferentes metodologías, encuentra que según se van cumpliendo años se consume cada vez más electricidad y gas natural. Asimismo, hay productos como la gasolina, los coches, la ropa o los muebles, cuyo consumo aumenta primero mucho a lo largo de la vida, pero luego baja de forma significativa. Esto resulta muy evidente en lo que se refiere al menor uso del coche de las personas más mayores, una cuestión muy vinculada a los condicionantes de la edad.

Con estos datos, el investigador estima a continuación el impacto en CO2 causado por el consumo de cada uno de estos productos para trazar el perfil de emisiones medias de un estadounidense a lo largo de su vida. El resultado es que con 20 años un estadounidense genera de media unas 7 toneladas de CO2, con 40 años supera las 10 toneladas y a los 60 años llega al punto máximo de 15 toneladas, reduciéndose a partir de entonces las emisiones. Como defiende el demógrafo, esto supone que los cambios en la pirámide de edades pueden modificar también las emisiones de CO2 de un país.

“El tamaño de la población, la distribución y la estructura de edades van a determinar las emisiones, por eso se debería tener muy en cuenta también el factor edad en las proyecciones oficiales, que son las que se están utilizando para evaluar el impacto del cambio climático en nuestras sociedades”, incide Zagheni. Según la modelización que realiza, el envejecimiento de la población en EEUU produciría en los próximos años un pequeño, pero apreciable, aumento de las emisiones. Esto ocurriría por la llegada de las generaciones del “baby boom” a los 60 años. Sin embargo, con el tiempo la tendencia sería justo la contraria, al aumentar la proporción de mayores de 70.

El demógrafo considera que los resultados valdrían también para otros países desarrollados. En el caso de España, donde el 21% de la población tiene ya más de 60 años, resulta especialmente acusado el envejecimiento de la sociedad. Normalmente, se incide en las importantes consecuencias económicas y sociales de esta tendencia, pero existen otras muchas implicaciones no tan evidentes (como la movilidad en ciudades con una periferia mnuy expandida).

El trabajo deja bastantes preguntas en el aire, como el efecto ambiental de un aumento de la esperanza de vida de las personas o de posibles mejoras tecnológicas. Por ejemplo: las altas emisiones de CO2 a los 60 años tiene mucho que ver con el mayor consumo de energía electricidad, pero esto cambiaría si se consiguiese reducir la huella de carbono en el sector eléctrico con tecnologías más limpias.

Otra cuestión es hasta qué punto se pueden influir en las generaciones con una mayor educación ambiental. “El impacto per cápita de nuevas generaciones depende de la riqueza, de la tecnología y de la preocupación ambiental”, comenta Zagheni. Como explica, si un país se vuelve más rico, el consumo per cápita tiende a incrementarse. Además, el impacto ambiental de un euro gastado en consumo de productos dependerá de la tecnología utilizada para fabricar esos productos. En cuanto a la concienciación, es cierto que las generaciones jóvenes tienen más probabilidades de tomar decisiones que sean más respetuosos con el medio ambiente. ¿Qué factor prevalecerá de los tres en cada país? “Mi opinión personal es que la educación ambiental ayudará considerablemente en la elección de los bienes de consumo, es decir, quizá no evite que aumente el consumo, pero sí puede hacer que se consuma aquellos productos con una menor huella ecológica”.

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