miércoles, 15 de febrero de 2012

México: esos linchamientos absurdos.

Linchamientos bajo el volcán
Por: Salvador Camarena


Chalco queda rumbo a los volcanes. Es tan grande y poblado que podemos decir que es toda una región al suroriente de la capital mexicana. Antes, el nombre de Chalco estaba ligado a los tiempos de Carlos Salinas de Gortari, cuando el entonces presidente mexicano adoptó ese municipio como el ahijado prototípico de su política social. Pero estos días Chalco, en el Estado de México, es el lugar donde la muerte, en forma de linchamiento, tuvo uno de sus más estúpidos episodios.

Los de San Mateo Huitzilzingo, comunidad de Chalco, se sentían agraviados. El mes pasado tres jóvenes de esa población fueron acribillados mientras bebían alcohol en plena calle. En otro incidente otros dos jóvenes fueron secuestrados y luego asesinados. Eso lo sabemos hoy porque autoridades y prensa han tratado de entender cómo pudo ser que ahí tres hombres, dos de ellos adolescentes, fueran quemados vivos el viernes pasado, en el incidente más reciente de linchamientos en México.


“Con piedras, palos y puños, la turba agredió a los jóvenes, dos de 16 años y uno de 26, sin que estos supieran bien a bien de qué se les acusaba. Y así acabaron sus días: vejados por los golpes, desnudos y quemados vivos”, así reportó ayer el diario Reforma su reconstrucción de lo que en un principio se dijo que se trataba de la respuesta de la turba a un supuesto intento de secuestro de uno de los habitantes de San Mateo Huitzilzingo.

“Ahora cuentan sus agresores que se les hizo fácil creer en el rumor de que José Manuel Mendoza, Raúl Aboytes y Luis Alberto Cárdenas eran secuestradores porque, apenas el mes pasado, dos jóvenes de este poblado fueron ‘levantados’ y aparecieron muertos en Tlalmanalco”, sigue el relato del diario capitalino.

El procurador (fiscal) del Estado de México aún no sabe si, como ha dicho la prensa, todo fue un mal entendido de amores. Reforma ha publicado que José Manuel Mendoza, el joven de 26 años, tenía una novia en el pueblo, la madre de la muchacha desaprobaba la relación y “comenzó a gritar que querían raptar a su hija”. La Jornada en cambio apunta que “según vecinos de las víctimas, decir piropos a unas jovencitas de San Mateo Huitzilzingo fue lo que costó la vida a los tres linchados”. El fiscal Alfredo Castillo solo una cosa tiene clara: “en ningún momento se trató de un intento de secuestro”.

Sobran los detalles de lo que pasó en San Mateo. Baste decir que los testimonios hablan de 500 enloquecidos pobladores, la campana de la iglesia repiqueteando para convocar al pueblo la noche de ese viernes, el enclenque cuerpo policial compuesto por una decena de uniformados rebasado al punto de que a pesar de que inicialmente habían podido rescatar a los jóvenes, no pudieron salvaguardarlos en la comandancia, que fue arrasada al grito de “mátenlos, son secuestradores”. Los refuerzos de la policía estatal llegó demasiado tarde.

Si el fin de semana alguien quiso encontrar algo de racionalidad a lo ocurrido en San Mateo Huitzilzingo, acurrucándose en la lógica de que ciudadanos agraviados, en estos tiempos de violencia en México, hartos de ser víctimas, tomaron la ley en sus propias manos... esa comodidad se convirtió en desazón cuando las declaraciones del fiscal Castillo desmontó la versión de que los linchados eran secuestradores. ¿Entonces? El investigador Carlos María Vilas tiene una respuesta, aunque no la haya dado ayer, sino en una entrevista en 2009 a partir de una investigación sobre los linchamientos en América Latina y en México en concreto.

“En mi consideración, la recurrencia de los linchamientos en los últimos 30 años en México, Guatemala, Bolivia, Perú y algunas otras regiones del continente, siempre destinados a sancionar faltas, para mí son expresiones de ira relacionadas con situaciones de crisis y rupturas. Por supuesto que los linchamientos son expresiones multicausales, pero cuando uno investiga en función de explicarse qué pasa en estas comunidades que linchan, muchas de ellas indígenas, presentadas siempre como comunidades de paz, resignadas, etcétera, que de golpe estallan y matan... mi respuesta es que son comunidades tremendamente afectadas por los cambios macroeconómicos y macrosociales de los que han sido blanco, cambios que las degradaron.


A esto se suma que desde la propia dialéctica histórica se las llevó a aprender que la violencia se tornó habitual como método para buscar la resolución de problemas (…) Son pueblos a los que la historia o, mejor, el Estado, ha situado en condición de indefensión ante todo: la pobreza, el delito, la impunidad del poder político o no. De ahí mucho de la espontaneidad con que reaccionan y van al linchamiento”, dijo Vilas en una entrevista publicada por rionegro.com.ar, luego de haber estudiado un centenar de linchamientos en México. Otro elemento interesante de ese artículo.

Los linchamientos no son exclusivos de México, ni siquiera de América Latina obvio está, pero en pocos lugares se podrá uno encontrar que incluso hay un blog dedicado al tema, como ocurre en Guatemala con http://linchamientos.blogspot.com/

Los linchamientos en suelo guatemalteco han llegado al punto de ser un tema para la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas en Guatemala, que el 30 de octubre pasado “manifestó su ‘profunda preocupación’ por el ‘alarmante’ incremento de los linchamientos en el país, que en lo que va de este año han alcanzado los 234 casos”, según se publicó en emisoras unidas.


Un despacho de la AFP de esas mismas fechas, y también a partir de cifras de la ONU, detalla que “esa práctica ‘sigue incrementándose exponencialmente’. En 1996, 47 personas fallecieron o resultaron heridas por linchamientos; en el año 2000 se registraron 115 víctimas, mientras que para octubre de 2011 se alcanzó ya el número sin precedentes de 234 víctimas".

En 2010, en Colombia estuvo a punto de ocurrir un linchamiento parecido en el origen al de San Mateo: la causa fue un chisme. “Una turba indignada casi lincha a dos sujetos acusados falsamente de violar a una niña. Lo curioso es que fueron imputados del crimen debido a un rumor que creció como bola de nieve. Todo empezó porque un vecino creyó escuchar ‘sonidos raros’ cerca de su casa y lo atribuyó a una violación sexual. Luego, otro vecino ‘confirmó’ la agresión y el rumor se convirtió en furia entre los vecinos que capturaron a dos sospechosos. Los supuestos violadores confesaron ser ladrones pero negaron haber violado a alguien”.

Ahora, hay una veintena de pobladores de San Mateo detenidos por el linchamiento de los tres jóvenes que en realidad eran albañiles, no secuestradores. Pero algo está podrido en el Estado de México, pues ahí en el 2011, según el recuento de La Jornada, hubo 62 intentos de linchamiento, cuatro de ellos se consumaron con un saldo de seis personas asesinadas. Y en el naciente 2012 ya van 11 intentos en municipios de ese estado vecino de la capital mexicana, como los de José Manuel, Raúl y Luis Alberto del 10 de febrero, ocurridos justo al lado de los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl.
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