martes, 10 de abril de 2012

De perejiles y piolas...

De perejiles y piolas
Por: Francisco Peregil | 10 de abril de 2012
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Uno va haciéndose, de a poquito, con los usos del léxico en la Argentina. Y aprende sobre la marcha que estar parado siginifica estar de pie. Miles de usuarios de la línea Sarmiento, donde murieron 51 personas el 22 de febrero, continuan viajando parados cada mañana durante más de una hora. Casi dos meses después de la tragedia el juez sigue sin dictaminar sentencia. Aun no sabemos si falló la maquina o el maquinista. Lo único seguro es que a la empresa concesionaria no se le ha rescindido un solo contrato de los muchos que firmó con Gobiernos peronistas.

Proseguimos con lecciones facilitas, en plan my-president-is-rich: tener contención es contar con el apoyo moral de alguien. Una birome o un lapicero es un bolígrafo. Los noteros son los periodistas callejeros de radio y televisión y los notarios son escribanos. Las prostitutas son gatos. La frutilla es la fresa y las facturas también pueden ser dulces. Un barrio concheto, o sea, es un barrio pijo. Pero un pijo es... eso, un pijo. La heladera es el frigorífico y el frigorífico puede ser la industria cárnica y también la nave donde se manipulan las carnes antes de llevarlas al mercado. Pero nunca será un congelador, objeto al que se conoce como freezer [léase fríser] por estos pagos.

Ahora vienen los verbos irregulares.

La presidenta que bancaba (apoyaba) al sindicalista Hugo Moyano ya no lo banca (no lo soporta). Y tampoco flashea (flipa) con los hallazgos petroleros de Repsol, como hacía en diciembre de 2010 cuando declaraba: "Ojalá todo esto, que es algo concreto, objetivo... el crecimiento, las reservas, los recursos explotados, la duplicación de los pozos produciendo, el crecimiento de los barriles, las inversiones... tuviera también no solamente un espacio de propaganda en los diarios, como anunciantes de YPF, sino que también todos pudieran recoger en su editoriales, en sus notas, eso que también ustedes vuelcan como anunciantes". Las utilidades de las empresas son sus beneficios. Estatizarlas es nacionalizarlas. Mangar es pedir. El Gobierno nacional y los gobernadores llevan desde diciembre mangándole a Repsol-YPF muchos millones de dólares y quitándole áreas de explotación. Entre tanto mangoneo la compañía de capital mayoritario español ha perdido en menos de tres meses un valor bursátil por más de 4.500 millones de euros. Se dice pronto, pero es dinero suficiente como para comprar cinco Instagram y el New York Times si se pone a tiro.

Superados los verbos, convendría destacar lo más importante. Y lo más importante, en Argentina, es que nadie te tome por un perejil. Antes menemista que perejil.

Una vez que uno aprende que un gorila es un antiperonista ya solo queda averiguar qué corno (hermano fino del recio coño carpetovetónico) es un peronista. Gente piola (interesante), canchera (fantasmilla) y salame (tonta) la habrá en cualquiera de los bandos. Obsecuentes, también. Obsecuente no es más que la forma avalada por la Real Academia de definir al sumiso y pelota. No necesariamente tiene que ser ministro.

Pero lo peor, insisto, es que te tomen por un perejil: "Dentro de una organización, particularmente delictiva, miembro de poca importancia al que se le suelen asignar tareas riesgosas", la Academia Argentina de las Letras dixit. La leyenda negra cuenta que durante la dictadura guerrilleros y militares intercambiaron perejiles bajo la mesa. Dejo que mates a ése si me entregas a aquél. Después de ver titulares del tipo... "En todo este embrollo yo fui un perejil", o escuchar cómo un padre pretende salvar a su hijo del talego bajo el pretexto de que no es más que un perejil o ver a una mujer que hace otro tanto alegando: "mi marido es otro perejil" y observar cómo se defiende una militante de Tupac Amarú: "no encuentran una perejil a la que golpear, me usan como perejil en contra de los Kirchner"... que levante la mano el que no se haya sentido alguna vez un perejilillo indefenso. Por supuesto, la condición inherente al perejil es que él mismo no sabe que lo es.

Una vez asimiladas esas nociones básicas de argentino urgente, ya puedes sentarte ante una mesa prolija (ordenada), abrir el morral y desenvolver con mucho tacto el regalo de unas bulerías inolvidables.





En las noches de verano El Cabrero se dejaba caer por los pueblos andaluces vestido de negro, con sombrero y pañuelo al cuello, como un pistolero, oliendo a las cabras que acababa de ordeñar en Aznalcollar. Aquí les dejo, como si se me cayera del bolsillo, un documental sobre él que no se ha emitido aun en España. El Cabrero llegaba a Nerva, por ejemplo, se sentaba en el filo de la silla de enea y dejaba boquiabierto al respetable con unas letras ecologistas como nunca se habían escuchado en el mundo flamenco. Después se arracancaba por unas bulerías de versos tan delicados y sutiles que nos dejaba a todos sobrecogidos, con perdón. Atención a los tiempos: "Esa lluvia que ciega [presente] los cristales, alegrará [futuro] en perdidos arrabales las negras uvas de una parra en cierto patio [y aquí viene lo mejor] que ya no existe". Alegrará algo que ya no existe. Toda la nostalgia de las tardes sureñas metida en un soneto y asomándose al balcón de las bulerías. ¿Qué otra persona que no sea Él podría haber escrito un adjetivo como el de la lluvia minuciosa?

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