martes, 10 de abril de 2012

Muertes sin fin/ Vilma Fuentes.

Muertes sin fin
Vilma Fuentes
Invitada al festival Lire en poche, en Gradignan, cerca de Burdeos, su organizador, Lionel Destremau, me propuso participar en una conversación con el escritor y periodista Patrick Bard. Con este objetivo, me envió La Frontière, novela policiaca de este autor.

Clasificada como novela policiaca, La Frontière se mueve en la cuerda floja de un reportaje ficticio basado en la investigación de terreno. Bard no se limitó a la documentación que existe sobre las mujeres mexicanas asesinadas en Ciudad Juárez. Fotógrafo-reportero, llevó a cabo una indagación sobre los crímenes. Si el protagonista, un periodista en Madrid nacido en Juárez, es un alter ego del autor, es también un personaje imaginario que no puede escapar a un destino anunciado en su infancia en Chihuahua: testigo del asesinato de su madre, ve de frente el rostro del asesino cuando éste le apunta con su pistola. El azar lo salva. Meses después, ve en un diario la foto del criminal convertido en héroe como el policía que logró liquidar al asesino. Su padre, exilado republicano español, decide partir a Francia para evitar la muerte a la cual está condenado su hijo por “haber visto”. Su progenitor fallecido, Franco muerto, Toni Zambudio se instala en Madrid donde ejerce el periodismo.

Una mañana cualquiera, su jefe le anuncia que sale a México para cubrir una serie de reportajes sobre los feminicidios de Ciudad Juárez. Vuelta al país de origen, a un pasado interrumpido, a la amenaza incumplida de muerte.

La coincidencia con el destino de Manuel Buenaventura, protagonista de mi novela Flores negras (titulada en francés: Les Greffiers du diable), quien, al saberse condenado a muerte a causa de sus pesquisas sobre narcos, traficantes de armas, policías y políticos corruptos, decide exiliarse para escapar a esa muerte anunciada, sólo para volver, algunos años después, a una cita ineluctable. Ahí terminan los parecidos entre la novela de Bard y la mía. En Flores negras, los personajes son imaginarios y, más que una novela policiaca, se trata de una reflexión sobre el poder y el tiempo. (Aclaro: me invitan al Festival por L’Autobus de Mexico, de próxima publicación en el Fondo de Cultura Económica como: Calzada de los misterios...) En La Frontière, verdadero thriller, el suspenso es constante a lo largo de sus 500 páginas y los personajes son la copia casi conforme de personas identificables con hombres y mujeres reales.
Leí La Frontière de un tirón, sin poder dejar su lectura a pesar de su universo abrumador, donde no hay pausa para respirar ni luz que penetre un instante en las tinieblas que envuelven de un extremo al otro esta narración estrujante... y real como el crimen. ¿Lo real es un crimen perfecto, señor Black?, titula Bellefroid una de sus novelas.

Patrick Bard lanza al lector por tantas pistas como teorías hay sobre los feminicidios: desde el simple asesino en serie, la secta diabólica, los excesos orgiásticos y sadomasoquistas, narcos, simples imitadores, manipulación del fanatismo hasta lo que parece la solución al macabro enigma de los asesinatos de trabajadoras de las maquiladoras. Evitar a las empresas las indemnizaciones a causa del nacimiento de niños deformes por el uso de productos tóxicos en las maquiladoras. Evitar gastos gracias a la tortura, el destripamiento y la muerte organizados por un miembro de la CIA, antes agente en Chile, El Salvador, Nicaragua. Una de las más estrujantes novelas escritas sobre el tema. Su tema es el horror.

“El silencio real de estos espacios infinitos me espanta”, escribió Blaise Pascal, matemático y filósofo. Tres siglos más tarde, Albert Einstein le responde: “No conozco pruebas del infinito en el espacio, pero tengo pruebas del infinito en la estupidez”. ¿Cómo no sentirse aterrado por los crímenes de Juárez y por la imbecilidad de la especie humana? Todos, quienes quiera que sean, asesinos o autoridades del Estado, son de una monstruosa estupidez: tal es el infinito del que habla Einstein.

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