jueves, 2 de agosto de 2012

España, la primera y única medalla.

Día 7. Aquí está, ya llegó, el primer medallón

Por: | 02 de agosto de 2012
Mireia

Y al quinto día de competición, llegó la primera medalla. Aleluya. Ya puede Rajoy recibir tranquilo a Monti, primer ministro italiano, en el enésimo día clave para la economía española. Somos un pais en alza y una vez roto es maleficio, qué digo yo maleficio, ese contubernio internacional de árbitros, dirigentes, postes de porterías, cadenas de bici, aguas bravas y todo lo que hasta ahora ha impedido nuestro éxito, podemos afrontar el siempre incierto futuro. Que repiquen las campanas de nuestras ciudades y pueblos. ¡Ya tenemos la primera medalla!
El honor le correspondió a la hasta ahora vilipendiada Mireia Belmonte, componente estelar del vilipendiado equipo de natación. Siempre prometiendo y casi nunca consiguiendo, de Mireia se hablaba más de lo que no era capaz de lograr que de lo que ha ido atesorando en su palmarés. La explicación de sus fiascos llevaba a los especialistas por terrenos más psicológicos que de otra índole. El talento estaba, pero no terminaba por liberarse. A partir de esta premisa, barra libre para las especulaciones. Personalidad, entorno, métodos, entrenadores, federación, todo un popurrí de variables que nunca terminaban por encajar. Si la cabeza y todo lo que se produce dentro de ella es uno de los factores principales que marca las diferencias en la alta competición, la de Mireia no funcionaba como debía. Pero claro, eso fue hasta ayer. Hoy asistimos al nacimiento de la otra Mireia. La deportista talentosa, capaz de soportar una enorme presión, de dar lo mejor en el momento preciso, de nadar con inteligencia, de llevar al límite a su cuerpo. Es la Mireia que ha dejado atrás sus miedos, como declaraba minutos despues de su triunfo. 200 extenuantes metros nadados en ese estilo que cualquier mortal, por mucho que quiera lucirse en la piscina del barrio, no aguanta ni 20, han obrado el milagro. Aunque quizás no haya sido ningún milagro. Quizás simplemente era cuestión de tiempo, de maduración, un camino que cada uno recorre a una velocidad diferente, y no olvidemos que estamos hablando de una chica que no ha cumplido los 22 años todavía. Pero tampoco podemos considerarnos un país con excesiva paciencia en estos asuntos. En cuanto se anuncia un posible talento, le colocamos en aspirante a medalla, y si luego no lo logra, que se atenga a las consecuencias. Sea como sea, esos ojazos de Mireia se merecían este honor.
¿Y ahora qué? ¿Medalla diaria? De entrada desaparece ese triple cero en el medallero que empezaba a resulta algo sonrojante si tenemos en cuenta que somos considerados una potencia deportiva mundial (lo que resulta discutible y de lo que me gustaría tratar otro día). Si la delegación española tiene mentalidad colectiva, cualquier éxito de cualquiera de sus representantes debe ser motivo de alegría y alegres se compite mejor. El pesimismo es contagioso, y del pesimismo al victimismo hay solo un paso. En la explicación de la pesada sequía se había abierto un resquicio para echar la culpa al empedrado, como bien ha demostrado la selección de fútbol con un discurso muy viejuno, de las épocas del codazo a Luis Enrique, y que creíamos superado. Errores de todo tipo los hay y los habrá, y lo que le está pasando a España seguramente le está ocurriendo a cualquier país con numerosa participación. Agarrarnos a estas cuestiones no aporta nada salvo un justificación para esconderse detrás. Además se termina metiendo todo en el mismo saco. Que si un arbitro, que si un poste, que si un cuarto puesto. Detrás de cada fracaso, salvo algún caso clamoroso, hay una explicación que atañe a los propios protagonistas o a sus rivales, que han sido mejores. Y en ese análisis es en el único sitio donde se van a encontrar elementos para que en la próxima ocasión las posibilidades de éxito sean mayores. Todo lo demás es puro enredo que en la mayoría de las veces, además, no concuerda con la realidad.
Mas allá de esto, me cuesta elucubrar. La onda expansiva de la medalla sí puede tener un fuerte impacto tanto para la propia nadadora como para el equipo de natación, al que todavía le queda faena.  Ahora bien, no alcanzo a medir la influencia que puede tener la medalla de Mireia esta tarde, a las 16.57, cuando Maialen Chourraut dispute la final de slalom individual en aguas bravas. O cuando juguemos contra Gran Bretaña en baloncesto o Corea del Sur en balonmano. Eso sí, a nuestras chicas de waterpolo (o las de balonmano) no les hace falta mayor empuje que le que ya tienen. Su remontada ante EEUU (equipo de físico impactante que tiene una jugadora que da hasta miedo por su corpulencia y los mandobles que reparte) en los últimos dos minutos fue maravillosa y demostradora de un carácter competitivo que les sigue engrandenciendo. A mí ya me tienen pillado.
Como no sabemos lo que va a ocurrir, pues pensemos en positivo. Esto ha sido un cambio de ciclo, concepto muy de moda. Todos los hados en nuestra contra, se han pasado, cual transfugas, a nuestro lado. !Fuera cenizos y agoreros! ¡Llegan días gloriosos!
¿A que se desayuna mejor así?
Postdata en zapatillas. Yo de mayor quiero tener unas zapatillas como estas.
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