sábado, 30 de junio de 2012

Los mexicanos de Maná en Rock in Río.

Maná riega de esencia latina Rock in Río

El grupo de rock mexicano deja en Arganda un vendaval de música mestiza y contagiosa


Maná, en su concierto en Arganda. / Claudio Alvarez
Soplaba el aire templado tirando a frío de la noche en Arganda y Maná saltaba al escenario hacia las 12 de la noche para regar Rock in Río de esencia latina. Los reyes de esa marea global del pop en español por todo el mundo –de su México lindo a Alemania, pasando por Estados Unidos-, los de Jalisco, que hasta de negro son capaces de rayar todos los soles, fueron las estrellas de la primera entrega del Festival después de la actuación de Lenny Kravitz, que no se quisieron perder.
Habían pasado un día tranquilo por Madrid con sus familias. Álex González, el batería bucanero plagado de tatuajes, de paseo con sus tres hijas en plan padrazo; Fher Olvera husmeando tabernas y librerías con que acopiarse de poesía, su droga dura, aparte de pasearse por el bario de la Latina, donde ha alquilado un pisito, Sergio Vallín en busca de rasgueos flamencos con que adornar su guitarra de metálica armonía latinoamericana con los restos de Albinoni y otros clásicos a los que también se debe, como demostró ayer en un solo espectacular, y el resto de la banda a su aire.
Les gusta Madrid porque tardaron en conquistarlo. Empezaron en los clubes más perdidos y hoy, después de haber ido escalando hasta llenar estadios, no olvidan sus orígenes. La última vez que pusieron a sus pies la capital de España fue en septiembre con su gira basada en su disco ‘Drama y Luz’ –que aun no han terminado a nivel mundial- y que entonces les llevó también por Barcelona, Canarias, Murcia, Málaga, Bilbao… Pero si bien entonces se centraban en su más reciente repertorio, la de ayer fue una noche a ritmo de éxitos y de clásicos.
Más de 20 años de Maná quedaron condensados en una descarga de rock latino tan hiriente como festivo, un vendaval de música mestiza y contagiosa, de esencia nacida en los antros, las calles pobladas de desheredados y entre los naufragios de amores imposibles a los que cantan tan desoladora como insobornablemente.
Provistos de su tequila, esas botellas en las que dice Fher Olvera, según le explicó a Bono, se encontraba la sangre y el sudor de los mejicanos; amparados por sus velas a santos, sus ungüentos y su simpatía providencial, marcando su respetuosa irreverencia por todos los palos que tocan -desde el reggue al corrido, pasando por la salsa y el rock más puro- Olvera puso las pilas al público en el escenario principal mientras todos se dejaban comandear por la base rítmica y los golpes de baqueta de Álex González y el bajista Juan Calleros.
Más de 20 millones de discos vendidos les contemplan, lo mismo que haber sido elegidos como el tercer mejor grupo en directo que pasó por Estados Unidos el año pasado, después de U2 y Madonna. Su directo ha impactado a Chris Martin, líder de Coldplay, que les venera, y junto a quien tocaron en el único Rock in Río en el que han participado, aparte de anoche en Madrid, y que fue precisamente en Río de Janeiro.
La globalidad latina que ha conseguido Maná, su marca identitaria, su éxito, se dejó sentir ayer en Rock in Río como una seña fundamental para la iniciativa que va extendiéndose por diversos escenarios de Iberoamérica, con los temas de siempre y calentando el ambiente para un nuevo recopilatorio que aparecerá a finales de agosto. De Oye mi amor que abrió el recital, a Labios compartidos, que lo cerró, el recorrido durante casi dos horas encontró a su pasó el guiño funk de Déjame entrar, himnos como Latinoamerica, desgarros como Manda una señal o el clásico Muelle de San Blas, juegos punk como Me vale o delirios latinos en estado de fervor como Corazón espinado.
Sus sones, sus melodías, sus derroches de energía untada de pérdidas, fracasos, soledades y borracheras ahuyentaban los malos espíritus ante la contemplación de su poderío en directo, que no defrauda, que crece y les toca ya con el halo de la leyenda.
Purifica escuchar en vivo la historia resumida de su estela. Transforman sus propios temas en su sonido original y les dotan de renovada intensidad. Buscan, marean y exorcizan los buenos y malos espíritus, aquellos de dónde sacan su música de referentes nada disimulados pero que les otorgan una indiscutible personalidad propia. Son los héroes del eclecticismo latino, abierto y empapado de puras referencias pero sobre la base de una honesta autenticidad.
Deben tanto a U2, Led Zepellin o Police como a Chavela Vargas, José Alfredo Jiménez o Bob Marley, pero en esa cocktelera fascinante donde todo lo mezclan, el líquido de buen rock destilado que uno bebe responde únicamente a un único nombre: Maná.

México elige hoy presidente.

México elige hoy presidente en busca del tiempo perdido

El PRI se ve de vuelta en el poder tras doce años de paréntesis conservador

Internacional | 01/07/2012 - 00:00h
Elisabet Sabartés | México
Corresponsal
  • ENRIQUE PEÑA NIETO
    PRI, expartido oficialista
    El abogado (45 años)que puede recuperar la presidencia para el viejo partido de Estado es a la vez el candidato que mayor rechazo social provoca en la historia reciente del país. Los fantasmas del pasado autoritario y corrupto del PRI juegan en su contra. Últimos sondeos: 42,2%
    ANDRÉS LÓPEZ OBRADOR
    PRD, centroizquierda
    “Al diablo con las instituciones”, dijo hace seis años al perder la presidencia por el 0,56% de los votos este exalcalde de México (58 años). La izquierda pagó cara su rebeldía y ahora abraza posiciones más moderadas. No obstante, sigue hablando de fraude. Últimos sondeos: 29%
    JOSEFINA VÁZQUEZPAN, conservadorEconomista y exministra de Educación (51 años) fue víctima del “fuego amigo” disparado desde su propio partido. Nunca tuvo el apoyo del actual presidente, Calderón, que apostaba por otro delfín, y la mala imagen del PAN le ha restado posibilidades. Últimos sondeos: 25,2%
Los mexicanos acuden hoy a las urnas ante la disyuntiva de elegir entre dos proyectos antagónicos de país; dos visiones enfrentadas acerca del futuro, atadas sin embargo a la añoranza de un pasado de bienestar y oportunidades, ensombrecido ahora por un presente de inseguridad, violencia, desempleo, pobreza y crecimiento mediocre.

El dilema ha polarizado a los electores, divididos socialmente y sobre el territorio, en una suerte de "esquizofrenia entre dos agendas incompatibles en casi todos los ámbitos", como observa el analista Jorge Zepeda, coincidiendo en su apreciación con el columnista Sergio Sarmiento. "Son -dice- dos esquemas de nación; el estatismo nacionalista de regreso a los años cincuenta que encabeza Andrés Manuel López Obrador del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y la reedición del neoliberalismo de los años noventa que representa Enrique Peña Nieto del Partido Revolucionario Institucional (PRI), acompañado de los dinosaurios de la vieja escuela, porque sin ellos no puede pensar en ganar".

La frustración de los ciudadanos ante la falta de resultados tras doce años de Gobiernos conservadores del Partido de Acción Nacional (PAN), además del conflicto con más de 50.000 muertos desatado en los últimos seis años por el presidente Felipe Calderón en su guerra contra el narco dejaron en la cuneta a la candidata oficialista Josefina Vázquez Mota y convirtieron la carrera por el poder en un duelo entre dos, si bien las encuestas señalan que vencerá el PRI.

"Nunca los mexicanos fueron a votar en medio de una ola tan vasta de violencia", advierte Ramón Alberto Garza, editor del diario Reporte Índigo, que abunda sobre el enfrentamiento de proyectos. "Peña -señala- es la vuelta al presidencialismo, alineado ahora con los privilegios de las élites y la estructura monopolística de la economía. López Obrador modificaría esa correlación de fuerzas con una refundación institucional de alcance desconocido". En cualquier caso, "ambos miran al pasado", dice el ensayista Roger Bartra.

Los expertos identifican una clara división territorial del electorado, con un norte y la península de Yucatán dominados por el PRI; una pequeña porción del occidente bajo influencia del PAN; y un centro y sur, partidarios del PRD. Igualmente, detectan los vectores dominantes en las tendencias de voto. De entrada, el castigo al Gobierno de Calderón, que presenta cuentas macroeconómicas sanas -con bajas tasas de inflación, deuda y déficit- pero que deja una brecha social enorme -con 12 millones de nuevos pobres (para un total de 52 millones); el 30% de la población activa en la economía sumergida; el 41% de la riqueza nacional en manos del 10% de la población y un anodino crecimiento anual del PIB del 2,3%. En segundo lugar, el voto de la nostalgia y la seguridad a favor del PRI, que rentabilizaría su supuesta capacidad para, en palabras de Bartra, pacificar el país mediante la "negociación del incumplimiento selectivo de la ley" con las mafias del narco. Finalmente, el voto joven que, según Garza, "se la jugaría por un cambio de rumbo y la modificación del actual esquema de privilegios de unos pocos".

Los analistas coinciden en el impacto limitado sobre los resultados electorales del movimiento estudiantil YoSoy132, surgido espontáneamente para denunciar la manipulación mediática del voto e impedir el regreso del PRI. Todos lo identifican, como el verdadero dinamizador de la campaña y la semilla de la consciencia democrática que impediría un eventual intento de restauración del autoritarismo priísta.

"No creo en la involución. Es cierto que hay un desencanto democrático por el estancamiento en los años del PAN, pero México es un país muy joven... Aunque históricamente los jóvenes han sido abstencionistas, si salen a votar en masa, las encuestas se van a caer", matiza Sarmiento.

En estos comicios se renuevan, simultáneamente, la presidencia y el legislativo federal, además de siete gobiernos y quince parlamentos locales y casi 900 alcaldías. Entre los casi 80 millones de mexicanos con derecho a voto hay 14 millones de jóvenes que pueden elegir por primera vez al presidente de la República.

México, el congreso el otro botín.

El Congreso, el otro regreso del PRI

El partido quiere volver a dominar ambas Cámaras, algo que no sucede desde 1991

Propaganda del PRI, en un autobús en la capital mexicana. / Esteban Felix (AP)

Las presidenciales mexicanas han acaparado la atención, y por buenas razones. Un joven y avasallador candidato de un viejo partido, la primera mujer en disputar con posibilidades reales el cargo más alto de la política y el gran retorno de un político de izquierda que se ha sabido reinventar han producido una vibrante campaña en la que, sin embargo, hay otros 2.126 puestos en disputa, entre ellos los del Congreso, el otro poder del Estado mexicano que va a las urnas y que podría volver a lucir, como hace dos décadas, una aplastante mayoría priista.
“La verdad es que va a ser el desastre del Partido Acción Nacional (PAN) y la recuperación absoluta del Revolucionario Institucional (PRI)”, dice Miguel Osorio Chong, secretario de organización del PRI. Osorio, uno de los políticos más cercanos al candidato priista, Enrique Peña Nieto, hace números y pronostica que, junto con sus aliados, tendrán mayoría en la Cámara de Diputados y “con mayor facilidad” en la de Senadores. Un escenario así no existe en México desde 1991.
El Congreso mexicano se compone de 500 diputados y 128 senadores. Hay 300 distritos electorales y de cada uno de ellos saldrá un diputado. Los 200 restantes se asignan según el porcentaje obtenido por los partidos. La República Mexicana está compuesta por 32 Estados. En cada uno de ellos se elige a dos senadores. Un tercero llegará a la Cámara alta como representante de la primera minoría de cada Estado. Y otros 32 senadores serán, también, asignados por el método proporcional. Los diputados se eligen cada tres años y los senadores cada seis.
“He estudiado los números y es imposible que el PRI y su aliado, el Partido Verde Ecologista de México, ganen 167 distritos”, dice Rafael Giménez, vicecoordinador de la campaña de Josefina Vázquez Mota, candidata del PAN a la presidencia. Giménez menciona 167 distritos porque ese es el número clave de triunfos directos en elecciones de diputados. Con 167 y al menos el 42,2% de la votación, la ley electoral otorga a ese partido los asientos suficientes para tener 251 legisladores. Para Giménez, “tendríamos una Cámara de Diputados con proporcionalidad casi pura", donde sumados el PAN y la izquierda disputarían el poder a la mayor bancada, que será priista.
Osorio Chong ve un Congreso muy distinto. El operador electoral del PRI cree que ganarán entre 210 y 220 distritos. A esos habrá que sumar los de representación proporcional. La ley, sin embargo, establece un límite para evitar la “sobrerrepresentación legislativa” que impide que cualquier partido tenga más de ocho puntos porcentuales en escaños por encima del porcentaje de votos que logró. Peña Nieto pretende abolir esa cláusula, establecida en 1996 para frenar el dominio priísta de las Cámaras.
“Un presidente con mayoría simplemente tendría una mejor oportunidad de llevar a cabo su programa de gobierno”, ha escrito Peña Nieto sobre ese límite que obliga a negociar para tener la mayoría calificada, indispensable para cambios constitucionales. “Sin mayorías se pierde la capacidad de decidir y transformar, lo que termina por erosionar la capacidad de gobernar”, aseveró el candidato presidencial del PRI.
Con el impulso de la campaña realizada por Andrés Manuel López Obrador, los partidos de la izquierda podrían representar la segunda bancada en la Cámara de Diputados. En cambio, en el Senado serían la tercera fuerza.
Completan la jornada las elecciones en siete Estados —Distrito Federal, Morelos, Guanajuato, Jalisco, Chiapas, Yucatán y Tabasco— donde habrá cambio de gobernador. Ocho renovarán alcaldes y congresos. Las encuestas no son buenas para el PAN. Perdería Jalisco, Estado que gobierna desde hace 17 años, y Morelos, donde lleva 12 años. Salvo la capital, el PRI no da por perdida ninguna otra elección estatal. Como en los viejos tiempos.

México, un país impaciente por el cambio.

Un país impaciente, listo para saltar

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  • Elecciones México 20ucha contra las amarras que le impiden alcanzarla. En primerísimo lugar, la amarra de la costumbre, la hegemonía mental del pasado. Creo que eso ha quedado atrás.
El nacionalismo revolucionario que engendró al PRI ha sido desplazado a fuego lento por un nuevo paradigma de país que domina incluso al propio PRI. En ese nuevo paradigma, México no huye sino se acerca a Norteamérica, no cierra sino abre sus fronteras, cree tanto en el estado como en el mercado, ha cambiado el campo por la ciudad, la unanimidad por la pluralidad, el silencio por la gritería, la paciencia por la exigencia, el sentido mítico de comunidad nacional solidaria por una diversidad de liberales salvajes que no creen sino en sí mismos y en lo que tienen a la mano.
Es un país en movimiento que deja atrás sus viejas raíces. Muda de piel en el molino gigantesco de sus cambios: la economía que se globaliza, la población que se cuadruplica, la conciencia que deja atrás sus señas de identidad y es cada vez más una fuga hacia el futuro.
Nada que no sea un ciclo sostenido de prosperidad puede dar una respuesta seria a las “grandes emociones y los pensamientos imperfectos” (Rubem Fonseca) de esta masa humana en movimiento. Cualquier otra cosa será repetir la película de luces y sombras que vemos hoy: modernidad y miseria, estabilidad económica y violencia criminal, planta exportadora de primer mundo y economía interna de cuarto.
México necesita una épica de prosperidad, una narrativa creíble de futuro. Puede montarla sobre los ejes que el interregno democrático de doce años ha sembrado al fin en la cabeza de la sociedad mexicana, luego de demoler uno a uno sus mitos: el mito de la revolución, el mito del presidente, el mito del petróleo, el mito del PRI, el mito del enemigo en la frontera norte, y el gran mito del gobierno que da y la sociedad que recibe.
La campaña electoral que termina este domingo ha mostrado con nitidez el paradigma sustituto. Su piedra de toque es el acuerdo mayoritario entre los candidatos de abrir Pemex, la empresa petrolera estatal, a la inversión privada. En esto coinciden candidatos y partidos por los que votará más del 70 por ciento del electorado. Coinciden, fundamentalmente, el PAN y el PRI.
Pemex es una empresa y es un emblema. Abrir Pemex a la inversión privada representa un antes y un después mental de nuestra historia. Quiere decir que México se ha dejado atrás y mira hacia adelante.
Se dirá que falta en ese acuerdo la izquierda, y es verdad. Porque en esto la izquierda que compite hoy, representa el pasado de México. La historia le pasa enfrente y no la esperará. De hecho, le ha pasado enfrente todos estos años sin que ella se atreva a subirse.
Desde 1988, la alianza del PAN y del PRI es la que ha hecho las reformas fundamentales de las que vive el México moderno. La izquierda se ha mantenido al margen de esas decisiones estratégicas, impugnándolas. Sólo ha ido a la vanguardia, y no es poco, en la legislación liberal de costumbres para la ciudad de México –aborto, matrimonios del mismo género con derechos plenos de pareja.
El PAN y el PRI pueden volver a ser aliados en los años que vienen pues coinciden en cuestiones tan fundamentales como poner fin al tabú petrolero. Si pueden cortar juntos ese nudo, podrán cualquier cosa. El que puede lo más, puede lo menos.
Me ha preguntado un periodista chileno qué se juega México en la elección de este domingo. He respondido que se juega la posibilidad de ir más rápido o más despacio hacia la prosperidad.
Un gobierno democrático fuerte, con mayoría clara en el Congreso, irá más rápido. Un gobierno débil, más despacio. Eso lo decidirán los electores mexicanos hoy. Las encuestas indican que habrá un gobierno fuerte, porque el país tiene prisa. Tiene razón. Ha hecho ajustes suficientes con el pasado. Está listo para saltar.

Alternancia mexicana.


Alternancia mexicana

El próximo presidente necesita una mayoría

en el Congreso para las necesarias reformas

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Si las encuestas aciertan —y apuntan a una distancia clara en favor del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto—, los mexicanos decidirán hoy una alternancia en la presidencia de la República tras 12 años de predominio del Partido de Acción Nacional (PAN) en periodo democrático. No son las encuestas las que votan, sino los ciudadanos. Pero si se confirman los vaticinios, no significará una vuelta atrás. El PRI de hoy no es el que gobernó durante setenta años en la llamada dictadura perfecta, ni México es el mismo, pese a persistir un alto grado de corrupción. Aunque la política mexicana esté aún demasiado distanciada de la ciudadanía, esta es una democracia abierta.
México ha cambiado profundamente, pero los seis primeros años del PAN, con el presidente Vicente Fox, fueron económica y socialmente mucho más provechosos que los del mandato siguiente de Felipe Calderón. Este se ha enfrentado a una crisis económica, no ha sabido reducir la desigualdad económica y su guerra contra los narcotraficantes, en la que no han entrado los candidatos, no solo no ha tenido éxito, sino que ha elevado el nivel de violencia en el país.
El relevo en la presidencia no se producirá hasta el 1 de diciembre. Cinco meses de transición son un periodo demasiado largo, aunque el nuevo Congreso se constituirá tres meses antes, en sus dos cámaras, que también se eligen este domingo, con una importancia crucial. Pues si, como le ha ocurrido a los tres últimos, el próximo presidente no cuenta con una mayoría en el Parlamento, no podrá hacer las reformas que México necesita con urgencia, sobre todo en materia energética, laboral, fiscal y educativa.
La candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, ha llevado a cabo una campaña plagada de errores, conservadora, demasiado pegada a la Iglesia católica y sin atractivo. Puede arrastrar en su caída a su partido. Ahora bien, no sería bueno para la profundización de la democracia mexicana que el PRI se quedara sin una oposición real a su derecha, con solo a su izquierda la voz crítica del PRD (Partido de la Revolución Democrática), cuyo candidato Andrés López Obrador va segundo en las encuestas, y si no gana es más que posible que discuta el resultado. México, sin embargo, no puede permitirse otra presidencia con sombra de ilegitimidad.

México, ante un cambio histórico.

México, ante un cambio histórico

El PRI y la izquierda enfrentan sus proyectos de país en las presidenciales de México

López Obrador -de lado- y Peña Nieto el jueves en México. / H. R. (REUTERS)

La democracia de habla hispana más grande del mundo —casi 80 millones de mexicanos están convocados a las urnas— tiene este domingo una cita con la historia. Sea quien sea el ganador de las elecciones presidenciales, marcará un hito: el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al poder después de 12 años, el primer triunfo de la izquierda en este país o la primera mujer presidenta de México.
Los 90 días de campaña electoral han dado expresión a un pulso, el del pasado con un futuro ya presente. Todos los candidatos se han ofrecido como una renovación: el favorito destacado en las encuestas, Enrique Peña Nieto, como el nuevo rostro de un nuevo PRI; Andrés Manuel López Obrador, como el líder de una izquierda moderada, reconciliado con las instituciones a las que desafío hace seis años, y Josefina Vázquez Mota —condenada al tercer lugar por los sondeos— como la política “diferente”, que marca distancias con el Gobierno del presidente Felipe Calderón, de su mismo Partido de Acción Nacional (PAN). Los tres han prometido enterrar un sexenio en el que —como dice Daniel Moreno, director del diario digital Animal Político— “a la pobreza y la corrupción se ha añadido la violencia”.
Doce millones de nuevos pobres en estos seis años hasta alcanzar los 52 millones —el 42% de la población—, según cifras oficiales; más de 55.000 muertes vinculadas a la guerra contra el narcotráfico; un crecimiento económico mediocre que ha expandido el empleo informal hasta el 30% de la población activa y una democracia estancada justifican la necesidad de un cambio de rumbo, como han manifestado la mayoría de los mexicanos, sobre todo los jóvenes, verdaderos protagonistas de esta campaña electoral.
¿Cuánto de máscara hay en el cambio al que apela la clase política? El analista Jorge Zepeda subraya la “esquizofrenia” entre ese deseo y la realidad. “En Peña Nieto parecen prevalecer los mitos y los recursos del PRI del pasado; a López Obrador cada vez que se le ha rascado ha sacado su carácter premoderno y Vázquez Mota nunca mostró nada diferente”. Además, “la partitocracia corporativa, los monopolios y los sindicatos son factores que impiden ese giro”.
La urgencia de un golpe de timón ha dividido y polarizado a los ciudadanos, enfrentados ante dos proyectos de país. “Muchos electores, que anteponen la seguridad a la pluralidad, sienten nostalgia por el pasado, por la eficacia de los Gobiernos del PRI mientras que otros muchos asocian ese pasado al autoritarismo y quieren la alternancia que supondría una victoria de la izquierda”, afirma Moreno.
El movimiento juvenil Yo Soy 132, formado por estudiantes de clase media de universidades privadas, está a favor de la segunda opción y ha hecho de la oposición a Peña Nieto y al monopolio televisivo que comparten Televisa y TV Azteca su leitmotiv. Pero, quizá más importante que eso, su protesta ha servido para despertar a la sociedad civil frente a los abusos del poder. Armados de las redes sociales —más de 10 millones de mexicanos están enganchados a Twitter y su número no para de crecer— “han obligado a reaccionar a los políticos y a darse cuenta de que no lo pueden controlar”, comenta Zepeda. Unos 14 millones de jóvenes votarán este domingo por primera vez en unas presidenciales.
La movilización juvenil de estos últimos meses es solo un principio, explica Carlos Marichal, historiador económico del Colegio de México. “Tenemos una burbuja demográfica. La población joven será cada vez más importante en la próxima década. Desde 1990 se han creado 550 universidades privadas y el escenario político dentro de seis años será completamente distinto al actual. En estas elecciones no serán decisivos, pero sí en las próximas”.
La protesta de los jóvenes estalló en la capital mexicana, pero no llegó a cuajar en grandes zonas del país. El DF, gobernado por la izquierda desde 1997, es hoy una isla de seguridad y un faro de democracia, vitalidad cultural y consumismo donde el pago electrónico de los servicios es lo habitual. Una experiencia muy diferente de la que puede tener un pandillero de Ciudad Juárez, donde se mata por 1.000 pesos (60 euros) y a los 17 años ya se ha elegido la canción con la que se quiere ser enterrado.
México vota este domingo por el cambio con la tensión de un pasado que no acaba de alejarse y un futuro que ya se entrevé. El PRI, que se ha beneficiado del vacío dejado por la izquierda y la derecha en el centro político, ofrece un “Gobierno eficaz” y una “democracia con resultados”. La izquierda propone un “cambio verdadero” que acabe con la “mafia del poder” y teme que una victoria del PRI suponga una “restauración autoritaria”. Pero hace ya tiempo que este país dejó de ser un parque jurásico donde los dinosaurios andaban sueltos.

México, la vuelta de la derecha vetusta.

La restauración de la vieja derecha revolucionaria

Los partidos que queden en la oposición mexicana tienen una gran responsabilidad. Ellos podrán frenar o incluso impedir que la restauración del poder priísta se convierta en una pesadilla política

EULOGIA MERLE

México está en vísperas de que gane las elecciones presidenciales la derecha revolucionaria. Esta situación paradójica –un conservadurismo revolucionario– es el fruto de muchos decenios de alquimia política, durante los cuales el PRI logró la transmutación de las corrientes que emanaron de la Revolución de 1910 en expresiones claramente derechistas y conservadoras. La derecha revolucionaria mexicana ha logrado colocar a su partido, el PRI, y a su candidato a la presidencia, Enrique Peña Nieto, a la cabeza de las intenciones de voto. Hoy en México pocos dudan de que gane la presidencia el partido del antiguo régimen autoritario. Será una verdadera restauración del poder tradicional de la vieja derecha revolucionaria, con su pesada carga de corrupción, cuya hegemonía fue rota en el año 2000 por el partido que en México representa a la derecha democrática (el PAN).
Por supuesto, el triunfo del PRI no será el retorno al régimen autoritario que aplastó al país durante más de setenta años. Tampoco la restauración en la Francia del siglo XIX –el modelo clásico– fue un retorno a la monarquía absoluta: fue la instauración de una monarquía constitucional con un fuerte ingrediente parlamentario, en cuya base se encontraban por un lado los ultraconservadores –que buscaban un retorno al absolutismo– y los liberales, que fueron muy influyentes en el período de Luis XVIII (después vino un giro a la extrema derecha encabezado por Carlos X).
La restauración priista también se encuentra dividida en varios fragmentos, pero no es difícil observar que hay dos grandes polos: los dinosaurios más duros, que sueñan con un retorno al viejo régimen, y los tecnócratas modernos, con inclinaciones democráticas y una disposición a adaptarse a los nuevos tiempos. Es difícil ubicar a Enrique Peña Nieto en este espectro político: su rancia retórica y algunas de sus propuestas (como la eliminación de la proporcionalidad en los procesos de representación) lo colocan en el extremo duro y antiguo. Pero varios políticos clave de su entorno político pueden ser calificados como operadores del ala tecnocrática flexible dispuesta a aceptar las reglas del juego democrático.
La revolución, en México, se ha convertido en un mito reaccionario que invita a mirar hacia atrás
Hay que comprender que el PRI es una expresión de la derecha desde hace muchos años. No debe sorprender que en México mucha gente asocie la idea de revolución con actitudes conservadoras. La revolución, en México, se ha convertido en un mito reaccionario que invita a mirar hacia atrás, a un pasado imaginario y fundacional que no es más que el símbolo de una pesada herencia autoritaria. Paradójicamente, la revolución también fue –y continua siendo– un símbolo de estabilidad, gobernabilidad y eficacia. Las corrientes “revolucionarias” se presentan, más que como portadoras de cambios, como los guardianes de una caja de Pandora que contiene los demonios del México profundo, del México que cobija impulsos revolucionarios sangrientos y violentos. Los revolucionarios son vistos por muchos como los dueños de las llaves de esa caja llena de tempestades; son quienes aseguran que esa caja no se abrirá. A fines del siglo XX estos mitos se debilitaron y la sociedad mexicana logró por fin abrir un proceso de transición, cuando apoyó a Vicente Fox, un personaje curioso y patoso que logró convertirse en el representante de la derecha democrática y ganar la presidencia.
Como en el resto de América Latina, la democracia llegó a México por la derecha. Y hay que subrayar que desde entonces la mayor parte de los ciudadanos se ha definido como de derecha. Una encuesta nacional de valores (auspiciada por la revista Este País) mostró que en 2010 se declaraba conservadora la gran mayoría (54 %) y sólo una quinta parte manifestó ser progresista (el 26 % se colocó en un lugar intermedio). Otra encuesta más reciente, hecha por el diario Reforma en junio de 2012, revela que casi la mitad (46 %) se considera de derecha, el 22 % de centro y apenas el 14 % de izquierda. Lo más sintomático es que la mitad de los que se consideran de derecha apoyan a Enrique Peña Nieto y casi la quinta parte a Andrés Manuel López Obrador, los dos candidatos presidenciales postulados por partidos que proclaman ser “revolucionarios”.
En este contexto, el retorno del PRI representa un serio peligro de restauración. Habrá una presidencia apuntalada por más de veinte gobernadores priistas, por organizaciones sindicales muy poderosas, por los monopolios de la televisión, por amplios sectores empresariales y por un elevado número de senadores y diputados. Este conglomerado puede convertirse en una poderosa maquinaria política que, acorazada por grupos corruptos, empuje al país más por el camino de una restauración al estilo ruso que por un retorno a la hegemonía del viejo aparato nacionalista revolucionario. Sin embargo, no es seguro que el nuevo presidente desarrolle una personalidad similar a la de Vladimir Putin, aunque los ingredientes para un giro autoritario están presentes a su alrededor. A diferencia del líder ruso, que proviene de los servicios de seguridad, contrainteligencia y vigilancia (herederos del KGB), el político mexicano parece un galán escapado de una telenovela y dedicado a la burocracia.
El PRI desprestigio al PAN y avanzó electoralmente a costa de retrasar el desarrollo del país
Pero, afortunadamente, también están presentes otros factores, como por ejemplo las profundas fracturas en el seno del PRI, un nacionalismo endeble y debilitado, una sociedad civil alerta y vigilante, una extensa intelectualidad hostil al PRI, algunos medios de comunicación críticos e independientes, la presencia de partidos políticos fuertes y un contexto internacional poco amigo de las soluciones autoritarias. Todo ello se aúna a la existencia de dispositivos que garantizan la pluralidad y un juego electoral transparente y efectivo. Estos elementos pueden impedir que la restauración desemboque en formas duras o al menos frenar las tendencias más autoritarias.
Otro freno de gran importancia podría ser –cosa probable– el hecho de que el PRI ganase con un porcentaje menor al que prevén muchas encuestas, y que en consecuencia careciese de mayoría absoluta en el poder legislativo. Ello abriría las puertas a un período de intensas negociaciones que permitiría que las fuerzas políticas perdedoras demostrasen su habilidad y su inteligencia para sobrevivir y, sobre todo, para defender los logros de la transición democrática.
Desgraciadamente ello no ocurrió durante el sexenio que termina, pues ni el PRI ni los populistas de la izquierda comprendieron la importancia de ejercer una oposición de alto nivel, más allá de sus intereses electorales coyunturales. La calidad de los partidos políticos se demuestra muchas veces más en su desempeño como oposición que en su ejercicio del poder. La izquierda se empeñó en vanos y absurdos esfuerzos por crear una crisis de gobernabilidad, para derribar la presidencia de Felipe Calderón. No lo logró, y sí en cambio logró un desgaste inmenso que rebajó su fuerza electoral. El PRI como oposición, por su lado, bloqueó toda reforma importante (energética, hacendaria, laboral) para no dar fuerza y legitimidad al partido gobernante. Logró desprestigiar al PAN y avanzar electoralmente a costa de retrasar el desarrollo del país.
Esto significa que sobre los partidos que queden en la oposición recae una gran responsabilidad. Ellos podrán frenar o incluso impedir que la restauración del poder priista se convierta en una pesadilla política.
Roger Bartra, antropólogo y sociólogo mexicano, es investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Madrid y el orgullo gay.

El Orgullo del matrimonio igualitario

Miles de personas acompañan a las 20 carrozas que este año participan en la gran marcha anual por los derechos de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales

Marcha del Orgullo gay a su salida de la calle de Alcalá. / Emilio Naranjo (EFE)

A las ocho de la tarde todavía no habían salido de la madrileña Puerta de Alcalá todas las carrozas a pesar de que el acto comenzó dos horas antes. La cabecera, sin embargo, ya estaba llegando a plaza de España. Gritos, tambores, baile y consignas a favor del matrimonio igualitario y la defensa de los derechos conquistados por el colectivo dominan la marcha.
Convocada por la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) y el colectivo LGTB de Madrid, en la manifestación participan más de veinte carrozas y se desarrolla en un ambiente festivo bajo el lema "Matrimonio igualitario. Igualdad sin recortes".
A la entrada de Gran Vía no cabe un alfiler. Los espectadores se confunden con los manifestantes. Todos juntos cantan hacia los balcones para que les tiren agua. Batucada y pistolas de agua son otras armas para combatir el calor. Según los organizadores se espera un millón doscientas mil asistentes.

más información

Eli tiene 20 años y es la primera vez que viene, acompañada de una amiga y sus dos hijos pequeños. "Es alucinante la diversidad y el color. Me encanta que sea de este modo", opina.
La asociación LGTB de la universidad complutense grita "Jódete Rajoy, yo me caso hoy". "La marcha entre iguales no es tan diferente", "Vamos de culo, por fin con orgullo", "Estado laico igualitario", "Homofobia es machismo", son algunas de las pancartas que portan los asistentes. También muestran otras que hacen alusión al recurso de inconsttucionalidad que ha interpuesto el PP contra la ley aprobada por el anterior Gobierno socialista, en el 2005. Los populares se declaran a favor de las uniones de hecho entre homosexuales solamente si no se les llame matrimonios.
Buena parte de las críticas de los manifestantes se centran en los recortes, sobre todo a los de la Sanidad. "El colectivo LGTB es el más vulnerable ante el VIH y le han dado un tijeretazo. Estamos de luto", asegura Juan Diego, participante en la marcha.

Presencia de políticos

La vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, los secretarios generales de UGT y CCOO, Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, la portavoz de UPyD, Rosa Díez, encabezan la manifestación.
También se encuentran entre los asistentes, el secretario de Movimientos Sociales del PSM, Pedro Zerolo y el portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid, Jaime Lissavetzky.
El color enmarca la manifestación, que ha dado comienzo con el estruendo de una gran traca, y en la misma se pueden ver multitud de banderas del arcoiris y globos de colores. Una de las carrozas más fotografiadas es la de Los osos para la diversidad.
El objetivo de esta manifestación es defender la igualdad legal como primera barrera contra la homofobia, además de incidir en que hay derechos que son irrenunciables: una educación contra la discriminación y una sanidad pública y de calidad.

Monti amenazó con dimitir.

Monti amenazó con dimitir para forzar a Merkel

Italia, España y Francia forzaron el acuerdo que logró las medidas de urgencia.

La canciller alemana Angela Merkel durante la segunda jornada de la cumbre de la UE en Bruselas. / OLIVIER HOSLET (EFE)

Y entonces sucede el hecho: Italia y España bloquean la supercumbre del euro durante unas horas ante la falta de medidas urgentes para tranquilizar a los mercados y empieza una discusión subida de tono, con algún que otro contrapunto dramático, y un director de escena que no es ni la dama de hierro europea, la canciller Angela Merkel, ni la nueva figura de la escena política continental, el francés François Hollande, ni español Mariano Rajoy ni mucho menos los líderes comunitarios. “Aquello fue un completo show de Mario Monti”, explica en los aledaños del Consejo Europeo un diplomático de un país mediterráneo. “Monti amenazó con algo más. ‘Voy a dimitir’, llegó a decir en un momento de la noche. Hubo algo de chantaje, algo de farol. Como casi siempre, la cumbre fue menos dramática de lo que ha trascendido, pero sí hubo momentos de tensión”, afirma un dirigente comunitario del más alto nivel. Con Monti en el papel de director de orquesta, Europa dio ayer un paso al frente. Empezó a rediseñar el edificio institucional del euro en el largo plazo, con medidas para el crecimiento (algo timoratas para la gravedad de la recesión en el Sur), con una hoja de ruta repleta de grandes palabras (unión bancaria, unión fiscal, unión política), pero también, al final, con medidas urgentes ante la endiablada situación en los mercados, que desde hace semanas se empeñan en pasearse al borde del accidente financiero en Madrid y Roma por hacer del euro el epicentro de una crisis existencial.

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En torno a las tres de la madrugada la situación se desatascó en una reunión bilateral entre Monti y Merkel, según las fuentes consultadas. Antes, los socios europeos habían venido fraguando un acuerdo en el G-20 de Los Cabos (México), y después en sendas reuniones en Roma y París, en las que se tenían ya prácticamente perfiladas las medidas. Al llegar a Bruselas y arrancar la cumbre, sin embargo, “todo aquello se había convertido en papel mojado”, apuntaron fuentes de la Moncloa. Ya desde la foto de familia, Monti y Rajoy decidieron poner pie en pared y bloquear el pacto para estimular el crecimiento de 120.000 millones de euros. Hablaron con Hollande (el padre de esa idea, que pasa por contrarrestar el dogmatismo alemán de la austeridad a rajatabla) y consiguieron el aval de Francia. “A partir de ahí se desarrolló ese pulso entre España e Italia, con la ayuda de Francia, y Alemania, que contó con el apoyo de Finlandia y un cierto aliento de Holanda”, según un diplomático europeo. Para la citada alta fuente europea, “al final no hubo grandes sorpresas y se acordó lo que se había venido hablando sobre recapitalización directa de la banca y la flexibilización de los fondos de rescate para la compra de bonos con condiciones. En todo caso, la campanada puede ser lo clara que queda la situación para la banca española e irlandesa, pero en el caso de la compra de bonos no se va tan lejos como quería Monti: habrá condiciones y el control de la Comisión y el BCE para quienes pidan esa medida”.
El acuerdo fue recibido forma muy positiva por los mercados. Las Bolsas subieron con fuerza: el mercado español escaló un 5,7%, y los tipos de interés de la deuda bajaron notablemente, hasta el 6,3% en el caso del bono a 10 años. La buena noticia es que la prima de riesgo (el mejor termómetro acerca del nerviosismo de los mercados con España) bajó ayer 70 puntos de una tacada, a niveles de hace una semana. La mala noticia es exactamente esa: se trata de los mismos niveles de hace una semana, y siguen siendo insostenibles. Al cabo, el acuerdo se basa en la habitual fórmula de compromiso europea y está plagado de condiciones difusas, que en muchos casos solo se concretarán más adelante. No es la primera vez que un acuerdo se recibe con alegría inicialmente y con creciente escepticismo a medida que pasan los días y los mercados descubren sus debilidades. “No puede minimizarse el hecho de que Europa ha dado pasos clave tanto a corto como a largo plazo. Había un test clave en los mercados. Pero la tensión no ha desaparecido: la reunión del BCE de la semana próxima y las condiciones de la ayuda financiera a España, el 9 de julio, serán también exámenes finales”, indicaron fuentes comunitarias.
La buena noticia es que la prima de riesgo bajó 70 puntos, la mala es que se trata de los mismos niveles de hace una semana
Al margen de los números de la cumbre, ayer se vio a un Mariano Rajoy extremadamente cansado ante la prensa, acertado al evitar el triunfalismo pero incapaz de dar un mensaje ilusionante. A una Merkel enrocada que asegura que nada ha cambiado y rechaza la idea de que Alemania esté aislada y haya salido perdiendo en Bruselas. Pero tal vez fue Hollande quien mejor resumió el espíritu de la cita al ser preguntado por ganadores y perdedores. "¿Ha perdido Alemania? Hemos alcanzado un compromiso y una nueva dinámica. Madame Merkel ha participado en esa búsqueda y en la voluntad de avanzar. Ahora Merkel puede ir a su Parlamento y decir: ‘No he tocado los textos, no he ido más allá de mi mandato, nos hemos comprometido a movilizar las herramientas que tenemos para garantizar la estabilidad’. Y yo puedo decir que he respetado mis compromisos". Así es Europa: todo el mundo se da por ganador, no hay perdedores claros sino soluciones de compromiso, pequeños pasos, a menudo patadas a seguir, es de esperar que esta vez algo más para que la crisis empieza a doblar la esquina.
Rajoy, Merkel y Hollande se marcharon a casa con los tradicionales mensajes destinados al consumo interno. Monti es otra cosa. Sin ser político, en los últimos tiempos se ha mostrado como el más hábil de todos ellos. A mediados de semana utilizó la cumbre para pedir a los partidos políticos que le aprobaran la controvertida reforma laboral. Ese sería, según les dijo, su aval ante Bruselas, su demostración de que Italia estaba entre los "países virtuosos". Y, ahora, el acuerdo logrado en la línea de sus aspiraciones –amenazando precisamente con una crisis política en Roma— le permite volver a Italia investido de una autoridad añadida. Lo curioso, además, es que tanto en Roma como en Bruselas, Mario Monti --el tan elegante y mesurado profesor Monti-- ha vuelto a utilizar un arma que ya había enseñado en los primeros compases de su gobierno técnico: el farol de la dimisión.
Con información de Pablo Ordaz, Miguel González y Miguel Mora

México, elecciones transparentes.

IFE: estas elecciones, las más vigiladas y transparentes

Su consejero presidente, Leonardo Valdés, afirmó que en 99.9% de casillas habrá tres o más representantes de partidos políticos, y participarán más de 28 mil observadores electorales, así como visitantes extranjeros de 69 países.
Fabiola Martínez y Alonso Urrutia
Publicado: 30/06/2012 12:53

México, DF. El consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), Leonardo Valdés, aseveró que México tendrá mañana la jornada electoral más vigilada, observada y transparente de su historia.
Informó que en el 99.9 por ciento del total de las casillas a instalar este domingo habrá tres o más representantes de partidos políticos y ninguna sin representación de este tipo; además, está registrada la participación de más de 28 mil observadores electorales, así como visitantes extranjeros de 69 países.
El concepto electoral de este domingo incluye una lista nominal de 79.4 millones de ciudadanos que podrán ejercer su voto; más de un millón de ciudadanos capacitados que podrán asumir funciones de autoridad electoral en las más de 143 mil casillas a instalarse en todo el país.
“Tantos ojos y tantas voluntades son una garantía adicional de la imparcialidad en este proceso electoral. Ello refleja la importancia del trabajo que realiza cada integrante del instituto”, señaló Valdés.
Durante un mensaje dirigido a la estructura nacional del IFE, manifestó que ha habido más de 92 mil simulacros y prácticas de capacitación; aseguró que cada componente de la jornada electoral se probó exitosamente.
Precisó que los “códigos fuente” del PREP (Programa de Resultados Electorales Preliminares) fueron auditados por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y las pruebas de conteo rápido también fueron un éxito.
“En pocas palabras, estamos listos para celebrar la jornada electoral más grande de nuestra historia; el IFE está completamente preparado para cumplir con su responsabilidad en la consolidación de nuestra democracia”, expresó.
El consejero presidente confió en que la tensión de estos meses “está pasando ya al orgullo de la obra terminada”.
Agradeció a todo el personal del IFE, así como a los consejeros y consejeras electorales por su actuación imparcial. Comentó que la legislación electoral fue “visionaria” al brindar profesionalización y autonomía al IFE.
Pidió a sus compañeros seguir respondiendo a la confianza de los ciudadanos.

Periodistas y políticos, atracción fatal.

Periodistas y políticos, una atracción fatal

La ruptura entre DSK y Anne Sinclair se produce cuando el debate está más candente

¿Son las uniones entre gobernantes y profesionales de la información sospechosas por fuerza?

¿Incurren en conflicto de intereses los presidentes Hollande y Gauck al salir con periodistas?

El matrimonio formado desde hace 20 años por DSK y la periodista se acerca a su fin. Según la prensa francesa, la directora de Le Huffington Post invitó al político a irse de la casa común hace un mes. En la imagen, en su domicilio en la Place des Vosges, París, en septiembre. / JOHANNE LEGUERRE (AFP)

¿Qué tienen en común los jefes de Estado de Francia y Alemania, las dos locomotoras de la Unión Europea? En principio, poca cosa. El presidente de la República Francesa es elegido directamente por los ciudadanos y tiene mucho poder, más incluso que los primeros ministros de Italia o España; el de la República Federal de Alemania surge, en cambio, de cambalaches legislativos y manda aún menos que la reina de Inglaterra. Hasta hoy no había, pues, ninguna razón para hablar en una misma historia de uno y otro. Sin embargo, el socialista francés François Hollande y el centrista alemán Joachim Gauck tienen hoy un par de cosas en común: ambos tienen parejas estables con las que no están casados y en ambos casos esas parejas son periodistas.
Ahí es donde a la prensa del corazón empieza a salirle por la cabeza el humo del desconcierto. ¿Puede aplicarse esa rancia fórmula de primera dama a Valérie Trierweiler y a Daniela Schadt, que no están casadas, ni por la Iglesia ni por el juzgado, con Hollande y Gauck? Como la prensa del corazón tiene gran ductilidad, lo más probable es que lo ­sigan haciendo, siempre y cuando ellas se presten a salir en esos tontorrones saraos fotográficos que las cumbres internacionales organizan para las mujeres de los líderes.
Así que pasemos a algo más serio, algo que lleva unas semanas coleando en la prensa de referencia europea: ¿puede seguir ejerciendo el periodismo la pareja estable (hombre o mujer) de un jefe/a de Estado o de Gobierno? Y da lo mismo que estén o no casados, que se les llame esposo/a, compañero/a, novio/a o chico/a. De lo que estamos hablando ahora es de una cuestión que afecta a la esencia misma de la relación entre el periodismo y el poder político y económico: el conflicto de intereses.
Empecemos por los hechos recientes. El 12 de junio, un tuit de Valérie Trierweiler abrió una seria grieta en la “normalidad” que Hollande quiere llevar al Elíseo tras los locos años people de Nicolas Sarkozy, Cécilia Ciganer, Carla Bruni y la pequeña Giulia. En 135 caracteres, Valérie se pronunciaba a favor de la candidatura del adversario electoral de Ségolène Royal, la exmujer de Hollande y la madre de sus cuatro hijos. Todo el mundo lo entendió como un ajuste de cuentas personales.
Pero, bueno, cualquiera –no solo los periodistas– tiene acceso a Twitter. Así que ese episodio, que le ha costado a Hollande dos puntos de popularidad según una encuesta publicada el 24 de junio por Le Journal du Dimanche, puede circunscribirse a un debate no menos apasionante: el de la libertad de expresión de la pareja de un gobernante (o de un serio candidato a gobernante). “El tuit de la señora Trierweiler es un error”, sentenció un editorial de Le Monde. Este diario se pronunciaba a favor de que la pareja de un político asuma voluntariamente los sacrificios personales, incluido el morderse la lengua, que conlleva este tipo de relación. Y daba un paso más e iba a la otra cuestión: citando el precedente de Doris Schröder-Köpf, esposa del que fuera canciller socialdemócrata alemán Gerhard Schröder, le recomendaba a Valérie Trierweiler que renunciara al periodismo.
Redactora de Bild Zeitung y Focus, Doris Schröder-Köpf dejó el oficio entre 1998 y 2005, cuando Schroeder gobernó Alemania, y asumió el papel convencional de primera dama. Nunca volvió a la prensa y hoy se dedica a la política en la Baja Sajonia.
En Alemania parece regir una regla no escrita según la cual el periodista debe retirarse cuando su pareja llega al poder. Lo mismo que Doris Schröder-Köpf ha hecho Daniela Schadt, la compañera desde hace una docena de años de Joachim Gauck. A finales del pasado invierno, cuando se empezó a hablar de que el pastor luterano Gauck podía llegar a la meramente protocolaria presidencia de la República Federal de Alemania, Schadt anunció que, de ser así, y para evitar cualquier conflicto de intereses, ella abandonaría voluntariamente la jefatura del servicio político del diario bávaro Nurnberger Zeitung. Dicho y hecho, la última aparición de Daniela en su periódico fue como entrevistada: declaró que se iba a dedicar a actividades humanitarias.
Lo de Gauck, de 72 años, es curioso. Vive con Daniela Schadt, dos décadas más joven, sin haberse divorciado jamás de su esposa, Hansi Gauck, de la que se separó en 1991. La semana pasada, Hansi ha aparecido en la portada de la revista de cotilleos Bunte llamando “mi marido” al jefe del Estado alemán y expresando a lo largo de ocho páginas de entrevista una resignada aceptación de este estatuto triangular.
El presidente francés, François Hollande, y su pareja, Valérie Trierweiler, en la cumbre del G-8, en Washington, el pasado 18 de mayo. A pesar de no estar casados, ella fue tratada como una 'primera dama' más. / MIGUEL MEDINA (AFP)
Volviendo a lo del periodismo, tal vez la clave estribe en que muchas francesas son más rebeldes que las alemanas. A diferencia de sus colegas Schröder-Köpf y Schadt, Valérie Trierweiler se niega a colgar los trastos.
Cuando Hollande se separó de Ségolène y comenzó su relación con Valérie, la dirección de Paris Match advirtió a su periodista de que sus informaciones y opiniones en materia política podrían tener a partir de entonces un serio problema de credibilidad. Ella lo negó y ambas partes capearon el temporal hasta esta primavera, cuando el socialista conquistó el Elíseo. Entonces, Paris Match, el semanario para el que ha trabajado durante 22 años, fue tajante: Valérie fue forzada a dejar el área política y ocuparse de reseñas de libros e información cultural.
En la primera semana de junio, su primer texto publicado ya como pareja del presidente de la República fue un intento de toma de la Bastilla. Versaba sobre una biografía de Eleanor Roosevelt escrita por Claude-Catherine Kiejman, y recordaba que durante el tiempo que pasó en la Casa Blanca junto a su esposo, el presidente estadounidense Roosevelt, Eleanor publicó una columna con sus opiniones sobre asuntos políticos y sociales. “Ya lo ven”, escribió Trierweiler, “una primera dama que también es periodista no es una novedad”.
Pero incluso para aquellos que simpatizan con su rebeldía, resulta evidente que Valérie Trierweiler necesita aclararse. La reivindicación de su libertad personal resultaría más sostenible si hubiera renunciado a ser una primera dama tradicional: si se hubiera quedado a vivir en su casa, si no hubiera aparecido en el escenario de actos de campaña de Hollande, si no hubiera tenido un papel tan destacado en su instalación en el Elíseo, si no le hubiera acompañado oficialmente en su primer viaje al extranjero, si no se hubiera fotografiado tan contenta con Michelle Obama…
Ser la pareja de un político o un periodista no es fácil, los dos son oficios muy absorbentes que dejan poco tiempo y energía para la vida personal. Pero si la pareja está formada por un político y un periodista, la cosa adquiere una tercera dimensión, la pública. En democracia se supone que el periodismo es un contrapoder al servicio de la ciudadanía frente a los abusos de los gobernantes. “Y si los periodistas comparten la vida de los que nos gobiernan, ¿cómo creer en la independencia de sus informaciones y opiniones”, se pregunta Le Nouvel Observateur en el excelente dosier Les liaisons dangereuses que ha consagrado a este tema.
Es normal que salte el amor. Muchas parejas surgen de la convivencia en los lugares de estudio o de trabajo, y políticos y periodistas pasan mucho tiempo juntos (también ocurre con periodistas y deportistas, ahí está el dúo formado por Sara Carbonero e Iker Casillas). ¿Qué hacer entonces si el cegado Cupido dispara sus flechas? ¿Por qué debe ser siempre el periodista el que tenga que poner un paréntesis o incluso un fin a su carrera? ¿Dónde está escrito que la ambición del político es superior por antonomasia al oficio del periodista?
En Francia, Audrey Pulvar, compañera del flamante ministro socialista de Industria, Arnaud Montebourg, parece haber fracasado en su intento de ofrecer respuestas no convencionales a esos interrogantes. Hace tres años, Pulvar informó a sus jefes en la emisora radiofónica France Inter del comienzo de su relación con el entonces diputado socialista Montebourg. Le agradecieron su sinceridad y le dijeron que podía continuar haciendo información política, que confiaban en su honestidad y profesionalidad. Pero Montebourg adquirió notoriedad nacional al presentarse a las primarias socialistas, convertirse luego en un estrecho colaborador de Hollande y, por último, hacerse con una cartera ministerial. El resultado es que Pulvar ha perdido su trabajo.
El presidente de Alemania, Joachim Gauck, y su compañera, la periodista Daniela Schadt, el 21 de mayo, en la apertura de las olimpiadas especiales de Múnich. Él no está divorciado de su esposa, de la que se separó en 1991. / SVEN HOPPE (EFE)
Este caso permite abordar otra derivada. En la gran mayoría de las parejas formadas por periodistas y políticos, los primeros son mujeres, y los segundos, varones. Le Nouvel Observateur intenta explicarlo así: “La atracción por el hombre poderoso sigue siendo un fantasma femenino, y la erotización de la política, una actitud típicamente masculina”. Bueno, también cabría añadir que, aunque ya hay muchas periodistas fantásticas en el primer plano de la información (no tanto en la dirección), los gobernantes femeninos siguen siendo escasos.
¿Y por qué tiene que ser siempre la mujer la que abandone su carrera en provecho de la del marido? ¿No podría el político varón dejar de soñar con el poder para que su pareja pudiera seguir en la prensa? Montebourg dijo que así lo haría, que daría la primacía a la carrera de Audrey Pulvar, pero hele ahí convertido en ministro mientras que a ella la echan de France Inter. También es verdad que, a finales de marzo, Pulvar salió en la portada de Les Inrockuptibles con una rosa roja entre los dientes.
En sus tiempos de director de The New York Times, el legendario A. M. Rosenthal zanjó la cuestión con esta frase lapidaria. “No me molesta que mis periodistas se acuesten con los elefantes, siempre que no cubran el circo”. En 1977, cuando Rosenthal se enteró de que una de sus más prometedoras reporteras tenía una relación estable con un senador, la despidió sin contemplaciones.
Alberto Núñez Feijóo besa a Carmen Gámir en los pasillos del Parlamento justo después de ser nombrado presidente de la Xunta de Galicia. Se conocieron cuando ella trabajaba en la delegación madrileña del diario 'La Región'. / ANDRÉS FRAGA
Así que, siguiendo lo que en Estados Unidos se conoce como “la regla Rosenthal”, Maria Shriver dejó su trabajo de periodista televisiva cuando su esposo, Arnold Schwarzenegger, se convirtió en gobernador de California. Años antes, Christiane Amanpour, célebre por cubrir las guerras del Golfo y de Bosnia para CNN, había sido muy criticada por seguir haciendo información internacional para esa cadena cuando su esposo, James Rubin, era portavoz del Departamento de Estado de Bill Clinton y una de sus principales fuentes.
En los noventa, los casos franceses más polémicos fueron los de las estrellas televisivas de la información política Anne Sinclair y Christine Ockrent, casadas con sendos ministros de Mitterrand, Dominique Strauss-Kahn (DSK) y Bernard Kouchner. En abril de 1992, el manifiesto conflicto de intereses saltó al prime time cuando Sinclair y Ockrent entrevistaron conjuntamente a Mitterrand. Tal fue el escándalo que a partir de ahí se creó lo que el periodismo francés llama “la jurisprudencia Sinclair”. Cuando DSK volvió a tener una cartera ministerial en 1997, ella abandonó la presentación del programa político que le había hecho célebre, 7 sur 7. Y solo después de que, en 2011, DSK cayera en la ignominia universal a raíz del escándalo del hotel Sofitel de Nueva York, Sinclair regresó al periodismo, ahora como directora de la edición francesa de The Huffington ­Post. Con todo, el que fuera uno de los matrimonios más admirados del país no ha resistido más. La prensa francesa reveló ayer que Sinclair rompió su relación con el ex director gerente hace un mes.
En España no se ha producido aún ninguna gran polémica por el posible conflicto de intereses entre profesionales de la información y cargos públicos. Prometedora periodista de televisión, Letizia Ortiz abandonó su carrera al enamorarse del Príncipe de Asturias. Gloria Lomana, directora de los informativos de Antena 3, está casada con el exministro Josep Piqué, pero este se dedica hoy a los negocios. Y Alberto Núñez Feijóo, presidente de Galicia, sostiene una discreta relación con la periodista Carmen Gámir, Chinny, a la que conoció cuando ella trabajaba en la delegación madrileña del diario La Región. Pero Gámir está hoy en excedencia.
En la década de los setenta, con el Watergate en EE UU, Le Ca­nard Enchaîné en Francia y la Transición en España, los periodistas eran percibidos con simpatía por las opiniones públicas. Hoy su imagen se ha deteriorado en las democracias occidentales, aunque no tanto como la de los políticos. Por eso, cualquier sospecha de connivencia, compadreo o endogamia entre el denominado cuarto poder y los que mandan de verdad, gobernantes, empresarios y banqueros, resulta tan dañina. Y por eso, periodistas y políticos, aunque no sean inmunes a las flechas de Cupido, deben gestionar con cautela sus relaciones sentimentales.

México. la desigualdad enorme.

El reto de la desigualdad en México

Los candidatos presidenciales han prometido ambiciosos programas sociales

No han explicado la manera de financiar sus promesas

El balance económico del sexenio de presidente Felipe Calderón que ahora termina ofrece más sombras que luces y un enorme punto negro: la desigualdad. La pobreza afecta a 52 millones de mexicanos, el 42% de la población, mientras que el 41% de la riqueza nacional está concentrada en las manos de tan solo el 10% de sus habitantes. El crecimiento ha sido mediocre –este año se prevé un 3,8% pero la media anual desde 2006 fue de tan solo un 2,3% del PIB, muy por detrás de las economías emergentes que lo hacían al 6,5%-, ha aumentado el número de pobres en 12 millones, se ha expandido el sector informal que emplea a 14 millones de mexicanos –casi el 30% de la población activa, lo que supone un récord histórico- y se ha mantenido la concentración del mercado en manos de los monopolios. En el lado positivo hay que destacar que el Gobierno de Calderón sorteó en 2009 una gravísima crisis y que prepara su despedida con estabilidad financiera, enormes reservas y bajas tasas de inflación, deuda y déficit.
El futuro económico de México dependerá en gran medida del comportamiento de la economía de EE UU y de la crisis económica global
Quien se anunció cuando entró en Los Pinos como el presidente del empleo dice adiós como el presidente de la guerra contra el narcotráfico, un conflicto que además de su coste en miles de vidas humanas ha tenido también su impacto económico. Diversos estudios privados lo cifran en una pérdida cercana al 1,5% del PIB, principalmente en el sector turístico, pues la inversión extranjera se ha mostrado a prueba de balas y ha seguido fluyendo.
El futuro económico de México dependerá en gran medida, según coinciden los expertos, del comportamiento de la economía de Estados Unidos y de la crisis económica global. Pero una desaceleración del gigante del norte y el agravamiento de la crisis europea tendrían serias consecuencias para este país a corto plazo. De hecho, la emigración a EE UU se frenó por primera vez en 2011 y las remesas de los casi 12 millones de mexicanos que viven al otro lado del Río Grande suponen 24.000 millones de dólares. México también tendrá que mirar al sur, concretamente a Brasil, cuyo milagro económico despierta deseo de emulación pero también envidia, y con quien ha entrado en competencia en varios sectores como el del automóvil.

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Pese a estos retos e incertidumbres, la economía ha sido uno de los grandes temas olvidados de la campaña. Los candidatos a la presidencia han convertido sus programas electorales en una suerte de carta a los Reyes Magos prometiendo pensiones para todos, seguridad social universal, bajar el precio de la luz y los carburantes, la generalización de los créditos para vivienda, la creación de millones de empleos e incluso llevar fibra óptica hasta el último rincón del país sin explicar cómo lo van a financiar. Asimismo han repetido de forma rutinaria la urgencia de hacer las reformas energética, fiscal y laboral siempre aplazadas sin entrar en detalles.
Fausto Hernández, director de la división económica del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), afirma que el principal problema que se encontrará el futuro presidente será presupuestario. “Como cada sexenio casi el 90% del presupuesto está ya comprometido salvo que se haga una profunda reforma estructural para fomentar la competitividad. Sin ella, todas las promesas de campaña deberán pagarse con el 10% restante y no alcanza”. La falta de competitividad por las barreras aún existentes a nuevos competidores internos y externos y la ausencia de infraestructuras modernas así como la caída de la productividad por un sistema educativo deficiente son, en opinión de Hernández, los principales desafíos que la economía mexicana debe afrontar si quiere ganar la batalla de la desigualdad.