domingo, 30 de junio de 2013

Maracaná

El sueño de Maracaná fue una pesadilla

Brasil celebra una goleada contundente contra España, desnaturalizada y con una inferioridad elocuente ante un rival que mostró el colmillo en cada jugada

Del Bosque, junto a los jugadores de España tras caer derrotados ante Brasil / MARCOS BRINDICCI (REUTERS)

España encajó en Río un maracanazo en toda orden, el mayor azote que ha recibido en un partido oficial en la etapa de Vicente del Bosque como seleccionador. El sueño de jugar en Maracaná y ante su hidalgo representante derivó en una pesadilla. No hubo muestrario español, con un equipo zarandeado desde el primer suspiro por un rival desbocado, frenético, que se tomó la cita como una cuestión de estado mayor. Con el cuchillo entre los dientes, Brasil descamisó a España, que, además, padeció unas cuantas desdichas: concedió goles en minutos fatídicos, se quedó a un centímetro del 1-1 en una jugada de Pedro, Sergio Ramos falló un penalti ya con 3-0 y Piqué acabó expulsado, víctima de las diabluras de Neymar. Una noche aciaga por completo para la selección española, que se llevó un varapalo que no esperaba. Su inferioridad fue elocuente, inopinada por lo bien que ha competido siempre este equipo. De todo se aprende, y España puede hacerlo si hace la lectura adecuada y todo queda en una jornada para el olvido, casual. Al ir a la lona, los verdaderos campeones se levantan.

BRASIL, 3 - ESPAÑA, 0

Brasil: Julio César; Alves, Thiago Silva, David Luiz, Marcelo; Luiz Gustavo, Paulinho (Hernanes, m. 87); Hulk (Jadson, m. 72), Óscar, Neymar; y Fred (Jo, m. 79). No utilizados: Jefferson, Cavalieri; Dante, Filipe, Jean, Réver, Fernando, Lucas Moura, Luiz Gustavo y Bernard.
España: Casillas; Arbeloa (Azpilicueta, m. 46), Piqué, Sergio Ramos, Jordi Alba; Busquets; Pedro, Xavi, Mata (Navas, m. 52), Iniesta; y Torres (Villa, m. 59). No utilizados: Valdés, Reina; Albiol, Javi Martínez, Cesc, Soldado, Monreal, Cazorla y Silva.
Goles:1-0. M. 2. Fred. 2-0. M. 44. Neymar. 3-0. M. 47. Fred.
Árbitro: Bjorn Kuipers (Holanda). Expulsó a Piqué con tarjeta roja directa (m. 68) y amonestó a Arbeloa y Sergio Ramos.
Unos 75.000 espectadores en Maracaná.
Brasil desnaturalizó a la Roja, que se sintió siempre en un partido engorroso. Hizo lo imposible por que el partido no tuviera carrete, por que se interrumpiera una y otra vez. Hasta que se vio ganador al inicio del segundo tiempo, faltas, grescas, demoras en cada jugada. Con las gradas en combustión, efervescentes desde horas antes del inicio, la selección canarinha mostró el colmillo en cada acción. Piernas de mármol, la mandíbula a punto de estallar y el partido siempre en el horno. España se movía en un hervidero, en un territorio minado, y nunca estuvo a gusto. Le resultó imposible dar palique al juego, ni siquiera a través de jugadores como Xavi e Iniesta. No encontraba las bandas, donde Alves, con las riendas, defendía con ardor, y Fernando Torres quedaba encapsulado entre Thiago Silva y David Luiz. No hubo migas de Mata, fuera del duelo desde el arranque.
El gol de Fred en un pis-pas resultó capital, disparó aún más la pirotecnia local y Brasil, a hombros de Maracaná, se encontró con el guion soñado en un parpadeo. Fue una jugada confusa, de enredos. Fred fue a por el centro lateral escoltado por Arbeloa y Piqué. Un rebote, el lateral que le pierde de vista, el brasileño que cae al suelo, Casillas que no arranca y el ariete que remata tumbado en el césped. Con Brasil a la vista y Maracaná en estado febril, también un tanto en contra en dos minutos. Un Everest.
La Roja fue un equipo zarandeado desde el primer suspiro por un conjunto desbocado
Con un mundo por delante, España intentó sin éxito tirar de repertorio. No lo consiguió, incapaz de combatir frente a la armadura brasileña. Brasil llevó el partido al cuerpo a cuerpo, lo que menos interesa a la Roja, más liviana y delicada. Cada pelota en discusión fue un asalto. A Brasil no le importa encadenar falta tras falta. Lo hace de forma muy calculada y casi siempre lejos de su portería. De principio a fin, impuso su físico. Ganó el partido defensivo y el ofensivo. Con su feroz presión y los tacos de lija, incomodó de lo lindo a los españoles, que no veían la forma de que la pelota circulara; atrapado el balón, por la vía directa, sin pausas, con el turbo, un suplicio para la zaga visitante, sobre todo para los dos laterales. Arbeloa, que se jugó la expulsión en un derribo a Neymar cuando entre él y Casillas solo había prado, fue relevado al descanso. Antes tuvo tiempo de ver mejor que nadie el zapatazo con la zurda con la que la estrella brasileña anotó el segundo gol. El defensa español cerró mal la jugada y Neymar, elegido mejor del torneo y reforzado como estrella mundial, reventó la red. Por el otro costado, Jordi Alba tampoco pudo echar el lazo a Hulk, explosivo cuando enciende su poderoso tren inferior.
De todo se aprende. Al ir a la lona, los verdaderos campeones se levantan
A España solo le quedaba sublevarse. En un contragolpe entre Torres, Mata y Pedro estuvo a punto de tener dictado en la final. Pedro superó con su disparo a Julio César, pero David Luiz llegó a despejar la pelota a un dedo del gol. Del empate al tanto de Neymar con el intermedio encima. A la hora de marcar, Brasil hasta tuvo puntería con el reloj, en la primera y última jugada de un primer acto. Y, de vuelta, en el estreno del segundo tiempo. De nuevo Fred, enchufado como goleador en esta Copa. Pesadumbre total para España, con un 3-0 y todo un tiempo por jugarse. Solo le sirvió para acumular calamidades. Sergio Ramos falló un penalti, Neymar logró lo que ya estuvo a punto de conseguir con Arbeloa, una expulsión, la de Piqué. El equipo de Del Bosque ya no tenía otra misión que mitigar de alguna manera un desastre mayor. No tuvo otro consuelo. Ahora, ya sabe lo que le espera dentro de un año, cuando regrese a Brasil para defender el título mundial.

La goleada en datos

  • La selección española no perdía un partido desde el encuentro amistoso disputado el 10-08-2011 ante Italia en Bari (2-1). Para encontrar la anterior derrota en partido oficial hay que remontarse al primer partido del Mundial de Sudáfrica en 2010 (Suiza, 1; España, 0).
  • España no recibía tres goles en un partido de competición oficial desde el 6 de septiembre de 2006: 3-2 en Belfast, ante Irlanda del Norte con triplete de Healy. Desde abril de 1985 (3-0 ante Gales), la selección española no perdía por tres goles de diferencia en partido oficial.
  • En la era Del Bosque, las mayores derrotas fueron el 4-0 ante Portugal en Lisboa y el 4-1 ante Argentina en Buenos Aires en sendos amistosos disputados tras la conquista del Mundial.
  • España llevaba 91 partidos seguidos sin recibir una expulsión. Entre 1925 y 1965 llegó a enlazar 134 partidos sin expulsiones. La roja a Piqué es la segunda de España en 13 años; la anterior fue de Xabi Alonso frente a Islandia el 8 de septiembre de 2007.
  • Los últimos siete penaltis lanzados por España en el tiempo de juego reglamentario, al margen de las tandas, los han tirado seis jugadores diferentes (Xabi, Villa, Soldado, Cesc, Torres y Ramos). De todos ellos, fallaron cuatro y anotaron tres. El fallo de Sergio Ramos es el 10º error en los 22 penaltis lanzados en la era Del Bosque.
El resumen del partido

Pasarelas con anoréxicas

La moda prefiere esqueletos

La industria no ceja en utilizar modelos muy delgadas o en retocarlas para que lo parezcan

El modelo de belleza, inalcanzable para la mayoría, puede favorecer trastornos alimentarios

Las iniciativas públicas para regular el ideal quedan en vano


Una modelo en el desfile inaugural de la pasarela Cibeles en 2004, cuando aún no se había establecido un límite mínimo de peso. / BERNARDO PÉREZ

El estampado de lunares engorda, lo sabe todo aquel que haya tenido que disimular unos kilos de más. Se presenta difícil, por tanto, parecer un saco de huesos enfundada en un traje de falda y chaqueta con unos lunares azules como puños. Pero en la última campaña de Marni para H&M, la modelo francesa Aymeline Valade no era otra cosa que un saco de huesos con el traje de lunares de la firma de lujo italiana. La imagen escuálida y poco saludable de Valade fue objeto de encendidas críticas, sobre todo en Inglaterra, donde se cargó contra la marca por fomentar la anorexia al presentar la imagen de una joven de “aspecto decrépito”. “No siempre hemos hecho lo correcto. Algunas de nuestras modelos eran demasiado delgadas”, reconoció hace unas semanas Karl-Johan Persson, consejero delegado de H&M. La disculpa del CEO ha reabierto el debate: la pregunta, en boca de muchos, es si la moda promueve un ideal de belleza, inalcanzable para la mayoría, que puede favorecer trastornos alimentarios. Y si estamos dispuestos a aceptarlo.
El sector se defiende como gato panza arriba, y alega, entre otras cosas, que también ensalza a mujeres reales. De tiempo en tiempo aparecen campañas protagonizadas por modelos con curvas, pero no pasan de lo anecdótico. Lo que se lleva, queramos o no, es lucir el esqueleto.
El asunto es incómodo, molesto para la industria. Prueba de ello es que muchos de los contactados para este reportaje solo han accedido a contestar por medio de un cuestionario escrito. “No queremos malentendidos”, se han justificado algunos. La propia marca sueca H&M ha respondido a las preguntas de este periódico sobre las polémicas imágenes también por escrito. “No se buscaba mostrar un ideal específico, sino una imagen inspiradora y positiva”, defienden en la cadena de ropa lejos del mea culpa entonado por el consejero delegado, aunque añaden que siempre están abiertos “a críticas constructivas y sugerencias de mejora”.
H&M ha pedido disculpas por la imagen escuálida de algunas maniquís
El problema no es solo de H&M, que además parece tratar de enmendar el error con su nueva campaña de verano protagonizada por la curvilínea Beyoncé. La voluptuosa cantante, sin embargo, no deja de ser una excepción entre catálogos de bikinis de chicas flacas. ¿Falta carne en las modelos que vemos en las pasarelas o la publicidad? Modesto Lomba, que además habla como presidente de la Asociación de Creadores de Moda de España, echa balones fuera. “Las personas delgadas no son algo artificial, están en la naturaleza. En nuestra cultura occidental el problema está en la obesidad”, sostiene el diseñador por escrito.
“No es cierto que la extrema delgadez y la búsqueda permanente de juventud sean los modelos de belleza”, discrepa Lomba. El fotógrafo gallego Manuel Outumuro, al que llaman el Richard Avedon español, con más de dos décadas de fotografía de moda a sus espaldas, se aviene, sin embargo, a admitir que la esbeltez es la pauta. “Una modelo tiene que ser delgada porque el traje sienta mejor. De igual forma que un jugador de basket, ha de ser alto y un luchador de sumo, gordo”. Ahora bien, Outumuro ve injustas las críticas. “Se las demoniza de forma excesiva. Nadie carga contra Fernando Alonso por dar mal ejemplo al conducir su coche a tanta velocidad”.
Diseñadores, marcas comerciales, fotógrafos o revistas seleccionan a las chicas. ¿Configuran ellos el canon de belleza? “El modelo está impuesto por el mercado. Es un problema de toda la sociedad”, argumenta Ignacio de Aysa, directivo de la agencia de modelos Traffic, que ha representado a tops como Alejandra Alonso, Marina Pérez o Eugenia Silva. De Aysa reconoce que hay clientes que han rechazado a algunas de sus modelos por no ser suficientemente delgadas y que el retoque fotográfico es una práctica habitual. La carrera de una maniquí, explica el representante de varias de las supermodelos españolas, comienza en torno a los 16 años, y alcanza su punto álgido con 18 o 19 años. El ideal de belleza para todas las mujeres lo encarnan chicas con la pubertad recién finalizada.
Modesto Lomba, diseñador: "El verdadero problema es la obesidad"
La industria se resiste a admitir su responsabilidad en la promoción de un modelo determinado. “Las revistas de moda pueden influir en los hábitos y la percepción que tienen sus lectoras, pero hablar de responsabilidad me parece sobrevalorar su papel”, defiende la directora de Vogue España, Yolanda Sacristán.
El mercado las quiere esbeltas pero, ¿por qué? ¿Es una moda arbitraria?, ¿podría preferirlas gruesas? “Para los diseñadores es más fácil trabajar con ese tipo de cuerpo porque no les obstaculiza, es como una percha. Pero ellos también están influidos por la sociedad. Quieren vestir el éxito, y el éxito hoy está vinculado a la delgadez”, reflexiona Laura Eceiza, socióloga de moda en la Escuela de Diseño IADE. “La esbeltez refleja disciplina, control sobre el cuerpo. Por eso una persona gruesa no está bien vista, porque revela descontrol”.
Pero la sociedad pide lo que algunos quieren que pida, opinan otros expertos. “La demanda viene determinada por lo que es moda. Y lo que es moda es resultado del papel de los trend setters (creadores de tendencias), que eligen lo que se produce y marcan un estándar. Los demás, nos ajustamos o no”, arguye Joan Costa-Font, profesor de Economía Política de la London School of Economics y coautor de un estudio que concluyó que la presión social es determinante para explicar la anorexia, o lo que es lo mismo, que las modelos escuálidas influyen en los casos de trastornos alimentarios. El trabajo analizó los factores que llevaron a sufrir anorexia a unas 8.000 europeas enfermas. “Las mujeres se enfrentan al conflicto de tener que elegir entre adecuarse al estándar de belleza o mantener un estado de salud adecuado”, explica el profesor. “En una persona sin un trastorno alimentario, la elección tiende a ser mantener su estado de salud. Pero las mujeres anoréxicas padecen dismorfia, una percepción sesgada de su cuerpo, y ponen en riesgo su salud, ya que están dispuestas a sacrificar su salud futura con una aparente mayor certidumbre de tener un cuerpo más parecido al ideal”.
El ideal para todas las mujeres
lo encarnan chicas
de 18 y 19 años
El problema no es menor. La anorexia es una enfermedad mental grave que afecta fundamentalmente a las mujeres —son el 90-95% de las personas que la sufren— y jóvenes —la edad más frecuente en la que se enferma es entre los 12 y los 17 —, según datos de la Federación Española de Asociaciones de Lucha contra la Anorexia y la Bulimia nerviosas. El 6% de ellas muere. No existen datos oficiales de afectados en España, porque el Ministerio de Sanidad no los centraliza. Los últimos estudios hablan de entre un 5% y un 6% de enfermos.
Los expertos advierten, sin embargo, de que no debe vincularse bajo peso a enfermedad. “La anorexia es un trastorno multifactorial, no se sufre por estar muy delgado”, alerta Susana Monereo, jefa de Endocrinología del Hospital de Getafe (Madrid). “Los trastornos alimentarios, que son muchos antes de la anorexia, aparecen en los que no tienen esa constitución y luchan por alcanzar el ideal”, explica la doctora.
Monereo es además la encargada de controlar que las modelos que participan en la Pasarela Cibeles de Madrid cumplan con el peso mínimo exigido por la organización, una insólita y pionera medida que empezó a aplicarse en 2006 en el desfile madrileño. La doctora pesa a las chicas y comprueba que superen un Índice de Masa Corporal (IMC) de 18 (el resultado de dividir la altura entre el peso al cuadrado). Para una modelo de 1,80 metros de estatura, el mínimo es un peso de 59 kilos. “El primer año rechazamos a 16 modelos por no cumplirlo, unas cuantas de ellas con un IMC de 16, que es un estándar con el que se ingresa a muchas chicas por anorexia”, recuerda Monereo. La endocrina cuenta que las modelos utilizan trucos para tratar de engañar a la báscula, como atiborrarse de agua. “Descubrimos a alguna con un cinturón lleno de pesos, por eso ahora las pesamos en batín, para que no puedan esconder nada”. A pesar de todo, las chicas que desfilan ahora en Cibeles tienen “como cinco o seis kilos más que las de antes”, estima la doctora. Un vistazo a las pasarelas anteriores a la del 2006 confirma la apreciación de la endocrina. Imágenes como la de la modelo etíope Liya Kabede, por ejemplo, que cerró el desfile de Modesto Lomba en 2004 siendo todo clavículas, han dado paso a otro tipo de figuras: siguen siendo sílfides, pero de aspecto más saludable.
"¿Son responsables las revistas? Es es sobrevalorarlas", dice la directora de  'Vogue'
En paralelo a la medida de Cibeles, los empresarios de moda y el Ministerio de Sanidad firmaron en 2006 un acuerdo para unificar las tallas con el fin de luchar contra la anorexia. El Gobierno gastó en torno a un millón de euros en un estudio antropométrico de las mujeres españolas, que concluyó que la estatura media es 1,62 y el peso 57 kilos, pero la homogeneización de las tallas, siete años después, no se ha realizado. “A las firmas no les interesa o no les da la gana”, lamenta Juana Martín, presidenta de la Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia. Sanidad asegura que el asunto se estudia ahora en Europa, en el marco de un grupo técnico, el Comité Europeo de Normalización. No hay plazo previsto de resultados.
La tendencia de lucir huesos, por cierto, no ha existido siempre. “La moda siempre es una reacción a la tendencia anterior”, aclara Carlos Primo, profesor de Historia de la Moda en IADE. “Como la mujer garçon de los años veinte, que reacciona a los corsés y polisones del Romanticismo, la extrema delgadez o el heroin chic (el chic de la heroína) encarnado por la modelo Kate Moss de principios de los noventa es una reacción a las supermodelos de los ochenta, mujeres con curvas como Claudia Schiffer o Naomi Campbell”. Desde los noventa arrastramos la esbeltez, más o menos intensa.
La presión social
es determinante para la anorexia,
según un estudio
El debate se sitúa entonces en si se debe o no legislar la belleza. “En España se hicieron cosas, como lo de Cibeles, pero ya se ha bajado la guardia”, opina Martín. Israel, por ejemplo, ha dado un paso al frente. El Parlamento israelí aprobó el año pasado una ley que prohíbe a los anunciantes modelos excesivamente escuálidos. En la iniciativa privada, las 19 cabeceras de Vogue han suscrito lo que han llamado The Health Iniciative (Iniciativa por la salud) en la que han acordado trabajar con modelos mayores de 17 años “con una imagen sana”. La directora de la revista en España reconoce, sin embargo, que se siguen encontrando dificultades para llevarla a la práctica. “A veces es difícil elegir modelos con formas porque las colecciones de prensa se hacen aún en talla pequeña. En alguna ocasión nos hemos encontrado con una modelo con más curvas a la que no le cabía la ropa”.
“Esta es una lucha perdida”, suelta, amarga, la presidenta de la asociación contra la anorexia. Las opciones están sobre la mesa. Se puede regular un modelo de belleza saludable. O esperar a que la moda reaccione y tal vez se imponga, por casualidad, el ideal contrario al esquelético.

Los políticos, para zaherir

Escarnio

Los políticos están ahí para que la burla que volcamos en ellos dé salida franca a la frustración social

Desayunarse con un sapo cada mañana, es la dieta que suele seguir quien aspira a dedicarse a la política. Tampoco le viene mal tener la cara de cemento, porque, si bien Maquiavelo no dijo nada sobre esto, el político es un ser que nace, crece y se presenta ante la sociedad solo para ser insultado. Cada cuatro años los votantes eligen a los que van a zaherir, despreciar y hacer objeto de sus chanzas. Ganar unas elecciones significa ocupar el primer puesto en el barracón del pimpampum de esta feria de la democracia. Tampoco la oposición se libra de esta granizada de humor y desprecio. Detrás de los políticos de cualquier bando están los que mandan de verdad: entes económicos difusos e intocables cuyo armamento invisible desarrolla una contundente capacidad de fuego cuando las circunstancias lo requieren. En la Gran Depresión del 29 del siglo pasado los banqueros y grandes industriales se arrojaban al vacío por la ventana, porque su ruina era personal e intransferible. Hoy solo se suicidan los pobres. Puede que un obrero en paro al que han desahuciado se queme a lo bonzo en la puerta de la empresa, pero detrás de la razón social que se exhibe en la fachada no existe ningún rostro concreto, imputable. Los políticos solo son la sábana de estos fantasmas. El poder económico que gobierna el mundo desde el otro lado del espejo necesita que en cierto modo los políticos sean corruptos porque la corrupción política encubre la suya propia, el desprecio con que se sacia el público a los intocables les sirve de parapeto. ¿Quién es Barak Obama sino un ser que ocupa la Casa Blanca con la única misión de vender con voz de blues las órdenes que recibe? En teoría se trata del hombre más poderoso del planeta que no ha podido eliminar la cárcel de Guantánamo, que da por bueno que en nombre de la seguridad haya una red de espionaje mundial y acepta que en el Despacho Oval pueda haber un grillo detrás del retrato de George Washington. Los políticos están ahí para que la burla que volcamos en ellos dé salida franca a la frustración social. En su espejo mediocre se refleja nuestra mediocridad, por eso es tan excitante romper ese escaparate tan frágil, mientras el poder, a salvo del escarnio, se permite mover los hilos impunemente en la oscuridad.

Pintores

Lord, que estuvo allí

James Lord retrató a los grandes del siglo XX, Picasso le abrió la puerta en calzoncillos o en pijama

El otro día leí a uno de esos amantes resentidos de la literatura que del catálogo de autores españoles de nuestros días solo pasarán a la posteridad dos. Lo decía como echando con furia más tierra sobre las tumbas de los que ya estarán muertos, con más interés en que no sobrevivieran aquellos a los que detestaba que en mantener vivo el recuerdo de sus favoritos. ¿Cuáles eran sus favoritos? Bah, qué importa. Una vez asistí al espectáculo de un viejo novelista que peleaba por las condiciones de reedición de la que había sido su primera novela. Al mes de aquello murió. Se me abrieron las carnes.
Prefiero la actitud de Alice Munro, que anuncia que se va antes de haberse ido del todo. ¿Quién era, por cierto, aquel viejo novelista? Bah, qué importa. Para hacer crónica sin autocensura hay que esperar a ser viejo. A mí me quedan veinte años. Ya he echado las cuentas. Entonces, si es que vivo para contarlo, me sentaré en mi patio y haré una lista de todos aquellos personajes que conocí y que merecieron la pena y escribiré sobre ellos. ¿Cuántos habrán pasado a mi particular posteridad? Ahora no importa, pero sí estoy segura de que no sobrevivirán esos Bárcenas que hoy protagonizan nuestras columnas, ni los Wert, ni los Camps. Sus hazañas, pequeñas o grandes, serán barridas por el tiempo, de igual forma que las de casi todos los cronistas que las relataron a diario.
Tal vez resista el nombre de Urdangarin, por haber abierto la espita de los ataques a la monarquía y por personificar la figura del arribista que llega a lo más alto con poco esfuerzo para después cagarla. No sabemos cuál será su final, pero con poco que se esfuerce estará a la altura como para ser el protagonista de una crónica de estos tiempos. Pero ¿hay en España cronistas a la altura de lo que ocurre? Por la parte que me afecta, me lo he estado preguntando todos estos días, mientras leía con avaricia un libro que recomiendo con el mismo entusiasmo con el que me lo recomendó su excelente editora, Clara Pastor. Se trata de Cinco mujeres excepcionalesy está escrito por James Lord, un americano que se plantó por primera vez en París en el año 1944 y pasó allí gran parte de su juventud, teniendo la habilidad de colarse en las casas de artistas, intelectuales y aristócratas, o lo que es lo mismo, en el taller de Picasso, en las cenas de la veleidosa Marie-Laure de Noailles o en el salón de Gertrude Stein, que estaba presidido por el famoso retrato que le hizo Picasso; sí, aquel sobre el que el propio artista pronunció la famosa frase: “No te pareces, pero acabarás pareciéndote”. Y así fue.
James Lord era joven, guapo, homosexual, curioso, amable, dúctil, inteligente y perspicaz. También era una de esas personas que sientas a tu mesa y sabes que hará las delicias del comensal de al lado. Algunos han resumido estas cualidades en un solo defecto: de Lord se ha afirmado que era un cotilla. Y que no escribía bien. Y que fue un novelista frustrado. Lo de novelista frustrado es cierto, él mismo lo confesó. El resto, no. Sus crónicas, créanme, se devoran. Lo que está hoy a la vista de cualquiera es que sus memorias han pasado a la posteridad. Hoy no se puede escribir sobre las vidas de muchos de los grandes artistas o los vividores del siglo XX sin citarlo. Nos ha contado en detalle a Dora Maar, la cuarta mujer de Picasso, a Giacometti o a Balthus, pero por sus páginas cruzan a menudo con toda naturalidad un jovencísimo Lucian Freud, Buñuel, Dalí, Hemingway, Poulenc y tantos otros, porque en el París que va de los treinta a los sesenta estaba prácticamente todo el mundo, de paso o viviendo allí largas temporadas.
Para hacer crónica sin autocensura hay que esperar a ser viejo. A mí me quedan veinte años
Las vidas de estas cinco mujeres que elige Lord están tocadas, bendecidas a veces, malogradas otras, por las heridas del siglo. Es el caso de Arletty, una actriz icónica del cine francés de los años cuarenta que cayó en desgracia tras exhibir su enamoramiento por un oficial nazi durante los años de la ocupación: “Mi corazón es de Francia, mi culo es mío”. Murió vieja y reivindicada por el mismo país que le había prohibido trabajar como castigo a su traición. Son vidas largas, por las que atraviesa el periodo de entreguerras, la Segunda Guerra, incluso el Mayo del 68. La última de estas prodigiosas damas es Errieta Perdikidi, una mujer valiente que regentaba eso que ahora se llama hotel rural y que antes era ni más ni menos que una casa en una perdida isla griega a la que el cronista americano acudió porque siempre ha habido locos que han buscado lugares salvajes en los que amar o curarse del desamor. James Lord era uno de esos seres a los que te rindes y confías tu historia. Su condición no disimulada de homosexual propiciaba que los hombres heterosexuales no se sintieran en competencia y que las mujeres lo tomaran como ese buen acompañante con el que no hay que preguntarse qué pasará después de la última copa.
Lord tuvo suerte. La época fue rica en grandes personajes. Había, además, mucho menos riesgo de vulnerar la intimidad, con lo cual, el tipo entró por la puerta grande: Picasso se la abrió desde el primer día, en pijama o en calzoncillos. Los chismes aún corrían de boca en boca, a un paso comprensible para la mente humana. Y parece que sí, que París era una fiesta.

Narciso

Usted puede ser un narciso

Neurólogos de Berlín asocian el trastorno egótico al déficit de neuronas en el cerebro emocional

El Narciso de Caravaggio.

Usted puede ser un narciso. La frase acertará con uno de cada 100 lectores, porque esa es la proporción de la población que muestra ese fastidioso rasgo de carácter. O mejor, que sufre ese trastorno de la personalidad (NPD, por Narcissistic Personality Disorder). Y de ser así lo más probable es que tenga usted un marcador físico identificable por cualquier neurólogo: una reducción de la materia gris en una parte de su cerebro llamada ínsula y que es esencial para la empatía, o identificación con el otro. El único otro con el que sería usted capaz de identificarse sería usted mismo. Con su propio mecanismo.
Los narcisistas habrán existido desde que surgió la especie humana hace 100.000 años, pero solo llevan ese nombre desde que se lo puso el médico y activista británico Havelock Ellis (1859-1939), cuya obra mayor, Estudios sobre la psicología del sexo, se publicó en siete volúmenes a lo largo de 30 años y fue censurada con saña por la ortodoxia victoriana de la época. El nombre, naturalmente, remite al mito griego de Narciso, el tipo que acabó muriendo ahogado de tanto mirar su reflejo en el agua.
El psiquiatra Stefan Röpke y sus colegas de los departamentos de psicología clínica, neurociencia afectiva, neuroimagen y psiquiatría de la Universidad Libre de Berlín, presentan sólidas evidencias en el Journal of Psychiatric Research de que los narcisistas —o pacientes de trastorno de la personalidad narcisista (NPD), por emplear el término técnico— muestran una reducción de la materia gris en la ínsula y otras zonas relacionadas del córtex cerebral, la sede de la mente humana.
El narcisista se caracteriza por “muestras ubicuas de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía”, según la definición estándar de la Asociación Americana de Psiquiatría. Es una persona absorta en sí misma, convencida de su propia importancia más allá de toda duda razonable y con una necesidad patológica —literalmente— de recibir muestras de admiración y toda clase de atenciones de los demás. ¿Ya siente usted sudores fríos?
Röpke y sus colegas han estudiado a 17 pacientes (12 hombres y 5 mujeres) que habían sido previamente diagnosticados de trastorno de la personalidad narcisista, y también a 17 personas del montón con la misma distribución de sexos, edades y niveles socioculturales que les han servido como control. Su principal conclusión: “Aportamos aquí la primera evidencia empírica de anormalidades estructurales en los cerebros de los pacientes con trastorno de la personalidad narcisista”.
La ínsula es una región del córtex (o corteza) cerebral, la capa más exterior de nuestro cerebro, y la que se pliega en surcos y convoluciones para hacer sitio a nuestras grandes demandas cognitivas. Si estuviera extendido mediría lo que una de esas servilletas grandes de los restaurantes de tres dígitos, y no tendría mucho más espesor.
La ínsula está precisamente enterrada en el puro fondo del surco más profundo del cerebro, la cisura de Silvio (o surco lateral), que siempre muestran los dibujos del cerebro. Es el límite posterior del lóbulo frontal, la parte de este órgano que más ha crecido durante la evolución de los homínidos: las redes neuronales que nos hacen humanos. Por estudios anteriores se sabe que la ínsula está implicada en la consciencia —y en la autoconsciencia, que viene a ser la capacidad de reconocerse en un espejo—, la percepción, la cognición y la experiencia interpersonal. Eso incluye la empatía, o facultad de identificarse con el otro, de ponerse en su pellejo.

NOTICIAS RELACIONADAS

Una historia de espías de verdad.

El agente que sacude al espionaje mundial

Los servicios secretos más poderosos del mundo cercan al filtrador que desafió a la inteligencia estadounidense

Las pantallas del metro de Hong Kong muestran la entrevista a Snowden el 16 de junio. / Kin Cheung  (AP)

La historia de Edward Joseph Snowden es la de un joven analista de inteligencia que decidió arriesgarlo todo para denunciar los abusos del espionaje masivo que realizan los servicios secretos de su país. La de un exempleado de la CIA que se asomó a las prácticas irregulares de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y decidió que el mundo debía conocerlas. La de un friki de la informática amante de la cultura japonesa que dejó atrás a su novia y una cómoda vida en Hawai para emprender un viaje peligroso e incierto.
Snowden ha desatado una tormenta mundial exponiendo la fragilidad de la privacidad de nuestras comunicaciones en la era digital, dejando al descubierto a los gigantes de Internet —Google, Facebook, Microsoft—, sacando los colores al presidente Obama, al premier británico Cameron, generando una crisis diplomática entre Ecuador y EE UU, y poniendo en guardia a los más potentes servicios secretos del mundo. Todo, con cuatro ordenadores portátiles, una llave USB y, en la mano, un cubo de Rubik.
Esta es la reconstrucción de la huida del hombre más buscado durante las últimas tres semanas.
Su periplo arranca en Hawai, en mayo, el día en que comunica a su superior en la compañía Booz Allen Hamilton, una de las más potentes organizaciones privadas de espionaje del mundo —muchas de ellas trabajan subcontratadas para los servicios de inteligencia nacionales de los países— que se tiene que ir durante dos semanas para tratar sus problemas de epilepsia.
A su novia Lindsay, con la que lleva cuatro años, le dice que tiene que ausentarse por unas semanas. Lindsay, una chica que practica la acrobacia, ha podido comprobar que, en los últimos meses, Snowden ha estado como ausente, y así lo reflejará en su blog. Pero tampoco tiene por qué extrañarse. Su chico trabaja en el sector de inteligencia.
El lunes 20 de mayo Edward Snowden toma un vuelo que cambiará su vida para siempre. Atrás deja su casa de Waipahu, West Oahu, Hawai. Hace cuatro meses que ha entrado en contacto con la documentalista y periodista independiente norteamericana Laura Poitras. Hace menos de un mes que ha empezado a escribirse, mediante comunicaciones encriptadas, con el bloguero norteamericano del diario británico The Guardian Glenn Greenwald. Una de las filtraciones más importantes de la historia de Estados Unidos se está gestando.
El avión en el que se embarca Snowden se dirige a Hong Kong.
“Hace bien eligiendo este destino”, cuenta por teléfono desde Hong Kong Heriberto Araújo, experto en cuestiones de ciberespionaje y autor del libro La silenciosa conquista china. “Es un territorio controlado por China, que no es país amigo de Estados Unidos, pero en el que las leyes funcionan, y de donde no iba a ser fácil sacarle”.
Sarah Harrison, mano derecha de Assange, a las puertas de la embajada de Ecuador en Londres, en junio de 2012. / Carl Court (AFP)
Snowden aterriza en la excolonia británica con una maleta negra y cuatro ordenadores portátiles. Se aloja en el Hotel The Mira, en Nathan Road, una ruidosa calle conocida por sus tiendas, en el distrito de Kowloon.
Durante dos semanas, según contará The Guardian, apenas sale de su habitación, que tiene vistas sobre el parque que da nombre al distrito. Pide que le suban la comida a su cuarto, decorado con un falso cocodrilo, en ese hotel de 250 euros la noche. Lleva poco equipaje consigo. El libro de memorias del expresidente de EE UU Dick Cheney, los ordenadores, algo de ropa y el cubo de Rubik.
Snowden se atrinchera. Coloca almohadas en la rendija de la puerta de la habitación para evitar escuchas. Mayo llega a su fin y se cita por fin con el bloguero de The Guardian Glenn Greenwald.
Las indicaciones que da, según relatará The New York Times, son las siguientes. Greenwald y sus dos acompañantes, la documentalista Laura Poitras y otro redactor de The Guardian, deben acudir a un hotel de Hong Konk y pedir en voz muy alta indicaciones sobre otra zona del hotel. Si todo va bien, en ese momento aparecerá un hombre con un cubo Rubik en la mano.
Greenwald se queda sorprendido. Esperaba encontrarse a un veterano espía. No a un joven de 29 años.

En Ginebra, con la CIA

Eva Saiz
Si hay un punto de inflexión en la carrera de Snowden en los servicios de inteligencia, un momento que lo lleve a cuestionarse la legitimidad de las prácticas de espionaje de Estados Unidos, este se produce en su periodo como agente encubierto de la CIA en Ginebra, en 2007. “Me desilusionó mucho de lo que vi allí acerca del impacto de las acciones de mi gobierno en el mundo, haciendo más mal que bien”, relatará a The Guardian. Mavanee Anderson, que compartió destino con Snowden en esa época, cuenta en un artículo publicado por The Chattanooga Timesque Snowden sufrió “varias crisis de conciencia”.
Durante su estancia en Ginebra, su puesto le permite un acceso casi ilimitado a documentación privilegiada. La tentación de desvelar los secretos a los que tenía acceso le viene de entonces. Su pericia informática, la que le permitió asomarse a las oquedades más profundas de la inteligencia y los secretos de EE UU, arranca en su más tierna infancia.
Snowden pasaba más tiempo delante del ordenador que haciendo los deberes, según cuenta su vecina Joyce Kinsey. Junto con sus amigos de instituto se dedicaba a construir sus propios PC a partir de piezas adquiridas por Internet. En esa época, además del gusto por la red desarrolló su pasión por el manga y la cultura japonesa.
Se crió en Ellicot City, Maryland, a escasos kilómetros del cuartel general de la NSA en Fort Meade. Hasta allí se trasladaron sus padres tras residir brevemente en Wilmington, Carolina del Norte, donde Snowden nació el 21 de junio de 1983. Su padre, Lonnie, era guardacostas. Su madre, Elizabeth, trabaja en los juzgados de Maryland.
Vivía hipnotizado por los ordenadores. No acabó el instituto pero trató de sacarse el título realizando un curso de informática en la Universidad de Anne Arundel, en Maryland, donde tampoco logró terminar la carrera, pero sí obtuvo el título de bachillerato.
En 2003, Snowden escribe en la web de Ars Technica que va a alistare en un cuerpo de élite del Ejército para “liberar a la gente de la opresión” en Irak.
Durante su periodo de formación, Snowden, un joven de ideales firmes, experimenta uno de sus primeros contratiempos: “Todos parecían más interesados en matar a árabes que en ayudar a los demás”, confesará a The Guardian. El joven no tuvo tiempo de ahondar en su desengaño. La fractura de sus dos piernas le impide licenciarse y completar la instrucción.
Ese mismo año, Snowden hace su incursión en los servicios de inteligencia estadounidenses. Como si de una carambola del destino se tratara, él, que se había criado tan cerca de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), consigue un trabajo de vigilante en una de sus instalaciones encubiertas en la universidad de Maryland.
En 2006, se incorpora a la CIA y, de acuerdo con otra de sus entradas en Ars Technica, donde escribía con seudónimo, sopesa la idea de trabajar para el Gobierno en China —sin duda, sus conocimientos de mandarín le ayudan—.
Pero no le destinan a Asia sino a Ginebra, adonde viaja en el año 2007 bajo la tapadera de un puesto de funcionario del Departamento de Estado, como encargado de la seguridad de la red informática.
Ahí, el introspectivo y poco sociable Snowden, amante del ajedrez y la filosofía, empieza a barruntar la idea de exponer lo que ve. Pero la perspectiva de una victoria de Barack Obama en las elecciones le hace posponer sus planes.
En 2009 vuelve a la NSA, que lo traslada a Japón, donde su frustración por la trayectoria en materia de libertades del Gobierno de Obama crece.
“Me desengañé por completo”, confesará al diario británico.
El viernes 7 de junio, los dos diarios con los que ha entrado en contacto, presentándose bajo el seudónimo de Verax, el estadounidense The Washington Post y el británico The Guardian, sueltan la bomba informativa: Estados Unidos ejerce un espionaje masivo recolectando información a través de Google, Facebook, Apple y Skype. La Agencia de Seguridad Nacional (NSA) tiene acceso, mediante el programa Prisma, a los correos electrónicos, búsquedas de internet, archivos enviados y conversaciones online de cualquier ciudadano no estadounidense fuera de las fronteras de EE UU. El programa genera unos 2.000 informes al mes. Cerca de 77.000 expedientes se han nutrido de información personal de ciudadanos conectados a la red. Todo ello gracias a una ley aprobada por el expresidente George Bush Jr. y refrendada por Barack Obama.
Según saltan las primeras noticias, el presidente de EE UU decide comparecer para justificar estas prácticas. Se escuda en la lucha contra el terrorismo internacional. Pero la bomba informativa genera repercusiones en todo el mundo. Daniel Ellsberg, el protagonista de la célebre filtración de los Papeles del Pentágono, del año 1971, en que se ponía al descubierto la política del Pentágono en la guerra de Vietnam, califica la filtración de Snowden como la más importante en la historia de su país, al que renombra como United Stasi of America, en alusión al temido servicio secreto de la República Democrática Alemana. El domingo 9 de junio la imagen de Edward Joseph Snowden, grabada en video por la documentalista Laura Poitras, inunda las pantallas informativas de medio planeta. The Guardian cuelga en su web la entrevista que le hace el bloguero Glenn Greenwald en la habitación del hotel de Hong Kong.
“En buena conciencia”, declara Snowden en la entrevista, “no puedo permitir que el gobierno de EE UU destruya la intimidad, la libertad de Internet y las libertades fundamentales de las personas con esta máquina de vigilancia que está construyendo en secreto”.
Obama está contra las cuerdas. Snowden le ha puesto frente a la peor crisis de su presidencia. En Londres también empiezan a sonar las campanas. David Cameron se niega a confirmar o desmentir que el GCHQ, centro neurálgico de las escuchas de la inteligencia británica, haya utilizado el programa Prisma.
El lunes 10 de junio, en torno al mediodía, Snowden abandona la habitación de su hotel.
El Gobierno de los Estados Unidos anuncia que le perseguirá mientras 25.000 personas firman en Internet una petición a Obama para que le perdone. Y la reacción europea no tarda. Tres días más tarde, Vivianne Redding, vicepresidenta de la Comisión Europea, declara: “El concepto de seguridad nacional no significa que todo vale. Los Estados no tienen un derecho ilimitado de vigilancia secreta”. Quedan cuatro días para la cumbre del G-8 en Lough Erne, Irlanda del Norte, que se celebra el 17 de junio. Una cumbre que se verá marcada por el escándalo de las escuchas que realizó el gobierno anfitrión, el británico, en una anterior cumbre, la del G-20 en Londres, en el año 2009. Los documentos filtrados por Snowden siguen dando frutos.
Pocos días después entra en juego Wikileaks. La plataforma de filtraciones del australiano Julian Assange se muestra dispuesta a ayudar a Snowden.
Para ello, decide enviar a Hong Kong a un valor seguro: Sarah Harrison, la persona que desde hace más de dos años está permanentemente al lado de Assange, su asistente y mano derecha, mujer que ha ejercido labores de organización, periodismo de investigación y comunicación en la plataforma.
Harrison es quien más cerca ha estado del editor australiano en los últimos dos años y medio. Le ha acompañado mientras andaba huido en los días del Cablegate, durante su arresto domiciliario en la campiña británica y en su reclusión en la Embajada de Ecuador en Londres. Ahí es donde ha podido trabajar codo con codo con el juez Baltasar Garzón, abogado de Assange.
Sarah Harrison, además, sabe lo que es estar junto a un hombre perseguido por distintos servicios secretos. Sabe lo que es una persona batallando legalmente para impedir un proceso de extradición. Sabe manejar información secreta.
El ángel de la guarda de Julian Assange se dispone a viajar a Hong Kong para convertirse en ángel de la guarda de Edward Joseph Snowden.
“Tiene una experiencia muy amplia en una gran diversidad de campos”, explica en conversación telefónica desde Nueva York, Kristinn Hrafnsson, portavoz de Wikileaks, en alusión a la cualificación de Harrison. “Maneja bien los ángulos legales, entre otros, las cuestiones relativas a una extradición”.
Hrafnsson, recién regresado de Ecuador, cuenta que él se ha encargado personalmente de las gestiones en Islandia para intentar que el gobierno acoja al analista norteamericano. Decidió hacerlo poco después de escuchar las palabras de Snowden, que en el video de The Guardian, expresaba su deseo de recalar en el país nórdico.
El curtido periodista de investigación islandés declara que Wikileaks ya tiene un abogado para Snowden en territorio norteamericano, del que pronto se conocerá el nombre. Asegura que Garzón no ha aceptado hacerse cargo de su defensa por una cuestión de ángulos legales, no porque no crea en la causa de Snowden. Y señala lo que considera una gran paradoja en todo este asunto: “El departamento de Justicia estadounidense persigue al filtrador, acusándole de espionaje, cuando son ellos los que están espiando masivamente”.
Hrafnsson no da detalles del día de llegada de la asistente de Assange a Hong Kong. No quiere revelar ninguna información sobre los movimientos de Edward J. Snowden.
Sarah Harrison asiste a la reunión que el exanalista de la NSA mantiene, aún en Hong Kong, con un equipo de abogados. Valoran la situación. Snowden pide a todos los asistentes que guarden sus móviles en la nevera para evitar escuchas, según relatará The New York Times.
El jueves 20 de junio, desde Islandia, un colaborador de Wikileaks, el empresario islandés Olafur Sigurvinsson, asegura que tiene un avión preparado para traer al analista norteamericano a Islandia: tan solo queda la obtención del permiso del gobierno.
El Departamento de Estado de EE UU solicita a Hong Kong la extradición de Snowden, que el viernes 21 de junio acaba de cumplir 30 años. Dos días más tarde, el domingo 23 llega a manos del presidente de Ecuador, Rafael Correa, una carta de Snowden. No es una misiva larga.
En algo más de cuatro párrafos, solicita asilo en Ecuador por el riesgo de persecución de Estados Unidos debido a su decisión de hacer públicas graves violaciones por parte del Gobierno estadounidense. “Como resultado de mis opiniones políticas y del ejercicio de mi derecho a la libertad de expresión (...), el Gobierno de los Estados Unidos ha anunciado una investigación criminal en mi contra”.
En la carta busca un paralelismo con la filtración del Cablegate. “Mi caso es muy similar al del soldado Bradley Manning, que publicó información gubernamental a través de Wikileaks, revelando crímenes de guerra. Él fue arrestado y recibió tratos crueles”. Para terminar la comunicación, señala: “Es improbable que reciba un juicio justo, corriendo el riesgo de cadena perpetua y muerte”. Por eso, dice, pide asilo.
Ese mismo día, el vuelo nº 213 de la compañía rusa Aeroflot aterriza en la Terminal E del aeropuerto de Sheremiétevo, Moscú. Se supone que en él ha viajado el analista estadounidense acompañado por Sarah Harrison. La prensa espera en el aeropuerto. Se ven autos con placas diplomáticas. Pero Snowden no aparece. No hay rastro de él.
Julian Assange declara desde Londres que Snowden está bien y en “lugar seguro”. Algunas informaciones apuntan a que tiene reserva para viajar, rumbo a La Habana, al día siguiente, en el vuelo nº 150 de Aeroflot.
Falsa alarma. El lunes, el asiento 17A del vuelo nº150, en el que supuestamente iba a viajar, va vacío. En Sheremiétevo, no hay constancia de que el filtrador se encuentre realmente allí.
El martes 25, Vladímir Putin asegura que Snowden se encuentra en la zona de tránsito del aeropuerto, pero se niega a conceder su extradición. El presidente ruso confiesa que preferiría no ocuparse de casos como el de Snowden: “Es lo mismo que trasquilar a un cerdo: mucho chillido y poca lana”, declara.
Snowden se beneficia de los milagros del mundo moderno. Estando en Moscú, no está técnicamente en Rusia porque no cruza formalmente la frontera y no le sellan el pasaporte —que, por lo demás, Washington ya ha anulado—, lo que significa que la policía local no puede detenerle.
En la zona internacional de Sheremiétvo unos dicen que se aloja en el hotel Vozdushny Express (Expreso Aéreo) mientras otros aseguran que, al ver los precios (60 euros las 4 horas por una minihabitación con baño y ducha individual), se dio media vuelta y se fue. El presidente venezolano Nicolás Maduro se muestra dispuesto a recibirle.
“Esto es todo un juego de intereses; ni chinos, ni rusos le habrán dado cobertura gratis”, se aventura a pronosticar Daniel Sansó-Rubert, experto en inteligencia y seguridad que trabaja en un seminario organizado por la Universidad de Santiago y el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (Cesedén). “Lógicamente, habrán intentado extraer de él toda la información posible. Estas cosas funcionan así, lo que pasa es que normalmente las cartas se intercambian debajo de la mesa”.
El viernes 28, Snowden parece atrapado en un callejón sin salida. Su pasaporte invalidado le impide entrar en territorio ruso. Ecuador dice que su país no puede otorgarle asilo si no se encuentra físicamente en territorio ecuatoriano —en la embajada, por ejemplo—. Barack Obama ha declarado el día anterior que no va a a movilizar aviones para detener a un hacker de 29 años, en un intento de que la crisis no afecte a sus relaciones con China y Rusia.
Mientras medio mundo se pregunta dónde está Snowden, su padre Lonnie concede una entrevista a la cadena NBC en la que asegura que su hijo estaría dispuesto a regresar a EE UU si le garantizan que permanecerá en libertad antes de que comience su juicio. No ha hablado con él, dice.
Edward J. Snowden está acusado de robo y apropiación de documentos propiedad del Gobierno de EEUU. “Ya se ha hecho un hueco en la historia junto a Daniel Ellsberg y Bradley Manning”, sintetiza Kritinn Hrafnsson desde Nueva York. “Hombres que lo arriesgaron todo y que actuaron con valor, siguiendo su conciencia”.
Son muchas las voces que en Estados Unidos se levantan contra lo que consideran una traición. Pero lo que parece claro es que, en el momento de realizar la filtración, Snowden es un tipo con una larga experiencia en el campo de la inteligencia militar que sabe lo que hace y a qué se expone. Tiene muy presente el ejemplo de Bradley Manning, el soldado que supuestamente filtró información secreta a Wikileaks. Le admira. Es algo que dirá a los periodistas de The Guardian. “Manning es el clásico filtrador. Lo que le inspiró fue el bien común”.

Soplones y seguridad; gracias, Snowden

Jesús A. Núñez Villaverde
Tanto si pasa a la historia como traidor, héroe o soplón —y al margen de sus motivaciones personales— Edward Snowden ha prestado un servicio muy valioso con su decisión de arrojar algo de luz sobre los recovecos de un intrusivo sistema gubernamental capaz de captar, registrar y, sobre todo, tratar ingentes volúmenes de información privada. En nombre de la sacrosanta seguridad, a la que todo se ha subordinado aún más desde el aciago 11-S, sabemos ahora que sistemas como el estadounidense Prisma llevan tiempo hurgando diariamente en nuestra (la de todos) más celosa intimidad a la búsqueda de datos que supuestamente nos blindan frente a las amenazas. Gracias a él sabemos también que los periodistas (sirvan los de la agencia AP como ejemplo) son objetivo prioritario de ese afán husmeador, sin detenerse en considerar el peligro que eso supone para la salud democrática. No menor es el descubrimiento de que nueve servidores de Internet han aceptado la intromisión securitaria de la Foreign Intelligence Survelillance Court en sus sistemas —¿puede sorprender eso tras conocerse que quien fue hasta 2010 responsable de la seguridad privada de datos de los usuarios de Facebook trabaja ahora para la NSA?—. En paralelo nos enteramos de que los británicos han espiado a sus propios aliados en el marco de las reuniones del G-20 y que imitan a su hermano mayor, fisgoneando en toda la información pública y privada que se transmite a través de la fibra óptica que toca su territorio.
Lo que parece la simple punta de un iceberg del que seguimos desconociéndolo prácticamente todo —apenas cabe reseñar la existencia de la red Echelon, ya desde la guerra fría, y del reciente software Riot (de Raytheon), junto a las noticias sobre el creciente activismo chino y ruso en la materia— es suficiente para entender que, como tantas veces en el pasado, se ha perdido el rumbo de algo que en su origen puede resultar justificable. La seguridad es un valor altamente deseado y a ella subordinamos diariamente otros valores. Conscientes de los riesgos que plantea caminar sin resbalones por la delicada senda de la seguridad libertad, los Estados de derecho nos hemos dotado de mecanismos de control que pretenden evitar el abuso sobre la ciudadanía. Sin embargo, es evidente que ese resbalón se ha producido hace tiempo (Guantánamo y los vuelos de la CIA son solo muestras), con numerosos Gobiernos dejándose llevar a favor de corriente. Parece haberse olvidado que los sistemas de seguridad deben servir a la libertad, en lugar de servirse de ella.
Aunque nunca lo admita públicamente, quien más agradecido tiene que estar a Snowden es el presidente estadounidense, Barack Obama. Ha sido inteligente al dar la bienvenida al debate que ha generado la filtración de Snowden, pero eso no oculta que no estaba en su agenda replantearse la existencia de unos sistemas que, por puro pragmatismo, considera útiles. También debemos estarlo los ciudadanos celosos de nuestra libertad e intimidad porque, aunque la tendencia hacia el Gran Hermano ya es imparable, al menos podemos momentáneamente imaginarnos que en algo hemos retrasado su avance.
Con información de Rodrigo Fernández (Moscú), Eva Saiz (Washington) y Soraya Constante (Quito).

Soberanistas

Un Camp Nou más soberanista

El independentismo hace otra demostración de fuerza con el ‘Concert per la Llibertat’, que reunió a más de 90.000 personas en el estadio barcelonista

Nueve meses después de la multitudinaria manifestación de la Diada, el independentismo catalán volvió a mostrar ayer el momento dulce por el que atraviesa con un concierto que congregó a más de 90.000 personas en las gradas del Camp Nou de Barcelona. Organizado por Òmnium Cultural y promocionado generosa y ampliamente por los medios de comunicación públicos de la Generalitat, el concierto envió el mensaje de que el mundo independentista vigila de cerca los pasos del Gobierno de Artur Mas para que este no se desvíe del proceso soberanista. No participaron en el acto, por motivos personales, ni el presidente de la Generalitat —su hija se casó ayer por la tarde en Menorca— ni el líder de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, que no estaba invitado a la boda. Sí acudieron buena parte de los consejeros del Gobierno catalán.
Artistas como Lluís Llach, Pastora, Maria del Mar Bonet, Dyango o Peret se sumaron a un cartel con el que los organizadores del concierto reivindicaron el derecho de Cataluña a la independencia. El título del acto era meridianamente claro: Concert per la Llibertat. El público que llenó el Camp Nou —solo sobraron asientos en las zonas sin visibilidad tras el escenario— pagó entre 10 y 150 euros, y una parte significativa de los asistentes lo hizo más por militancia política que por interés los cantantes y músicos que actuaron. “Habría venido aunque actuaran Los Chunguitos”, ejemplificaba Núria González, vecina de Parets del Vallès (Vallès Oriental y que dice no perderse ningún gran acto independentista.
Imagen del festejo en el Camp Nou. / gianluca battista
La principal representante del Gobierno de Convergència y Unió presente en el acto fue la vicepresidenta Joana Ortega, quien apeló al “derecho del pueblo catalán a decidir en libertad su futuro”. Ortega insistió en que el Gobierno central debería tomar nota del carácter “cívico” y “reivindicativo” del concierto de ayer para autorizar la consulta de autodeterminación de Cataluña.
Los independentistas apremian a Mas para concretar la fecha de la consulta
Ningún político subió al escenario, que quedó reservado para artistas y personalidades del mundo del a cultura y del deporte no solo de Cataluña. Más allá de grupos catalanes, participaron artistas como Paco Ibáñez, Fermín Muguruza y artistas alemanes, griegos e italianos. Faltaron buena parte de los grupos catalanes de moda, lo que redundó en una menor presencia de público joven. Otros, como Pedro Guerra, saltaron del cartel a última hora por considerar que el concierto no se limitaba a defender el derecho a decidir de Cataluña, sino que era puramente independentista. La intención de los organizadores era llenar un símbolo como el Camp Nou en un intento de volver a llamar la atención internacional a favor del proceso soberanista de Cataluña.
Detrás del concierto estaba Òmnium Cultural, la organización catalanista que ya impulsó la manifestación del 10 de julio de 2010 contra el recorte del Estatuto catalán. La presidenta de Òmnium, Muriel Casals, aseguró que el espectáculo es “otro paso en el proceso de la libertad de Cataluña” y pidió a los políticos catalanistas que “concreten en el calendario” de la consulta de autodeterminación. El marcaje al Gobierno de CiU, recordándole su compromiso de convocar la consulta el año que viene, culminó con el despliegue de un mosaico humano donde se leía. Freedom Catalonia 2014. Esta fecha es, precisamente, lo que más divide en estos momentos a la federación CiU. Unió considera que hay razones más que suficientes para retrasar la consulta. Por esta razón, Casals insistió en que “los partidos parlamentarios gestionan un capital de ilusiones muy importante y deben ser conscientes de las expectativas generadas”.
Pese a contar el concierto con el apoyo total del Gobierno catalán, algunos cantantes lanzaron mensajes críticos con algunas de las políticas sociales que practica Artur Mas. Fue el caso de Gerard Quintana, líder de Sopa de Cabra, quien aseguró que el futuro de Cataluña “no debe ser un camino de recortes en educación y salud”. Pau Alabajos, Cesk Freixas, Màrius Serra y Brams exhibieron o lanzaron consignas contra el ERE de TV-3. También hubo críticas veladas al uso de pelotas de goma por parte de la Policía.
Apoyaron el concierto todos los partidos del espectro catalanista excepto el Partit dels Socialistes, que no envió a ningún representante oficial. Por parte de Convergència asistieron Josep Rull y Lluís Corominas. Esquerra Republicana estuvo representada con toda su cúpula, encabezada por Oriol Junqueras. Josep Antoni Duran Lleida excusó su asistencia por un “compromiso anterior” pero aplaudió el concierto a través de las redes sociales. Mas no asistió por coincidir el acto con la boda de su hija. En general, el Gobierno catalán ha intentado esta vez quedar en un segundo plano del acto después de las polémicas que rodearon la manifestación de la Diada y por las serias dificultades que prevén para poder llevar adelante la consulta.
Algunos cantantes lanzaron mensajes contra los recortes y el ERE de TV-3
También a diferencia de la manifestación de la Diada, esta vez el público fue mayoritariamente de mediana o avanzada edad. “Los niños se han quedado en casa, esto es demasiado largo”, explicaba Zoi Daskalakis, una vecina de Barcelona que aseguraba no perderse ningún acto a favor de la independencia de Cataluña. Ella decidió ir al Camp Nou porque, asegura, es “un momento histórico”. Decenas de autocares fletados por entidades soberanistas ayudaron a desplazar a varios miles de los participantes desde todos los puntos de Cataluña.
El concierto contó con la promoción y el apoyo entusiasta de los medios de comunicación públicos de la Generalitat, así como los privados subvencionados. TV3 retransmitió el acto casi íntegramente. Esto motivó quejas por parte del Partido Popular de Catalunya y de Ciutadans. La líder del PP en Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho calificó de “aquelarre” por la independencia el concierto, que en su opinión era una oda a la “ruptura" y al “fomento de la hispanofobia”. Ciutadans pidió explicaciones por el gasto público que ha implicado la cobertura informativa del concierto.

Del Bosque, un caballero

A Iker no le he dado ni bola, la verdad”

Vicente del Bosque, elegante en el campo y en los banquillos, se desquita del disgusto de ver desaparecer al Salamanca con la ilusión de jugar una final en el mítico Maracaná

Del Bosque, durante un entrenamiento. / jasper juinen (getty images)

Vicente Del Bosque (Salamanca, 1950) creció en la calle y fue más de futbolines que de escuela, pero si en los hijos se reconoce a los padres, por su humildad y educación viene de buena cuna, aunque su progenitor, Fermín, fuera ferroviario. Elegante en el campo, lo ha sido siempre en los banquillos. Al salmantino le han dado un disgusto con la desaparición de la Unión Deportiva Salamanca, pero en algo le consuela ver a España jugar hoy contra Brasil con la Copa Confederaciones en juego. Le ilusiona Maracaná, en tanto que sus recuerdos infantiles evocan al gran Brasil de los 50, más de oídas que por verlo jugar. En la noche del viernes, ya madrugada del sábado en España, se le ve distendido en la sala del hotel, en la playa de Tijuca de Río de Janeiro, donde da sus charlas y maneja una pizarra que ante los periodistas está inmaculada, todo borrado.
Pregunta. ¿De qué jugaba en el futbolín?
Respuesta. Manejaba las cuatro líneas, ya era entrenador.
P. ¿En este campeonato ha sido más intervencionista que nunca?
R. Qué va, compartimos muchas cosas, pero al final el que toma decisiones es el entrenador. Pero comparto ideas con los jugadores. Hemos cambiado cosas por la lesión de Cesc y por el calendario.
P. Su libreto fue tachado de antiguo, pero resulta que alineó de ariete ante Italia a Javi Martínez, un defensa recolocado a mediocentro que nunca fue delantero.
R. Era un momento del partido que requería presencia física. Xavi e Iniesta aguantaron bien, pero... Necesitábamos cuajo, parar sus embestidas y alguien de tranco largo que se incorporara de área a área y que nos diera oxígeno en los balones largos. Ellos querían sacar sustancia a balón parado y nosotros somos un equipo muy bajo: Xavi, Jordi Alba, Iniesta... No fue una locura, fue algo racional, tampoco innovador. Los cambios son lo más fácil. El problema es que son una virtud cuando ganas y una locura cuando pierdes.
Del Bosque hace malabarismos con un balón durante un entrenamiento de la selección. / VINCENZO PINTO (AFP)
P. ¿Por qué se quedó en el banquillo, derrengado, en la tanda de penaltis con Italia?
R. Estaba cansado y no podía hacer nada en los penaltis. Los designó Toni [Grande, su segundo]. A partir de ahí ya no puedes intervenir.
P. ¿Son los propios futbolistas los que piden la vez a partir del sexto?
R. Supongo. Al final, pensé que les iba a tocar a todos. Tenía miedo de que le tocara a Arbeloa, porque estaba tieso perdido. Miren, me acuerdo de Kubala, que era maravilloso, y en las charlas como seleccionador hablaba de los penaltis. Yo no pierdo un segundo, porque me parece que tira el que se atreve. Quedaría muy bien decir que lo tenemos todo controlado, pero no es verdad. ¿Qué te garantiza? Al final, los mejores tiradores de la historia siempre han fallado alguno: Platini Baggio, Raúl, Zico… Es un asunto menor.
P. ¿Hasta qué punto jugar contra Tahití terminó por ser una complicación?
R. ¿Por qué una complicación?
P. Por la dificultad de motivarse, por la animadversión que generó en la afición brasileña…
R. Les vi contra Nigeria y no me parecieron tan malos. Contra nosotros me parecieron inocentes, salieron a presionar muy arriba y facilitaron las cosas, porque con la línea tan adelantada, al final te trincan. Pero estuvimos 31 minutos sin marcar, ¡me cago en la leche! Luego es verdad que tres llegaron muy rápido, pero… He oído a un periodista decir que les pudimos meter 30. ¡Pero cómo es posible! Eso es imposible.
P. ¿Cómo ha llevado la gestión con los porteros?
R. Fue complicado, los tres son muy buenos, muy buenos. Y su comportamiento ha sido fantástico, jamás han puesto una mala cara y les estoy sumamente agradecidos. Diría, incluso, que son demasiado buenas personas. Cualquier decisión hubiera sido injusta, seguramente incluso la que tomamos. Quedar bien con todos es muy difícil. Ya lo decía Woody Allen: quedar bien con todos es el principio del fracaso.
“La vida es un sueño y aquí muchos chicos tienen el sueño de ganar en Maracaná”
P. Entonces, ¿trató de ser respetuoso con Casillas?
R. Aunque no jugara, no hace tanto nos dio mucho. Iker ha hecho muchos méritos para jugar.
P. ¿Le pareció que Mourinho fue irrespetuoso con él?
R. Yo no me he ocupado de Mourinho para nada, tengo mi opinión y no la voy a decir. No tengo por qué opinar, pero yo sé qué debo hacer y cómo tenía que lidiar el toro que me llegaba.
P. ¿Y el toro le llegó muy picado?
R. Hombre, el toro llegó fastidiado. Estaba fastidiado porque se ha visto en una situación insólita. Un hijo del Real Madrid al que de pronto su propia familia le detesta, le odia, le margina, le insulta, le increpa, le repudia… Supongo que al levantarse por las mañanas se diría: “Es imposible que me ocurra a mí”.
P. ¿Le ha mimado mucho?
R. No le he dado ni bola, la verdad. Las palabras van por detrás de los hechos. Puedes ser muy cariñoso y darle una puñalada.
P. ¿Ha notado que los compañeros le cuidaban de forma especial?
R. Sí, eso lo he visto. Tampoco tiene mucho valor cuando les preguntáis y dicen que es nuestro líder. ¿Qué van a decir? Pero sí, he visto que le han arropado. Sobre todo es admirable lo de Víctor y Pepe, siempre focalizo mis charlas en ellos.
P. ¡Y decían poco menos que Valdés comía niños!
R. Una letanía. Ya se ha visto la verdad.
P. ¿Hay problemas con Arbeloa en la convivencia?
R. Ni le he preguntado nada. No he tocado ese tema porque creo que no ha habido necesidad. Si tienen algo pendiente es cosa suya. Miren, tengo un amigo sicólogo de la junta de Castilla-La Mancha al que le pregunté, cuando los problemas entre los del Madrid y el Barcelona, cómo creía él que podía gestionar el tema. Él, que ha pisado un vestuario tan poco como yo el diván, me dijo que pusiera una percha en la puerta con la camiseta de la selección y que cuando fueran entrando se la fuera dando para que supieran que la Roja era su camiseta en ese vestuario.
Del Bosque, antes de una rueda de prensa. / FELIPE TRUEBA (EFE)
P. ¿Encontró las perchas?
R. Hombre, las hubiera encontrado, pero no fue necesario. No era mala metáfora pero no me atreví a hacerlo y no fue necesario, lo entendieron solos.
P. Antes de la prórroga le pidió a Arbeloa que se atreviera más. ¿Qué quiso decir?
R. No, no, no le dije que se atreviera, sino que se activara. Estaba parado, como un tenista cuando está tieso.
P. ¿Puede explicar qué les contaba en el túnel antes de salir en la segunda parte ante Italia?
R. Estuvimos hablando en el vestuario del lío que nos estaban montando Marchisio y Candreva por los pasillos interiores. Hablamos de eso y de las bases defensivas. Parecía que estábamos muertos, pero era cuestión de recuperar el balón, porque a estos tíos no les gusta correr detrás de la pelota. Hablamos más de lo que utilizamos la pizarra, era una cuestión posicional defensiva para recuperar la pelota. El cansancio parecía que nos agobiaba.
P. ¿No cambiar antes a Silva fue para no señalarle?
R. Son cosas sicológicas. Cuando las cosas van mal, si vas cinco cero te jodes y que cada palo aguante su vela. Pero no me gusta señalar. Le cambié por buscar algo más.
P. ¿Xavi hace las alineaciones?
R. No.
P. Lo ha dicho Toni Grande.
R. Este tema lo resuelvo rápido. Si veo un problema defensivo hablo con la gente de atrás. Lo lógico es que hable con mis jugadores. Y con los veteranos, más. Y con Xavi si hablas, hablas de fútbol. Xavi es un capitán, veterano… ¿De qué voy a hablar con Xavi? Tratar a todo el mundo por igual es una de las mayores injusticias. Hablar con Xavi es un síntoma de fortaleza.
P. Hay quien dice que Iniesta es brasileño...
“Tratar a todos por igual es una injusticia. Hablar con Xavi es un síntoma de fortaleza”
R. Iniesta es mejor si jugamos organizados y juntos. Para ser mejor tiene que hacer las cosas individualmente y nos es fácil. Mientras que Xavi necesita a todos, Iniesta tiene el don del regate. Es un regate con profundidad y en vertical, y cerca del área, donde es más difícil. El regate en el centro del campo es de seguridad.
P. ¿España le ha ganado el trono del estilo a Brasil?
R. Tengo mala memoria, pero recuerdo un Brasil muy criticado en el Mundial del 94 por su estilo y salió campeón del mundo con Dunga y Mazinho. Brasil tiene cinco títulos mundiales. Sí, claro, yo recuerdo de oídas al gran Brasil de Garrincha, Didí, Pelé, Vavá y Zagallo pero verle le vi poco porque no había televisión. Y tuve de entrenador a Vavá, por cierto. Era maravilloso, no podía ser más bueno. Un día recriminó a un jugador, a Causanilles, por llegar tarde a un entrenamiento y el jugador se rebotó con Vavá… Vavá se echó a llorar. Era extraordinariamente bueno.
P. ¿Este Brasil gana más que juega?
R. Parece que es un equipo que hace poco, pero es muy poderoso. Hulk es una bestia y le pega muy violentamente a la pelota. Óscar es un interior distinto, tienen laterales muy buenos, Fred conocer el oficio. Y está Neymar…, pero Brasil es más que Neymar. Nosotros no podemos tener miedo y olvidar nuestra identidad, pero hemos de ser conscientes de contra quién jugamos sin perder nuestra sustancia.
P. ¿Qué supondría para usted ganar en Maracaná?
R. Cumplir con mi responsabilidad y un paso más en el camino de este grupo. ¿Saben lo que más me anima? Saber que siguen teniendo la ilusión de jugar en Maracaná y jugar contra Brasil. Además de la ilusión, está la responsabilidad, saber que tenemos que ganar. La vida es un sueño y aquí hay muchos chicos que tienen el sueño de derrotar a Brasil en Maracaná. Ganar es cada vez más difícil. Al rival le estimula vencernos. Y nosotros, cuando bajemos un poco estamos sentenciados.
P. Acaba contrato tras el Mundial de 2014 y la junta directiva está segura de que le convencerán para que renueve.
R. Un año da para mucho.
P. Usted siempre ha sido una persona con conciencia social. ¿Le preocupa que el fútbol empiece a generar rechazo social? En las protestas en las calles de Brasil hay muchas pancartas del tipo “Nosotros no comemos y Neymar gana 22 millones de euros”.
R. Creo que no quieren hacer daño al fútbol, sino que se utiliza como altavoz. Habrá gente que no coma, pero que no le quiten el fútbol. El fútbol no va a perder la esencia social. Son mínimos los futbolistas que ganan ese dinero en relación a la masa que vive del futbol, un 0,1%. Parece que los futbolistas sean los malos. También hay otros deportistas, cantantes, etc., que ganan mucho. Las revueltas sociales son en todo el mundo, no solo en Brasil, y no contra el fútbol.